SANTÍSIMA TRINIDAD

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-18

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

El sacrificio de Jesús será fuente de vida y salvación para los creyentes, revelará la grandeza de su amor (15,13). A Nicodemo le anuncia el amor de Dios al mundo (16), y en la cena enseñará a los suyos los canales por donde ese amor discurre para llegar al mundo: El Padre ama a Jesús; Jesús ama a sus discípulos; los discípulos deberán amar según el ejemplo de Jesús. El amor de Dios no tiene límites, pero lo trágico es que los hombres rechazan la luz de la fe para vivir en la comodidad y suciedad de las tinieblas. Cuando Jesús envíe su Espíritu, éste pondrá de manifiesto los pecados y las injusticias del mundo (16,7-11) (Schökel).

La inmensa mayoría de los cristianos no sabe que al adorar a Dios como Trinidad estamos confesando que Dios, en su intimidad más profunda, es solo amor, acogida, ternura. Esta es quizá la conversión que más necesitan no pocos cristianos: el paso progresivo de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor. (…) pero Dios es Trinidad, es un misterio de Amor. Y su omnipotencia es la omnipotencia de quien solo es amor, ternura insondable e infinita. Es el amor de Dios el que es omnipotente. Dios no lo puede todo. Dios no puede sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de la esfera del amor nos fabricamos un Dios falso, una especie de ídolo extraño que no existe. Solo cuando uno intuye desde la fe que Dios es solo Amor y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino Amor presente y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos por Jesús es que no puede sino amarnos (Pagola).

SAN AGUSTÍN COMENTA

Jn 3, 16-18: Lo que es común al Padre y al Hijo, establece la unión entre nosotros y con ellos

Sabéis, hermanos, que en la invisible e incorruptible Trinidad que profesa y anuncia la fe verdadera y la Iglesia católica, Dios Padre no es «padre» del Espíritu Santo, sino del Hijo; y que Dios Hijo no es «hijo» del Espíritu Santo, sino del Padre; y que Dios Espíritu Santo no es «espíritu» de solo el Padre o de solo el Hijo, sino del Padre y del Hijo. Sabéis también que esta Trinidad, aun mantenido la propiedad específica y la sustancia de cada persona, en razón de la indivisible e inseparable esencia o naturaleza de eternidad, verdad y bondad, no es tres dioses, sino un único Dios.

(…) Por tanto, han querido que, mediante lo que es común al Padre y al Hijo, nosotros entremos en comunión entre nosotros y con ellos. Han querido también constituirnos en unidad, la unidad que tienen ambos, por medio de ese Don, es decir, por medio del Espíritu Santo, Dios y Don de Dios, pues en él nos reconciliamos con la divinidad y gozamos de ella. (…) Ahora bien, la caridad se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha donado. Y ya que por los pecados estábamos lejos de poseer los auténticos bienes, la caridad cubrió la muchedumbre de los pecados. El Padre es, pues, para el Hijo verdad, origen veraz, y el Hijo es la verdad, nacida del Padre veraz; y el Espíritu Santo es la bondad, derramada por el Padre bueno y por el Hijo bueno; y los tres son una divinidad igual, inseparable unidad (Sermón 71, 18-19).

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

-Medito en esta doble dimensión: ¡Dios es Amor, Dios es donación! Entrega lo más amado: su Hijo, y en el Hijo, se dona a sí mismo.

-El Dios de Jesús es el Dios que ha amado y ama a este mundo concreto, a mí en concreto, con mi pecado. Es un Dios que nunca quita, sino que siempre da, y nos ha dado a su hijo primogénito para que tengamos vida.

-¿Qué sentimiento se  despierta en mi ante el amor infinito de Dios y de Cristo?

-¿Qué significa para mí, ser salvado por Cristo?¿Cómo puedo colaborar con el plan de salvación de Dios?

-¿Cómo experimento a Dios Trinidad en mi vida? ¿El Dios de Jesús y su evangelio coincide con la imagen y la experiencia que tengo yo de “Dios”?

-Contempla cómo Dios trino habita en tu corazón. Cómo llena todo tu interior y anima y da sentido a tu vida. Contempla y adora.

-Contempla a Cristo en la cruz y contempla el infinito amor que Dios ha tenido al mundo para enviarnos a su Hijo por nosotros. Contempla el amor de Cristo que ha entregado su vida por ti. Contempla, agradece y adora.

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Trinidad santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro, yo te amo, yo me entrego a ti, alma, vida y corazón, soy tuya. Te pertenezco.

Gracias Padre, por tu gran amor, compasión y misericordia. Por ser amor eterno y amor que se dona; gracias porque en ti estoy segura, palpo cada día tu ternura y me siento protegida con tu gracia y tu providencia. ¡Tu vida en mí es eterna!

Gracias Hijo, rostro humano del Padre, que existes desde el principio y eres exaltado con tu pasión, muerte y resurrección, concediéndonos el perdón y abriéndonos las puertas de la felicidad eterna.

Gracias Espíritu Santo, que alientas nuestra vida, espléndido en tus dones, luz que penetras nuestros corazones, dulce huésped del alma, sanador, santificador, purificador, transformador, dador de dones, gozo que enjuga las lágrimas.

Gracias, Trinidad santa, a ti el honor y la gloria, que nuestra gloria sea la tuya, que la tuya sea la nuestra, para  darte siempre alabanza, y renacer a la vida eterna en tu presencia, cada día. ¡Inmensas gracias!

Oración colecta

Dios Padre, que revelaste a los hombres tu misterio admirable
al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador;
te pedimos que, en la profesión de la fe verdadera,
podamos conocer la gloria de la eterna Trinidad
y adorar al único Dios todopoderoso.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.