“Nos ha tocado un lote hermoso… 

Nos encanta nuestra heredad”. (Salmo 15)

 

 Somos 17 mujeres consagradas, junioras de diversas congregaciones: Dominicas de la Presentación, Misioneras de Madre Laura, Hijas de María Auxiliadora, Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, Ravasco, Misioneras Agustinas Recoletas, Siervas de Jesús, María Estrella de la Mañana y Siervas del Santísimo Sacramento. Bajo el lema, “Betania, casa de encuentro, comunidad de amor  y corazón de la humanidad”  iniciamos en el mes de febrero de 2014 en Caracas, el curso intensivo de votos perpetuos, el cual culminamos en el mes de julio del presente año.

Esta experiencia apasionante, nos ha ayudado a reafirmar el deseo de seguir a Jesús y discernir la opción definitiva a la Vida Consagrada en los carismas propios de nuestros institutos y/o congregaciones.

Seguir hoy el llamado de Jesús, en un mundo lleno de tantas oportunidades, supone un gran reto. Ante esta realidad muchos jóvenes responden  a la invitación que Jesús hace con un “no gracias, te sigo…, pero a mi manera”; por otra parte, también encontramos a otro grupo de jóvenes que aún con la gran gama de oportunidades, aceptan la invitación de Jesús, con valentía y lo dejan todo a pesar de los obstáculos.  

Este seguimiento supone en nuestra existencia, un giro de 180º y es que seguir a Jesús nos transforma toda la vida, nos sumerge  en una aventura inigualable e inagotable, a la cual hemos respondido con fuerza y con la seguridad del “no temas yo estoy contigo”. Jr. 1,8.

Para muchos es inaudito que existan mujeres y hombres que decidan consagrar su vida de manera definitiva al Señor, para otros es un acto de heroísmo y para otros es un acto de admiración.  Y es que, hoy como ayer, ir contra corriente supone críticas e incluso incomprensiones.

Somos conscientes de que el Señor nos ha llamado para estar con Él y para asumir como propio su proyecto de existencia: El Reino. “…que se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo”. Mt. 13,44. Este tesoro nos llena de alegría contagiosa, optimismo estimulante, pasión por el Reino… Descubrimos que este seguimiento de Jesús, nos ha dado un sentido comunitario, pero sobre todo, le da un gran sentido a nuestras vidas.

 Reconocemos que esta propuesta es dura, pero nos fiamos de Jesús, y a Él le entregamos las riendas de nuestras vidas. 

Hay momentos en los que podemos desencantarnos de este tesoro, ante todo, porque vamos perdiendo el amor apasionado por Cristo, ese encanto primero de la entrega inicial, tal vez por el activismo que opaca nuestras intimidad con Él y nuestras relaciones humanas, la búsqueda de protagonismo, la falta de humildad para reconocer el trabajo de las otras, la falta de madurez para asumir los conflictos en la comunidad, el poco empeño en cumplir la Palabra de Dios, el encerrarnos en nosotras mismas y la búsqueda de nuestro propio interés, la falta de comunicación, el ansia de poder, el apego al dinero, la apropiación de la misión, la falta de caridad al pobre y necesitado, la falta de descanso, las constantes críticas destructivas, las murmuraciones, la indiferencia, la realidad cruda de los pueblos, los celos, las injusticias que percibimos en nuestras congregaciones y en los pueblos, el acomodarse a los lugares y la falta de identidad y vivencia del Carisma propio.

A pesar de que todo esto nos puede producir ciertas desilusiones y hasta frustraciones, no nos desaniman, ya que sentimos una fuerte invitación a hacer de nuestras vidas una aventura de amor. Ese tesoro que nos ha encantado y por él, estamos dispuestas a sacrificarlo todo, nos lleva a mantener viva la frescura de nuestra opción, que se manifiesta en:

El deseo profundo de nuestra entrega diaria al Señor, con un amor profundo y apasionado, la llamada permanente de Jesús en amor y fidelidad, la vivencia de nuestros carismas, los deseos de reestructuración para responder a los desafíos, el compartir en comunidad con los detalles que nos hacen más hermanas, gestos de humanidad y espacios recreativos; el estar con el pueblo desde sus alegrías, sus logros y  desdichas, la vivencia de los sacramentos, la Misión ad-gentes, la capacidad de riesgo, la oración y la formación personal y comunitaria, el acompañamiento espiritual, el espíritu de familia, la opción por los pobres y la inserción en medio de ellos, el sentido y la vivencia de la Intercongregacionalidad. 

En conclusión, podemos decir, que nos sentimos contantemente impulsadas a  volver al Amor Primero, ese  amor sin condiciones de Dios por nosotras, y al primer amor aquél que nos movió a hacer de nuestra vida Su proyecto de amor, hasta el final de nuestros días… Quien nos llevó a apostar por esta vida, es quien hoy nos hace recordar y revivir y renovar los primeros pasos de nuestra vocación y reilusionarnos para continuar siempre hacia el cumplimiento de ese sueño de Dios sobre cada una de nosotras.

Unimos nuestras voces a la del salmista para exclamar con júbilo: “Nos ha tocado un lote hermoso… nos encanta nuestra heredad”. (Salmo 15); palabras que brotan desde el fondo de nuestros corazones agradecidos por todos los beneficios que hemos recibido del amor del Padre. Agradecemos  a todos los que nos han acompañado en el seguimiento de Jesús, desde el inicio de nuestra formación hasta la actualidad. A nuestras congregaciones por entretejer junto a nosotras esta opción, y al Centro de Estudios Religiosos (CER), por continuar apostando por la vida religiosa joven, por querer renovar constantemente, en nosotras, el deseo de ser la brisa fresca que nutra de savia joven a nuestras congregaciones y a la Vida Religiosa. 

Hoy sentimos el impulso y el reto de devolverle a la Vida Religiosa la frescura del encanto, y estamos seguras de que, con la ayuda y el apoyo de nuestros institutos, podremos innovar, re-crear, avanzar “despojadas” tras el Jesús a quien seguimos, encendidas con el fuego de Su Pasión, en la vida cotidiana…, sin grandes alardes…, con los pies en la tierra, esta tierra dolida y sufriente…, y la mirada en el cielo, llenas de una espiritualidad profunda y sencilla, tal y como Jesús vivió y predicó el Evangelio… Hoy, ya nos atrevemos a vislumbrar emocionadas, ese futuro encantador que nos prepara el Señor, por nuestra fidelidad de cada día y con la confianza en Su fidelidad inquebrantable.

Fraternalmente,

Hermanas participantes curso intensivo 

de preparación a los votos perpetuos. 2014

 
 

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