Llevamos más de dos meses y medio en el que se denominó el COVID – 19, como pandemia mundial. Son muchas las familias que hasta el momento siguen perdiendo a sus seres queridos; hay mucho dolor, mucho sufrimiento y ansiedad hacia lo incierto, hacia el futuro. Pero también, ha sido un buen momento de poder contar cómo lo estamos viviendo desde la casa Madre de Monteagudo.  Nuestra comunidad al ser de hermanas mayores y muchas de ellas limitadas, sin poder salir a la calle, no han experimentado los problemas que la sociedad hasta el momento está sufriendo por el confinamiento, familias que viven en espacios muy pequeños y que es duro para ellos porque no tienen los medios suficientes para afrontar esta pandemia.

Nuestra hermana María Tos nos cuenta: “Yo lo veo como algo positivo en mi vida interior, pues aquí en Monteagudo hay el espacio necesario para reflexionar, caminar, gozar de la naturaleza, rezar por el mundo que hay fuera; no quita que seamos ajenas a la realidad, pues no hemos dejado de orar y nuestra oración se ha intensificado y el mundo se ha unido en la oración, incluso, de todas las religiones estamos pidiendo para que esta situación que nos toca vivir vaya cambiando, esto nos ha llevado a estar más unidas a Dios en nuestra vida personal,  creo que Dios nos está pidiendo algo a cada uno y debemos escuchar y saber responder, esta pandemia nos tiene que dejar algo bueno en medio de tanto sufrimiento”.

Y la hermana Natividad Sáez también nos dice: “a los pocos días de comenzar la pandemia recibí una noticia donde tenía que poner del yermo de la fe y esperanza y la coraza de la caridad, desde ese momento pensé que Dios estaba sacando algo bueno para nosotras, para el mundo entero y eso a mí, me ha hecho caminar con esperanza, con alegría y cercanía a la realidad; he sentido angustia, por pensar también en mi familia, pero gracias a Dios me siento con la confianza plena de que nuestro Señor va a sacar algo positivo para la humanidad. Van a ser brotes de fraternidad, de cercanía unos con otros, de sabernos querer un poco más, creo que la humanidad en general estábamos viviendo una vida muy lejos, light, de lo que Dios nos estaba exigiendo en nuestros días”.

No perdamos la confianza de que Dios está a nuestro lado, pues Él no quiere dolor y sufrimiento para el mundo, sino que quiere un mundo de paz, de justicia y de amor; nos quiere humanizados, capaces de llevar la cruz personal y la de los hermanos caminando a su encuentro, desde Monteagudo las hermanas, seguimos unidas a la oración del mundo, esperando junto a Jesús la luz en el camino que nos hará ver que es posible un mundo donde el ser humano cuide de la casa común que es para todos sin excepción.

Hnas. MAR Monteagudo.