LA HERMANA CLEUSA EN NUESTRO CORAZÓN

Haciendo memoria….

«…Lo sé, pero me tengo que ir, el indio no puede esperar. ¿Quién va defender su vida si Dios quiere contar con nosotros?»
En los días previos al 26 de abril de 1985, en la habitación de Cleusa, había un bolso con algo de ropa, una hamaca, algunas medicinas, etc. «Voy a pasar unos días en la aldea de Japiim. Estoy esperando que la persona que me acompañará se recupere de la malaria…», decía.
La noche del 26, después de misa, un grupo de indios salió llorando, asustados, buscando a Cleusa, hablaron y luego ella pasó horas en la capilla. El día 27, después del desayuno, Cleusa comenta con sus hermanas: “Parece que ha habido muertos en la aldea. Voy para allá… «. En vano intentos de convencerla de que no fuera; rápidamente buscó a alguien que la llevara por la carretera hacia la balsa, cruzando el río Paciá. Allí tomó prestada una canoa, de su amigo Nonato, y emprendió el viaje río arriba, para ver qué había pasado en la aldea. En el ferry se escondía el responsable de las muertes en la aldea y comentó con la persona que cuidaba de la balsa: “Estos patos suben hoy, pero mañana no bajan…”

La hermana llegó a la aldea por la tarde, todo estaba desierto, sólo dos nuevas tumbas debajo de la choza (como era costumbre de los Apurinã enterrar a sus familiares). Cleusa le dijo a su acompañante: «Dormiremos en otro lugar, puede ser peligroso quedarnos aquí…» Pasaron la noche más arriba, donde encontraron a la familia desolada y se enteraron de lo que había pasado. El jefe estaba escondido en la selva por temor.

En la mañana del día 28, Cleusa emprendió el viaje de regreso a Lábrea. Se detuvo en la aldea que aún estaba desierta, dejó colgado un papel escrito. El tuxaua (que se escondía por miedo a nuevos ataques) oye el ruido del motor y se presenta. Hablan de lo sucedido y le promete a la hermana que no vengará las muertes.
De regreso a la ciudad, río abajo, Cleusa se encuentra con el asesino que remontaba el río en su canoa. La hermana le hace una señal como quien quiere hablar, él toma la escopeta y apunta en dirección a quien conduce la canoa de Cleusa. La hermana le dice a su piragüista: «Salta al agua y huye…tienes hijos que criar», y eso fue lo que hizo. Minutos después se escuchan disparos, seguido de un profundo silencio. Posteriormente se escucha el ruido del motor remontando el río en medio de la selva.

El acompañante de Cleusa mira y nada… llama a la hermana y nadie responde. Pasa la tarde y la noche en la selva hasta que logró llegar a la carretera y de allí se dirigió a Lábrea, donde llegó al día siguiente.
Mientras tanto, en la tarde del día 28, la noticia se difundía por la ciudad: «¡Mataron a la hermana Cleusa!».
Día 29 – Temprano la noticia en la ciudad era: «¡Mataron a la hermana Cleusa! Búsquedas de lugar en lugar y en vano… por la tarde, llega un mensaje de la comisaría…» Hay noticias de Cleusa”.

Escuchamos, por boca del acompañante de Cleusa, lo dicho anteriormente. Se avisa a las autoridades, se buscan noticias…. Pero nadie se atreve a abrir la boca….
Día 30 – Por la mañana fray Jesús sale con una delegación a procurar a la hermana. Regresan por la tarde y nada; al día siguiente, el fraile va con la FUNAI (Fundación Nacional del Indio), hacen nuevas búsquedas, miran y nada. Finalmente, el fraile indica a la delegación que vio una canoa en la orilla del río y que le gustaría ir a comprobar, pero los miembros de la FUNAI se disculpan y regresan a Lábrea.
Día 01 de mayo – Temprano los de la FUNAI regresan a Porto Velho. Llueve intensamente durante todo el día, lo que dificulta las búsquedas posteriores.
Día 02 – Fray Jesus con dos jóvenes continúan la búsqueda, él pensó: «… tengo que ir a esa canoa que está en la orilla…»Continúan el viaje y al ver la canoa, se detienen, reconocen que era la canoa en la que viajaba Cleus, logran avistar buitres volando; el fraile se adentra en la selva y finalmente encuentra un cuerpo desnudo, boca abajo, detrás de un gran árbol. Reconoce ser el cuerpo de la Hermana. Piensan en recogerlo, pero, ¿cómo?
Por la tarde ellos llegan a la ciudad con la noticia: “… ¡LA ENCONTRAMOS! ¡PERO MUERTA! …”
Las campanas de la Catedral, con un sonido triste, anuncian el hecho, la voz de otro fraile por los altavoces, comunicaba la noticia, los estudiantes que estaban en el recreo hacen silencio. La gente se dirige a la plaza de la catedral, rezan, lloran…, algunos maestros mandan a preparar la caja. Cae la noche y no es posible recogerla en ese día.
Día 03 – Esperando a la FUNAI y las autorizaciones necesarias para recoger el cuerpo. No aparece nadie…. Preocupado y escuchando el clamor de la gente, que se concentra en la puerta de la comisaría, a las once sale el fraile con una comitiva.

Regresan por la noche, dejan los restos en el hospital para exámenes, luego los llevan a la catedral y se hace las oraciones propias de ese momento, y de ahí, entre oraciones, lagrimas, discursos y carteles de protesta, rechazo a las autoridades y amor a la hermana Cleusa, la gente camina hacia el cementerio. Los indios lloran…. ¡Ella era nuestra madre!!!
Entre lágrimas depositamos los restos de Cleusa cerca de los de Fray Jesús Pardo (OAR). La noche se volvió oscura, con muchas preguntas…
Día 04 – La Catedral amanece adornada con la frase “HERMANA CLEUSA, MADRE DE LOS POBRES Y OPRIMIDOS! ”. Ya era el séptimo día de la muerte. Se celebró misa con mucho dolor, preguntas, angustias… también mucha esperanza y la certeza de que Cleusa dio su «VIDA POR VIDA».
Cariacica, ES – marzo 2024

Hna. María Josefina Casagrande, mar