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La Caridad

La Caridad

La caridad es una de nuestras virtudes características. Existe desde siempre porque tiene que ver con la esencia de Dios. Dios es amor y la manera de mostrar el amor, es la caridad. La caridad es la expresión del amor. Recuerda, Dios te creó por amor y puso ese amor en tu corazón para que lo expresaras, lo mostraras. O sea que en tu interior, anida Dios, porque al poner el amor en tu corazón siendo esa la esencia de Dios, Dios mismo está ahí.

Luego Dios te llamó a ser MAR para que fueras más consciente de ese amor y te dio este mensaje: “El amor que te doy es para que amándome a mi, que te he amado y te amo, ames a tu prójimo y lo ayudes en su salvación”.

Por eso nuestras constituciones dicen: “Amamos ante todo a Dios, que nos amó primero y nos enciende y urge en el amor al prójimo…”

Eso es lo que quiere el Padre.

La caridad es unidad y concordia. Es tener un solo corazón. La caridad construye comunidad. El saberte y sentirte amada por Dios te lleva a amar a los demás y te permite ver al otro como hermano, ver su necesidad y ser capaz de compartir con él porque Dios está en cada uno. Dios es la fuente de la fraternidad que se hace compromiso y te lleva a un compartir generoso con los demás. Caridad es brindar a tu hermano la oportunidad de crecer. Y te trae un gran beneficio porque solo en la caridad alcanzamos la plenitud de lo humano

La caridad es libertad y alegría porque nos libra del egoísmo y llena la vida de sentido.

Pero a veces las personas olvidamos esa realidad que hay en nuestro interior. Por eso, ese amor que está en el interior, hay que cuidarlo, por eso debemos recurrir cada día a la fuente que es Dios mismo, a través de la oración y a través de su hijo Jesús quien nos enseña el camino.

 

Elsa Gómez Galindo, mar.

 

LECTIO DIVINA, DOMINGO 4º DE CUARESMA

LECTIO DIVINA, DOMINGO 4º DE CUARESMA

Él fue, se lavó, y volvió con vista

INTRODUCCIÓN

La liturgia, a través de unas bonitas Catequesis, nos lleva de la mano durante estos domingos de Cuaresma, al encuentro con el Resucitado. La Samaritana nos habla de “agua de pozo”, “agua muerta” para decirnos que Jesús es “agua de manantial, agua viva”.  El ciego de nacimiento nos habla de “oscuridad, tinieblas y caos” para decirnos que Jesús es “La Luz”.  Y Lázaro nos presenta la triste, oscura e inexorable muerte, para decirnos que Jesús es la Vida.   Estápasando el invierno de la Cuaresma y se acerca la primavera de la Pascua.  “Algo nuevo ya está brotando, ¿No lo notáis?” (Is.. 43,19).

LECTURAS

1ª lectura: 1Sam.16,1b.5-7.10-13ª.                  2ª lectura: Ef. 5,8-14.

EVANGELIO

Juan 9,1,-41)

Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, ¿para que naciera ciego?». Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista.

Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». Le preguntaron: «¿Dónde está él?». Contestó: «No lo sé”. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta». Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». Sus padres contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse». Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él».

Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo». Le preguntan de nuevo: «¿Qué te hizo, ¿cómo te abrió los ojos?».

Les contestó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?». Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene». Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder». Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, ¿para que crea en él?». Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él. Dijo Jesús: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos». Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?». .Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece.

          Todo el relato del ciego de nacimiento está sirviendo al evangelista de proceso catecumenal que lleva al hombre de las tinieblas a la luz; de la esclavitud a la libertad; de no ser nada a ser hombre cabal.

