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¡OBRIGADO PORTUGAL!

¡OBRIGADO PORTUGAL!

Comienzo compartiendo esta experiencia con mucha alegría y también como dice San Pablo “con temor y temblor” porque fui agraciada, afortunada y bendecida al poder participar del encuentro de toda la Iglesia con Cristo, con María y el con el Papa Francisco. Digo que fue el encuentro de TODOS, no solo el encuentro de los jóvenes, aunque éramos muchos (la mayoría), pero me impresionaba ver a las personas mayores, de mediana edad, familias enteras, personas con discapacidad y niños, todos viviendo con gran fe y emotividad los días de la jornada.

Creo que cada día es una nueva oportunidad para volver a pasar por el corazón “algo” de todo lo vivido en Portugal y aunque quisiera narrar tantas experiencias, tantos detalles, nombrar a tantas personas, me detengo solo en algunos momentos que han quedado en mi corazón:

Nuestro grupo de peregrinos estaba conformado por 18 personas, éramos una comunidad bastante diversa y no todos nos habíamos visto antes, ni mucho menos nos conocíamos personalmente, pero nos unía la fe en Cristo y la convicción de vivir con intensidad la JMJ, creo que eso ya era un anticipo de lo que estaba por vivirse en el gran encuentro.

El 31 de julio sobre el medio día llegamos a Setúbal (Diócesis que nos recibió), sin embargo, hicimos el registro en la Iglesia San Sebastián, como comunidad nos dispusimos a realizar una caminata que nos llevó a la escuela de secundaria Bella Vista en la que nos hospedamos, fue una oportunidad para adentrarnos en la experiencia de peregrinaje, con nuestras mochilas cargadas y nuestro corazón lleno ilusiones comenzamos a ver y a descubrir en el compañero que iba a nuestro lado que nuestro viaje ya comenzaba a tener rostros y nombres concretos, historias de vida…

Hubo días difíciles en donde no faltaban los contratiempos por el trasporte, la salud, la comida, pero todo lo logramos superar en unidad, dialogo y ayuda mutua y siempre eran muy oportunas las palabras del Papa Francisco en sus reflexiones, especialmente en la Vigilia del sábado 5 de agosto: “Yo los dejo con esta idea, no más. Caminar. Y si uno se cae, levantarse, caminar con una meta, entrenarse todos los días en la vida. En la vida nada es gratis, todo se paga. Solo hay una cosa gratis, el amor de Jesús. Entonces con esto gratis que tenemos, el amor de Jesús y con las ganas de caminar, caminemos en la esperanza, miremos nuestras raíces. Sin miedo, ¡no tengan miedo!”. El Papa nos ha dejado una verdadera herencia de discipulado en estos días.

Una de las experiencias más gratificantes y que nos llenaron de alegría, fue, sin duda, estar en las calles inundadas de peregrinos, cantando, bailando, conversando, chocando las manos, intercambiando detalles, ¡era la Iglesia viva, la Iglesia misionera, la Iglesia en salida, la Iglesia que todos estamos llamados a seguir construyendo!.

Agracemos de corazón el cariño y dedicación de los voluntarios, especialmente de los que nos acompañaron en la escuela Bella Vista (Setúbal), cada uno de ellos con sus atenciones, cuidado y fraternidad nos hicieron sentir en casa, en familia, Dios los siga bendiciendo ¡OBRIGADO!

Hna. Diana Gómez, Misionera Agustina Recoleta.

LECTIO DIVINA- DOMINGO 24 – TIEMPO ORDINARIO

LECTIO DIVINA- DOMINGO 24 – TIEMPO ORDINARIO

No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

 INTRODUCCIÓN

El perdón no es más que una de las manifestaciones del amor y está en conexión directa con la debilidad humana. Uno de los graves errores del ser humano es creerse perfecto. Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que no lleve implícito el perdón. Dejaríamos de ser humanos si pudiéramos eliminar la posibilidad de fallar. Es lo que nos dice San Juan: “Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos y la verdad no está en nosotros” (1Jn. 1,8). No importan los muchos pecados con tal de reconocerlos con humildad y esperar con confianza el perdón de Dios que nunca falla.

