Vivir en el lado sagradamente humano de la vida

El día que viajaba a Venezuela celebrábamos la fiesta de la epifanía del señor, conocida también como el día de reyes. Muchos amigos me decían: “che Fer, que regalito de reyes que te diste! A lo que yo respondía con una carcajada… sin embargo después de haber compartido un mes en Venezuela…creo que fue así… regalito, pero de muchas epifanías juntas. Y por qué digo esto? Sabemos que el término epifanía significa manifestación del Señor y ciertamente creo que este fue un viaje donde el Señor se manifestó de muchas maneras.

Comienzo con mi estadía y todo lo compartido con las hermanas en Caracas y Maracaibo, en ellas descubrí al Jesús-hermano que se hacía presente en cada oración, almuerzo, salida, y en la entrega cotidiana de cada una de ellas. ¡¡¡Gracias!!!

Recorrer y compartir en dos barrios particulares de Caracas, fueron muy claves para mí (la Dolorita en el barrio de Petares, y La Pastora) claves porque en cada «chamo» en cada realidad de muerte pero también, realidad posible de tanta vida, descubrí a un Dios en una condición de vulnerabilidad, pequeñez, sencillez y sobre todo fragilidad.

Pude saborear y vivir la frase de una canción que golpeaba en lo profundo de mi corazón… «volver al barro para sentir mi presencia… embarrarse para ganar transparencia»

Creo que no hace falta que explique mucho!! Solo digo que el barro es signo de lo frágil pero también de vida, y compartir con estas personas fue de alguna manera volver al barro y sentir la presencia de Jesús.

Podría escribir mucho más pero concluyo diciendo que parte de mi corazón quedo allí en la querida y hermosa Venezuela, y cada vez que vea en un mapa de geografía, escuche alguna gaita, traiga a mi olfato el olor de las arepas calentitas o alguna propaganda de esos paisajes lindos, recordaré que yo estuve ahí, que yo sentí ahí, que yo amé ahí, y automáticamente vendrán a la mente y al corazón rostros de personas que con su vida me permitieron palpar y disfrutar de lo bello que es vivir en el lado sagradamente humano de la vida.

Fernando Ruiz 

(Buenos Aires, Argentina)

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