REFLEXIÓN

1.– Con Jesús puedo pasar de las tinieblas a la luz. Este ciego de nacimiento nunca ha visto la luz. Nunca ha podido disfrutar del mundo de los colores. Ha vivido siempre en la noche de la tristeza, de la inseguridad, del no saber dónde está. Imagen perfecta para definir una persona, una sociedad sin Dios. Con Jesús descubre la maravilla del ver, del poder caminar solo, de poder disfrutar de las montañas, las flores, los animales, las personas. Y, sobre todo, de poder quedar fascinado ante la presencia de Jesús, el hombre perfecto, el hombre cabal. Con Jesús ya podrá mirar a las personas “con la mirada de Dios, con la mirada del corazón” (1ª Lectura)

2.– Con Jesús puedo pasar de la esclavitud a la libertad. El ciego era un esclavo. Un ser totalmente dependiente de los demás. Su mundo era pequeño y muy reducido. El ciego era mendigo (pedía limosna, sentado). Estaba inmóvil, impotente, dependiendo de los demás. Este punto de partida es clave para resaltar el punto de llegada. Jesús le va a dar la movilidad y la independencia.  Al no poder salir ni formarse, dependía de las costumbres, tradiciones y consejos de la familia.  Sus padres tienen miedo a las autoridades religiosas y no quieren comprometerse. Las leyes religiosas prohibían curar en sábado y ponían la ley por encima de la persona.  El horizonte que se abre para él es indescriptible. El mundo ha cambiado radicalmente. Su vida, anodina y dependiente, está ahora llena de sentido. Pierde todo miedo y comienza a ser él mismo, no sólo en su interior sino ante los demás.

3.– Sólo Jesús me invita a dar el salto mortal del no-ser al ser. No es la mejor manera de curar a un ciego el poner barro en sus ojos. Pero simbólicamente este barro tiene relación con el barro del paraíso que, al recibir el soplo de Dios, se convierte en un ser lleno de vida. Con Jesús se reinicia el primer proyecto de Dios sobre el mundo.  Es curioso que el ciego utilice las mismas palabras que tantas veces en Juan utiliza Jesús para identificarse: «soy yo».  Jesús le da su identidad. Antes “no era” y ahora “es”. Sin Jesús no somos nada. Con Jesús somos lo que Dios quiso que fuéramos desde el principio.

SAN AGUSTÍN COMENTA

Habéis visto a este ciego con los ojos de la fe; le habéis visto pasar de no ver a ver, pero le habéis oído errar. Os voy a decir en qué consistía el error de este ciego. En primer lugar, juzgaba que Cristo era un simple profeta, ignorando que era el Hijo de Dios; en segundo lugar, hemos oído una respuesta suya totalmente falsa, puesto que dijo: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores. Si Dios no escucha a los pecadores, ¿qué esperanza nos queda? Si Dios no escucha a los pecadores, ¿para qué oramos y damos testimonio de nuestro pecado con golpes de pecho? ¿Dónde queda en verdad aquel publicano que subió al templo con el fariseo y, a la vez que el fariseo se jactaba de sus méritos y los pregonaba, él, manteniéndose lejos de pie, con los ojos fijos en tierra y golpeándose el pecho, confesaba sus pecados? Y descendió del templo justificado él, más que el fariseo. Sin duda alguna, Dios escucha a los pecadores; pero el que hizo tal afirmación aún no había lavado la faz de su corazón en Siloé. Sobre sus ojos se había realizado previamente un rito sagrado, pero en su corazón aún no se había producido el beneficio de la gracia.

¿Cuándo lavó este ciego la faz de su corazón? Cuando el Señor, tras haberle excluido los judíos de la sinagoga, le concedió entrar en él. En efecto, se encontró con él y, según hemos oído, le dijo: ¿Crees en el Hijo de Dios? ¿Quién es, Señor —respondió él— para creer en él? Sin duda ya le veía con los ojos; ¿también le veía ya con el corazón? Todavía no. Esperad: ahora lo verá. Jesús le responde: Soy yo, el que está hablando contigo. ¿Acaso dudó? Inmediatamente lavó su cara. Estaba, en efecto, hablando con aquel Siloé, que significa «enviado». ¿Quién es el enviado sino Cristo? Él lo atestiguó muchas veces, diciendo: Yo hago la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. Luego él era Siloé. Se le acercó siendo ciego de corazón, le escuchó, creyó en él, lo adoró: lavó su faz, vio (Sermón 136,2).