 TEXTOS BÍBLICOS

 1ª lectura: Eclo 27, 30-28, 7

2ª lectura: Rm 14,7-9

 EVANGELIO: Mt 18, 21-35

 En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: «Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.» El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: «Págame lo que me debes.» El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: «Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.» Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: «¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.» Palabra del Señor

 REFLEXIÓN

  1. La importancia del perdón en las primeras comunidades. La importancia del perdón en las comunidades primitivas está motivada por la importancia que le dio Jesús. Lo afirma en el Padre Nuestro: “Lo mismo que el pan es necesario para vivir, el perdón es necesario para “convivir” (Mt.6,12). Lo exige para poder celebrar la Eucaristía: “Si al tiempo de presentar tu ofrenda ante el altar caes en la cuenta de que tu hermano tiene algo contra ti, deja la ofrenda y vete a reconciliarte con él” (Mt. 5,23-24). Y sabemos que Jesús se muere perdonando a los que lo están asesinando (Lc.23,34). Jesús sabe que somos frágiles, débiles, y vamos a caer. ¿Cómo poder levantarnos? Con nuestra capacidad de perdonarnos. Pero esta capacidad de perdonarnos no es posible si Jesús no va por delante. La comunidad primitiva ha quedado impactada por el comportamiento de Jesús que perdona y excusa a sus propios asesinos. ¿Cómo no le vamos a imitar, aunque sea de lejos?
  1. El perdón de Pedro es grande, pero insuficiente. Los rabinos más generosos del tiempo de Jesús, hablaban de perdonar las ofensas hasta cuatro veces. Pedro se siente mucho más generoso y añade otras tres. Siete era ya un número que indicaba plenitud, pero Jesús quiere dejar muy claro que no es suficiente, porque todavía supone que se lleva cuenta de la ofensa. La frase del evangelio «setenta veces siete»no podemos entenderla literalmente; como si fuera el resultado de una operación matemática: 70 X 7=490. Jesús no hace uso de las operaciones de la razón sino del corazón. A Jesús, Pedro le pide una medida para el perdón. Y Jesús le contesta que hay que perdonar sin medida. Y esto es lo que Jesús está viviendo en su corazón con relación a nosotros. Por eso es un error grave que, a la hora de perdonar al hermano, yo me fije en la persona que me ha ofendido y no me fije en Jesús. Por ese camino no encontraré salida. Tengo que fijarme en el perdón de Dios, en cómo me ha perdonado Dios a mí. Y a eso va la parábola. El perdón incluso a los enemigos, como lo pide Jesús, es algo no sólo difícil sino imposible para nosotros. Es obra de su gracia.
  1. El perdón de Dios es tan inabarcable como su amor. La clave de la parábola está en la enorme diferencia de las cantidades. Unos pocos euros comparados con millones de euros. La enormidad en el perdón es de Dios; la tacañería en el perdón es de los hombres.  En realidad, Dios no puede dejar de perdonarnos como no puede dejar de amarnos. Por eso, cuando Dios nos perdona nos sana del todo; mientras en el perdón humano siempre quedan cicatrices. A los judíos les costó muchísimo entender ese amor perdonador de Dios. Por eso, aún en la misma parábola hay resabios de una mentalidad judía, ajena al pensamiento de Jesús. No es probable que sean de Jesús las últimas palabras de la parábola: “El Señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda”. No coincide con lo que nos ha dicho antes de que Dios nos perdona todo, sin pedirnos nada a cambio. En la predicación de las parábolas durante más de 40 años, o en la última redacción del evangelista se han metido –a veces– algunos elementos vetero-testamentarios que distorsionan la auténtica parábola de Jesús.