PREGUNTAS

1.- ¿Vivo en las tinieblas o en la luz? ¿Descubro que mi vida tiene sentido?  ¿Me siento afortunado por el hecho de vivir?

2.- ¿De verdad que soy una persona libre? ¿No soy esclavo de nada? ¿Ni de nadie?  Entonces, ¿soy realmente feliz?

3.- ¿Valoro mi vida por lo que tengo o por lo que soy?  ¿Alguna vez me he sentido como la nada? ¿Á quien he acudido?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ

Venimos a tu presencia,

Señor, como pobres ciegos.

Cúranos, como sanaste

al «Ciego de nacimiento».

Ten compasión de nosotros.

Hemos perdido el sendero.

Pon tu «barro» en nuestros ojos

con el amor de tus dedos.

Háblanos al corazón

y manda que nos lavemos

en las milagrosas fuentes

de tus Santos Sacramentos.

Si te escuchamos con fe,

si acatamos tus deseos,

nos llenaremos de luz

y seremos «hombres nuevos».

Viviremos los valores

que anuncias en tu Evangelio.

Frente a los «sabios» del mundo,

Tú serás nuestro «Maestro».

No queremos caminar

entre sombras y tropiezos.

Llena de luz nuestra vida.

Sal, Señor, a nuestro encuentro.

Hoy confesamos con gozo

que vienes del Dios del cielo.

Como el ciego, de rodillas,

te decimos: «Señor, creo».

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí )

PDF: https://app.box.com/s/md9kk2g35bcnqnbxa7dviam52xvtdjtx

 

Fuente: Web de la diócesis de Aragón

 

DESDE GUAMOTE….

DESDE GUAMOTE….

Nuestras hermanas en Guamote, realizan una labor pastoral y social hermosa. Acompañan comunidades aledañas a Guamote, y realizan una pastoral parroquial dentro de la pastoral de conjunto con la diócesis. 

Apoyan, gracias, a la colaboración de ARCORES, un proyecto de ayuda a las adolescestes y jóvenes de prevención de embarazado. 

Dos veces al mes se reunen  con ellas de forma general, para tener talleres, motivaciones, reflexiones. Cuando salen a las comunidades y dan charlas afectividad y sexualidad, y sexualidad para prevención de embarazo.

De acuerdo a los días y fechas van acompañando a las familias en las comunidades. Visitan tres comunidades. Realizan también el acompañamiento psicológico a las chicas.

En la parroquia, realizan  pastoral en las comunidades, ofrecen acompañamiento  a las familias.  Imparten temas actuales en formación, salud y charlas sobre catequesis. 

Apoyan el trabajo en la secretaría parroquial, atendiendo a todas las personas que acuden a resolver sus asuntos. 

Gracias hermanas por vuestro apoyo y colaboración. 

INVITACIÓN AL SEXTO ENCUENTRO DE LAICOS

INVITACIÓN AL SEXTO ENCUENTRO DE LAICOS

Queridos lectores, las Misioneras Agustinas Recoletas y el  Grupo de Laicos MAR, les invitamos al siguiente Encuentro formativo de la segunda etapa de formación por  la plataforma Webex; en esta oportunidad el tema será: Madre Ángeles, cofundadora de las Misioneras Agustinas Recoletas y lo dirigirá Alejandro Contreras.

¡Te esperamos!

CONVIVENCIA VOCACIONAL EN QUITO

CONVIVENCIA VOCACIONAL EN QUITO

Durante los días 25 y 26 de febrero, en el Colegio Virgen del Consuelo de Quito, se llevó a cabo una convivencia vocacional, en la que participaron 20 jóvenes de nuestra Institución. Fueron dos días de mucha alegría y trabajo intenso en los que hubo tiempo para escuchar, reflexionar, rezar, compartir, aprender de las experiencias de los demás y…. jugar.

La dirección de la convivencia, estuvo a cargo de la Hna. Rocío Victoria, toda la comunidad se integró colaborando, cada cual, en la tarea asignada, todas con el deseo y la ilusión de que las jóvenes estuvieran bien.

Algunas quedaron muy motivadas a seguir reflexionando sobre el querer de Dios sobre ellas. Oremos por ellas para que sean dóciles a la voz de Dios.

LECTIO DIVINA- III DOMINGO 3º DE CUARESMA

LECTIO DIVINA- III DOMINGO 3º DE CUARESMA

Señor, dame esa agua…

INTRODUCCION

Dice Jesús: No importa que seas mujer. No importa que seas samaritana y no te hables con los judíos. No importa que tengas otra religión. Tú le importas a Dios. Dios te ama y tú eres hija suya. Hoy puede ser para ti un gran día. Créetelo. Deja el agua de este pozo que no calma tu sed. Tengo para ti un manantial que nunca se agota. Bebe siempre de esta agua.

LECTURAS

1ª lectura: Ex. 17,3-7

2ª lectura: Ro.5,1-2.5-8

EVANGELIO: San Juan 4, 5 – 42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.» Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.» Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

REFLEXIÓN

Viene a Jesús una mujer. Y viene con sus prejuicios, con su sed ardiente y con sus ganas de cambiar.

  1. LA SAMARITANA VA A JESÚS CON SUS PREJUICIOS.

De tipo cultural. En aquella sociedad un hombre no podía hablar en público con una mujer. Su machismo exagerado no le permite rebajarse y hablar con un ser inferior. Jesús se pone a hablar con ella con toda naturalidad. Él quiere volver al Proyecto original de Dios donde los hombres y las mujeres van a tener la misma dignidad y los mismos derechos al ser “hijos e hijas de Dios”.

De tipo social. Los judíos y los samaritanos no se pueden ver. Hasta el punto que a los judíos les estaba prohibido usar los objetos de los samaritanos: sus vasijas. ya que se contaminarían. Y Jesús no tiene ningún problema de pedir un trago de agua del cántaro de esa mujer. ¿Ves esa agua? No tiene color. Tampoco las personas… judíos y Samaritanos tenemos el mismo color del agua, el color del amor. Todos somos hermanos.

De tipo religioso. Sólo tenían por inspirados los cinco primeros libros de la Biblia. Los samaritanos son gente extranjera que se había asentado durante el exilio de Babilonia. Lo cierto es que los dos pueblos no se podían ver. Dice la mujer: Nosotros adoramos a Dios en un templo que tenemos en el monte Garicím y vosotros decís que sólo en el templo de Jerusalén se puede adorar a Dios. A este planteamiento dice Jesús: Ni en el Garicím ni en Jerusalén sino en el corazón de cada uno, es decir, “en espíritu y en verdad”. La religión nunca puede ser motivo de división sino de unión. Cuando dos personas tienen a Dios en el corazón no pueden odiarse, ni distanciarse sino amarse.

2. LA SAMARITANA VA A JESÚS CON SU ARDIENTE SED, PERO CON GANAS DE CAMBIAR.

Lo que caracteriza a todo hombre y a toda mujer es la sed. Todos tenemos sed: sed de bienestar, de salud, de cariño. En definitiva, sed de felicidad. Lo peor es que, a veces, erramos el camino. Como tú misma lo has errado. Cinco maridos has tenido y el que ahora tienes tampoco es tuyo. Después de ese despilfarro de amor… ¿eres feliz? ¿No te das cuenta de que el cántaro de la felicidad que llenas todas las mañanas con toda ilusión se te queda vacío al atardecer?… Eso le pasa a tantas personas… Quieren llenar su corazón de dinero, de placer, de poder…y no son felices. ¡Si conocieras el don de Dios!… Yo te daría a ti un agua viva, que calma plenamente la sed… Dame, Señor de esa agua… Aquella mujer constató que aquel hombre era distinto de todos los demás. Le llenaba el alma, le llenaba el corazón… se sentía nueva, distinta, sin necesidad de volver al pecado para ser feliz.