SAN AGUSTÍN COMENTA

… Dos son, en efecto, las obras de misericordia que nos liberan, y que el mismo Señor ha brevemente expuesto en el evangelio: Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará. La primera —perdonad y seréis perdonados— se refiere al perdón; la segunda —dad y se os dará—, en cambio, se refiere a la prestación de un servicio. Dos ejemplos. Referente al perdón: tú quieres ser perdonado cuando pecas y tienes a tu vez otro al que tú puedes perdonar. Referente a la prestación de un servicio: te pide un mendigo, y tú eres el mendigo de Dios. En efecto, cuando oramos, todos somos mendigos de Dios: estamos a la puerta de un gran propietario, más aún, nos postramos ante él, suplicamos entre sollozos deseando recibir algo, y ese algo es Dios.

¿Qué te pide el mendigo? Pan. Y tú, ¿qué es lo que pides a Dios, sino a Cristo, el cual dijo: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo? ¿Deseáis ser perdonados? Perdonad: Perdonad y seréis perdonados. ¿Queréis recibir? Dad y se os dará.

Si consideramos nuestros pecados y contabilizamos los cometidos por obra, de oídas, de pensamiento y mediante innumerables movimientos desordenados, me parece que nos acostaremos sin una blanca. Por eso, a diario pedimos, a diario llamamos importunando en la oración a Dios para que nos oiga, a diario nos postramos y decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Qué deudas? ¿Todas o sólo algunas? Responderás: Todas. Pues haz tú lo mismo con tu acreedor. Tú mismo te fijas esta norma, tú mismo pones esta condición. A este pacto y a este compromiso te remites cuando oras y dices: Perdónanos, como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

 Sermón 83, 2-4

PREGUNTAS

 1.- ¿Estoy dando al perdón la importancia que le dio Jesús? ¿En qué lo noto?

 2.- ¿Me conformo con el perdón de Pedro? ¿O sigo a Jesús y trato de imitarle?

 3.- ¿Me siento anonadado ante el amor del Padre y su capacidad infinita de perdón? Y esto ¿a qué me compromete?

 ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

 

Los amigos de Jesús
caminamos tras sus huellas.
Con su perdón en la Cruz.
Él levantó una bandera.

Muchas veces en la vida,
pasamos por el dolor
de sufrir graves ofensas,
desprecios, burlas, traición.

Entonces reaccionamos
resentidos, con rencor:
“El que la hace me la paga”,
exclamamos con furor.

En cambio, Jesús nos pide
que tengamos compasión
del hermano que nos hiere,
y le ofrezcamos perdón.

Dios es misericordioso,
es una fiesta de amor.
Dios es Padre, y a sus hijos
perdona de corazón.

En nuestro Dios compasivo,
encontramos la razón:
Tenemos que perdonarnos
como nos perdona Dios.

Al perdonarnos, sentimos
Profunda paz interior.
¡Qué hermoso es ver los hermanos
habitar en comunión!

Haz, Señor, que entre nosotros
crezca esa bonita flor,
llamada perdón, olvido,
gracia, paz y compasión.

 (Escribió estos versos: José Javier Pérez Benedí)

Tomado de la pág web: diócesis de Aragón

ENTREGA DE DETERMINACIONES EN BOGOTÁ

ENTREGA DE DETERMINACIONES EN BOGOTÁ

Las comunidades de san Agustín, Bogotá y Centro misional de Yopal se congregaron para celebrar la fiesta de Nuestra Señora de la consolación el día 4 y para la Asamblea de divulgación de las Determinaciones del XIII Capítulo general el martes 5 de septiembre en Bogotá.

La jornada se inició con la Eucaristía presidida por el capellán de la casa P. Juan Cañellas en la que se agradeció al Señor por el trabajo capitular y se pidió la gracia de hacer vida las Determinaciones que fueron entregadas a las hermanas por las Hnas. Olga Vega, Myrian Neira y Ofir Muñoz.