3. LA SAMARITANA SE CONVIERTE EN LA PRIMERA MISIONERA.

Ella es feliz, pero no quiere guardar su felicidad en su corazón, sino llevarla a su pueblo. Ella ha experimentado quien es Jesús y lleva este mensaje a sus paisanos. Ellos mismos se van a convencer de que la mujer les ha dicho la verdad. El apóstol nace de un encuentro al vivo con Jesús. La Samaritana no les dice: Venid a escuchar sino venid a ver, a experimentar. Sólo los convencidos pueden convencer. Sólo los que están llenos, pueden llenar a otros. Sólo los que han hecho una bonita experiencia con Jesús están llamados a contagiar esta misma experiencia.

SAN AGUSTÍN COMENTA

Escucha ahora quién le pide de beber. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías tal vez pedido y él te habría dado agua viva. Pide de beber y promete beber. Necesita como para recibir, y está sobrado como para saciar. Si conocieras, dice, el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. Pero a la mujer habla todavía veladamente y poco a poco entra en su corazón. Todavía le habla Jesús veladamente, pero poco a poco va entrando en su corazón.

(In Jo ev tr 15,12)

PREGUNTAS

  1. ¿Tengo prejuicios sobre las personas? ¿Sé mirar a cada hombre y mujer como mis hermanos?
  2. ¿Siento sed de Dios? Si alguna vez me he apartado de Dios ¿he sentido que me faltaba el agua, el aire, el pulso, la respiración?
  3. ¿Siento necesidad de dar a conocer a otros el regalo de la fe? ¿Qué hago en medio de este mundo tan apartado de Dios?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Buscamos agua, Señor,

como la «Samaritana»,

para aplacar nuestra sed:

sed del cuerpo y sed del alma.

A la «fuente del poder»

nos acercamos con ansia.

Bebemos copa tras copa

y nuestra sed no se calma.

En la «fuente del consumo»

rellenamos nuestras jarras.

Disfrutamos de caprichos

y nuestra sed no se apaga.

Buscamos fuertes aplausos

en la «fuente de la fama».

Somos la «envidia» de todos

y nuestra sed no se sacia.

Tú, Señor, eres la «FUENTE».

Tú, Señor, eres el «AGUA».

Calma, Señor, nuestra sed

en la «Fuente de tu gracia».

Danos, Señor, «agua viva»,

saltando en nuestras entrañas,

con olor a fe y a amor

y con sabor a esperanza.

Que abramos, Señor, a todos

la puerta de nuestra casa

y les demos a beber

el agua de nuestra cántara.

(Versos de D. José Pérez Benedí)

Ser Misioneras

Ser Agustinas

Ser Recoletas

Un mensaje para ti

MAESTRO DE LA COMPASIÓN

MAESTRO DE LA COMPASIÓN

Quiero compartir lo que para mí ha significado vivir la experiencia del retiro espiritual de “Amor Compasivo” a la luz del Evangelio en el encuentro con Jesús. Él que es compasivo, misericordioso y en su gran amor nos enseña a ser compasivos, primero con nosotros mismos para luego poderlo ser con los demás.