A continuación, se realizó la asamblea que contó con el saludo vía online desde Granada de la Hna. Olga Lucía Pérez, quien retomando luces de las recibidas en el capítulo animó a las participantes.  En la parte introductoria la Hna. Olga Vega compartió el espíritu que animó al capítulo: la búsqueda de la comunión y la convicción profunda de que es el Espíritu Santo quien ha guiado a la congregación y cuya acción se sintió en el capítulo de forma sensible, a través de las diversas iluminaciones recibidas y del proceso en sí del capítulo. Según la distribución previa que se había hecho del trabajo a realizar, cada una de las vocales fue explicando los diversos apartados del texto de las determinaciones y se acompañó con dinámicas para introducir o desarrollar cada una de ellas.

Las hermanas muy receptivas participaron activamente y se cerró la jornada con el rezo de Vísperas.

RENOVACIÓN DE VOTOS

RENOVACIÓN DE VOTOS

El día 4 de septiembre, en la comunidad de las Misioneras Agustinas Recoletas en Triana- Madrid las hermanas Diana Patricia Gómez Saavedra y Yessica Guadalupe Victoria Juárez, renovaron votos por dos años y un año respectivamente.

A las 7:30 pm se da inicio a la celebración Eucarística presidida por el Padre Raúl Reinoso, Agustino Recoleto. Las hermanas de la comunidad de Triana: Teresa Díaz y Marisa Martínez, con las hermanas de la comunidad de la curia general: Cecilia Gallardo, Francisca Yan Chu Mei y Olga Lucía Pérez R, estaban presentes para acompañar a las dos hermanas en este momento especial de su vida, en el seguimiento de Jesús.

Los teólogos de la Provincia Ntra. Sra. de la Candelaria, que hace unos meses viven en Madrid, fueron invitados y muy disponibles entonaron los cantos.
Dos amigos de las hermanas de la comunidad de Triana Gabi y Edgar, una familia mexicana que residen cerca de la comunidad, asistieron a la celebración.

Durante la celebración se experimentó el gozo por la Palabra escuchada y reflexionada, por la renovación de las hermanas como signo de fidelidad, de fe en el llamado, de abandono a los planes de Dios y los cantos que invitaban a la entrega, todo dejó huella en el corazón.

Finalmente, se pasó a compartir la mesa de la fraternidad, donde la alegría, la espontaneidad, los recuerdos hicieron posible crecer en fraternidad.
Así se escribió una página más en la vida de cada uno y de la Iglesia.

Animo Diana y Yessica, la misión las espera….

LECTIO DIVINA | 23 DOMINGO TIEMPO ORDINARIO | CICLO A

LECTIO DIVINA | 23 DOMINGO TIEMPO ORDINARIO | CICLO A

 

«Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?…» Oración inicial

1. Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

  1. Mateo 18,15-20

15 «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.
18 «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

a) Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mateo 18;15-16: Corregir al hermano y restablecer la unidad
Mateo 18,17: Quien no escucha a la comunidad se autoexcluye
Mateo 18,18: La decisión tomada en la tierra es aceptada en el cielo
Mateo 18,19: La oración en común por el hermano que sale de la comunidad
Mateo 18,20: La presencia de Jesús en la comunidad

b) Comentario del texto:

Mateo 18,15-16: Corregir al hermano y reconstruir la unidad.
Jesús traza normas sencillas y concretas para indicar cómo proceder en caso de conflicto en la comunidad. Si un hermano o hermana pecan, o sea, si tienen un comportamiento en desacuerdo con la vida de la comunidad, tú no debes denunciarlo públicamente delante de la comunidad. Antes debes hablar a solas con él. Trata de saber los motivos de obrar del otro. Si no obtienes ningún resultado, convoca a dos o tres de la comunidad para ver si se obtiene algún resultado. Mateo escribe su evangelio alrededor de los años 80 o 90, casi a finales del primer siglo, para las comunidades de judíos convertidos, provenientes de Galilea y de Siria. Si recuerda con tanta insistencia estas frases de Jesús, es porque, de hecho, en aquellas comunidades había una gran división en torno a la aceptación de Jesús Mesías. Muchas familias estaban divididas y eran perseguidas por sus mismos parientes que no aceptaban a Jesús, como Mesías (Mt 10,21.35-36.

Mateo 18,17: Quien no escucha a la comunidad se autoexcluye
En último caso, agotadas todas las posibilidades, el hecho del hermano reticente se necesita exponerlo a la comunidad. Y si la persona no quisiese escuchar el consejo de la comunidad, entonces que sea por ti considerado “como un publicano o un pagano”, o sea, como una persona que no pertenece a la comunidad y mucho menos que quiera formar parte de ella. Por tanto, no eres tú el que lo estás excluyendo, sino que es ella misma la que se excluye de la convivencia comunitaria.

Mateo 18,18: La decisión tomada en la tierra es aceptada en el cielo
En Mateo 16,19, el poder de perdonar se le da a Pedro; en Jn 20,23, este mismo poder se le da a los Apóstoles. Ahora, en este texto, el poder de perdonar se le da a la comunidad: “todo lo que atéis sobre la tierra será atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra será desatado también en el cielo”. Aquí aparece la importancia de la reconciliación y la enorme responsabilidad de la comunidad en su modo de tratar a sus miembros. No excomulga a la persona, sino sencillamente ratifica la exclusión que la persona misma había tomado públicamente saliendo de la comunidad.

Mateo 18,19: La oración en común por el hermano que sale de la comunidad
Esta exclusión no significa que la persona sea abandonada a su propia suerte. ¡Al contrario! Puede estar separada de la comunidad, pero no estará separada de Dios. Por esto, si la conversación en la comunidad no da ningún resultado y si la persona no quiere ya integrarse en la vida de la comunidad, continuamos teniendo la obligación de rogar juntos al Padre para obtener la reconciliación. Jesús garantiza que el Padre escuchará.

Mateo 18,20: La presencia de Jesús en la comunidad
El motivo de la certeza de ser escuchado es la promesa de Jesús: “Allí donde dos o tres están reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos”. Jesús dice que Él es el centro, el eje de la comunidad, y como tal, junto a la comunidad ora al Padre, para que conceda el don del retorno al hermano que se ha excluido.

SAN AGUSTÍN COMENTA

Mt 18,15-20: ¿Acaso eres justo tú porque él calla?

Hay algo realmente grave. Los hombres desprecian de tal modo la medicina del perdón, que no sólo no perdonan cuando se les ofende, sino que tampoco quieren pedirlo cuando ellos pecan. Penetró la tentación y se apoderó la ira de ellos. De tal manera les dominó el deseo de venganza, que no sólo se apoderó de su corazón, sino que hasta la lengua vomitó ultrajes y crímenes… ¿No ves hasta dónde te arrastró, a dónde te precipitó? Adviértelo y corrígete. Confiesa: «Hice mal»; confiesa: «Pequé». Si confiesas tu pecado, no morirás; sí, si no lo confiesas. Cree a Dios, no a mí. ¿Qué soy yo? Soy un hombre, hermano vuestro, soy un enfermo y soporto la carne: todos debemos creer a Dios. Miraos a vosotros mismos. El mismo Cristo dice: Si peca tu hermano, corrígele a solas. Si no te escucha, lleva contigo a otros dos o tres. En la boca de dos o tres testigos estriba la verdad de toda palabra. Si tampoco les oye a ellos, avisa a la comunidad. Y si tampoco escucha a la comunidad, sea para ti como un pagano y publicano (Mt 18,15-17). El pagano es un gentil; y gentil es aquel que no cree en Cristo. Si no escucha a la comunidad, dale por muerto.