El primer paso es conocernos, sobre todo reconocer nuestra historia, aceptarla con todo lo que significa, sombras, luces, y heridas que muchas veces han marcado y que vamos arrastrando en todo el camino de nuestra vida. En las charlas que tuvimos, nos hablaron sobre las cinco heridas: rechazo, abandono, traición, humillación e injusticia. Esto para ayudarnos a clarificar qué pasos estamos dando en el presente, y qué pasos hemos dado.
Las heridas que nos marcan en nuestra infancia, otras en la adolescencia o juventud, en la actualidad no nos dejan ser libres, felices, espontáneos, creativos, porque nuestro niño interior puede estar limitado por un recuerdo que lo lastimó mucho y que necesita ser sanado. Para esto, es necesario poder escucharnos, escuchar nuestro niño interior y así comprender las actitudes, sentimientos o reacciones ante ciertas situaciones que nos pueden afectar en el día a día y que no van en concordancia con nuestro “yo adulto”.

Necesitamos aprender a ser compasivos. En la parábola del Hijo pródigo, o también conocido como el Padre misericordioso, muchas veces nos vemos como este hijo, que regresa a su Padre, por otro lado, también podríamos vernos como el hijo mayor que rechaza la idea de ser compasivo con el que se fue y malgastó la herencia del Padre y juzga a su hermano.

Es importante fijarnos en cómo el Padre abre sus brazos a su hijo para recibirlo a pesar de sus equivocaciones, el Padre es ejemplo para poder ser compasivos con nosotros, comprendernos y acogernos y no juzgarnos por las equivocaciones, así iniciamos a ser primero compasivos con nosotros mismos para luego serlo con los demás. Enseñanza que nos da Jesús en relato de las parábolas.

Podemos ser compasivos con nuestra historia personal, acoger nuestro niño interior que siendo libre es que podemos ser alegres, felices, creativos, espontáneos, libres para hacer el bien, sanos para saber ver al otro, ver la gracia de Dios Padre en cada momento de vida que nos concede.

Novicia Mar Juana Rosario Toc Rosales

CORAZÓN MISIONERO

CORAZÓN MISIONERO

Como el padre me envió así también yo os envió (jn 20,21)

Escuchando la voz del Señor que nos envía a la misión, con corazón disponible es que podremos hacer lo que nos pide, experimentando el gozo en obedecer como Él obedeció al Padre, haciendo todo por amor, que es lo que da sentido a la vida en toda misión.

Se trata pues, de continuar con la misión de Jesús; así como Él caminó entre nosotros haciendo el bien, así nosotros también debemos caminar junto al pueblo, cumpliendo fielmente su mandato y siguiendo su ejemplo, caminar juntos hacia una misma meta: La vida eterna.

Novicia MAR Juana Rosario Toc Rosales

ALEGRAOS

ALEGRAOS

Cuando el gozo es de muchos, aun en los particulares es más abundante, por enfervorizarse y encenderse unos con otros (C 8,4,9) San Agustín

La comunidad es un espacio de crecimiento en todos los sentidos, es decir, la persona que vive en comunión con los demás gana más de lo que ya tiene, gana más alegría, más libertad, más experiencias, más historias, más fe, mas esperanza, ya que la vida compartida se hace una en todas, de modo que todas crecen juntas.

San Agustín al formar comunidad desea que todos vivan en una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios, fruto de esa unión de los corazones es la alegría. Que por señal es una de nuestras virtudes, está enraizada en el corazón de aquel que sabe amar generosamente, que responde al señor con todo lo que tiene y que confía plenamente en su voluntad y su gracia. La alegría es un regalo del Señor a sus hijos.

Teniendo alegría, fácilmente se sobrellevan las penas. San Pablo en la carta a los Filipenses dice Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.”, eso lo dice estando en medio a los sufrimientos, estaba en la cárcel, y aun estando allí exhorta a la comunidad a estar siempre alegres en el Señor, luego la alegría verdadera y duradera viene de Dios, y eso lo comprueba San Pablo y, junto con él, tantos hombres y mujeres que entregaron sus vidas enteramente al servicio del Señor.

Eduarda Bento, Novicia MAR