(…) «El juicio está lejano», dices. ¿Quién te ha dicho que lo está? ¿Acaso porque esté lejano el día del juicio está lejano también tu propio juicio? ¿Cómo sabes cuándo ha de llegar? ¿No se echaron muchos a dormir y no se levantaron jamás? ¿No llevamos en nuestra propia carne la misma muerte? El vidrio, aunque frágil, dura mucho tiempo si se le trata con cuidado; y de esa manera encuentras copas de abuelos y bisabuelos, en las que aún beben nietos y bisnietos. Tan gran fragilidad, cuidada, ha llegado a ser añosa. Nosotros; por el contrario, somos hombres y estamos expuestos a innumerables peligros cotidianos.

Sermón 17,6-7

  1. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.
  2. a) ¿Qué parte del texto te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
    b) ¿Cuáles son los consejos que Jesús nos da para ayudar a las personas a resolver los problemas de la comunidad y reconciliarse entre ellos?
    c) ¿Cuál es la exigencia fundamental que surge de estos consejos de Jesús?
    d) En Mateo 16,19, el poder de perdonar viene dado a Pedro; en Jn 20,23 este mismo poder se le da a los Apóstoles. Aquí, el poder de perdonar se confiere a la Comunidad. Nuestra comunidad, ¿cómo usa este poder de perdonar que Jesús le confiere?
    e) Jesús ha dicho: “Donde dos o tres está reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos”. ¿Qué significa esto para nosotros hoy?
    Para aquéllos que desean profundizar aun más en el texto
  3. Oración: Salmo 32

La confesión libera del pecado

¡Dichoso al que perdonan su culpa
y queda cubierto su pecado!
Dichoso el hombre a quien Yahvé
 no le imputa delito,
 y no hay fraude en su interior.

Guardaba silencio y se consumía mi cuerpo,
cansado de gemir todo el día,
pues descargabas día y noche
tu mano sobre mí;
mi corazón cambiaba como un campo
que sufre los ardores del estío.

Reconocí mi pecado
y no te oculté mi culpa;
me dije: «Confesaré
a Yahvé mis rebeldías».
Y tú absolviste mi culpa,
perdonaste mi pecado.

Por eso, quien te ama te suplica
llegada la hora de la angustia.
Y aunque aguas caudalosas se desborden
jamás le alcanzarán.
Tú eres mi cobijo,
me guardas de la angustia,
me rodeas para salvarme.

«Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir;
sin quitarte los ojos de encima, seré tu consejero».
No seas lo mismo que caballo o mulo sin sentido,
 rienda y freno hacen falta para domar su brío.

Copiosas son las penas del malvado,
mas a quien confía en Yahvé lo protege su amor.
¡Alegraos en Yahvé, justos, exultad,
gritad de gozo los de recto corazón!

Tomado de la página web de los Carmelitas

SALMO: «CONTEMPLARTE»

SALMO: «CONTEMPLARTE»

Deseo contemplarte en lo pequeño, en lo sencillo, en lo cotidiano, porque ahí me estarás recordando que te manifiestas sin mas.
Deseo contemplarte en el silencio, en la brisa suave y en el susurro de las aves, porque ahí me estarás recordando que siempre me hablas al oído.
Deseo contemplarte en la brisa suave que toca mi rostro y me hace sentir que eres TU el que estás aquí.
Deseo contemplarte en mis dudas, en mis miedos, en mi desolación porque ahí estarás piendiéndome que confíe mas en ti.
Deseo contemplarte en mis alegrías, en mis esperanzas, en mis sueños y anhelos porque ahí estarás tu, diciéndome que vale la pena seguir tus huellas.
Deseo contemplarte en mi debilidad, en mi humanidad, en mi vulnerabilidad y en mi miseria, porque ahí estarás tu, recordándome que no soy perfecta y que sin ti nada puedo hacer.
Deseo contemplarte en lo sencillo, en lo profundo de mi corazón y hallar ahí tu dulce voz, porque es que sin ti, nada tiene sentido.
Gracias, Jesús, porque me permites desear contemplarte y sentirte en todo lo creado.
 
 
 
 
Hna. Wenderlyng, MAR 
 

 

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