+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 5, 1-11

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes».

Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.

Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.  Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Lucas ha cambiado de lugar la llamada a los primeros discípulos, que tanto en Marcos como en Mateo se encuentra antes de las primeras obras de Jesús (Mc 1,16-20; Mt 4,18-22). En Lucas viene después de la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret (4,14-30), de sus primeros signos (4,31-44) y de la pesca milagrosa. De este modo explica mejor la pronta respuesta de los discípulos.

El pasaje es un relato teológico basado en hechos históricos, como la enseñanza de Jesús a orillas del lago de Genesaret; la profesión de los primeros discípulos, que eran pescadores; las incontables veces que Jesús y ellos anduvieron por el lago, pescaron juntos y charlaron entre sí, etc. Como relato teológico nos revela la iniciativa divina, la experiencia profunda que acompaña la fe, la decisión y la generosidad de la respuesta humana; la estrecha unión entre fe y envío misionero, el impulso misionero de las primeras comunidades…

El encuentro y la llamada fue tan fuerte que les trocó por completo. Se nota sobre todo en las palabras de Pedro: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador” (v.8); en la expresión “estaban pasmados” (v.9), y en la actitud y decisión de “dejar todo y seguirle” (v.11). (…)

La iniciativa parte de Jesús. Él pide y llama a cualquiera. No importa que hayamos fracasado, estemos cansados o seamos pecadores. Llama gratis. El texto evangélico insiste, sin embargo, en la existencia de un grupo humano ya constituido y en el liderazgo de Simón, previos a la llamada de Jesús. Jesús asume las realidades humanas, mas cambia su dirección.

Simón reconoce que el liderazgo de Jesús es superior al que él ejercía sin fruto: “Jefe, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero fiado en tu palabra, echaré las redes” (v.5). El término “jefe” es buena muestra del concepto que él y sus compañeros tienen de Jesús. A partir de ahora, los discípulos siempre que se dirijan a Jesús lo llamarán así, pues lo consideran un líder. Simón echará las redes para pescar sólo por habérselo pedido Jesús. El resultado, bajo las directrices del Señor, es totalmente otro: “Capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes”. Pero no sólo cambia el resultado; Jesús cambia también la dirección del grupo y de las personas: “No temas; desde ahora lo que pescarás serán hombres” (v.10). Simón Pedro y sus compañeros dejan los valores en que confiaban hasta ahora y empiezan el seguimiento de Jesús (v.11).  (Ulibarri, F).

SAN AGUSTÍN COMENTA

Lc 5, 1-11: Sed buenos entre los malos y seréis buenos sin compañía de malos

Distingamos las dos pescas, una antes y otra después de la resurrección. En la primera, las redes se echan indistintamente: no se nombra la derecha, para que no se piense que todos son buenos; ni la izquierda, para que no se entienda que hay sólo malos; así, pues, hay mezcla de buenos y malos. A causa de la gran cantidad, las redes se rompían. Las redes rotas simbolizan los cismas. Lo estamos viendo; así es, así acontece. (…)

Vivid santamente en medio de los malos; que los malos cristianos no os arrastren a vivir mal. No piense tu corazón: «sólo yo soy bueno». Si comienzas a ser bueno, cree que hay también otros buenos, si tú has podido serlo. No adulteréis, no forniquéis, no os dediquéis al fraude, no robéis, no digáis falso testimonio, no juréis en falso, no os embriaguéis, no rehuséis devolver un préstamo, no os quedéis con lo ajeno encontrado en la calle. Cumplid todo esto y otras cosas semejantes, viviendo seguros en medio de los peces malos. Nadáis en el interior de la misma red; pero llegaréis a la orilla; después de la resurrección os encontraréis a su derecha. Allí nadie será malo. Si no la cumplís, ¿de qué os aprovecha conocer la ley?; ¿de qué os sirve conocer los mandamientos de Dios, saber qué cosa es buena y cuál es mala? ¿No reprueba la conciencia esa ciencia? Aprended, pero para obrar. Sermón 249, 2

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

  1. Sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre” Jesús baja, se sienta, mora en medio de nosotros, se abaja hasta tocar nuestra tierra y desde esta pequeñez nos ofrece su enseñanza, su Palabra de salvación. Jesús me ofrece tiempo, espacio, disponibilidad plena para encontrarlo y conocerlo, pero ¿Sé quedarme, permanecer, radicarme en Él, delante de Él?
  2. “Le rogó se alejara un poco de tierra”. La petición del Señor es progresiva. Después de separarse de tierra, Él pide que se adentre en el mar. “¡Aléjate de tierra! ¡Boga mar adentro!” Invitaciones dirigidas a todas las barcas de todos los hombres y mujeres. ¿Tengo fe, tengo confianza, confío en Él y por eso me dejo llevar o abandono la pesca? Me miro dentro con sinceridad y seriedad: ¿Dónde están plantados los anclajes de mi vida?
  3. “Echaré las redes”. Pedro nos ofrece un ejemplo luminoso de fe en la Palabra del Señor. En este pasaje el verbo “echar” aparece en dos ocasiones: la primera está referido a las redes y la segunda a la misma persona de Pedro. El significado es fuerte y claro: delante del Señor podemos echar todo nuestro ser. Nosotros echamos, pero Él recoge. Siempre, con una fidelidad absoluta e infalible. ¿Me siento dispuesto a tomar mi vida tal como es hoy y arrojarla a los pies de Jesús, para que Él, una vez más, me recoja, me sane, me salve, haciendo de mí un hombre nuevo?
  4.  “Hicieron señas a los compañeros de la otra barca”. Pedro, de nuevo, me sirve de guía para mi camino y me indica la vía de apertura a los otros, de la participación, porque en la Iglesia no es posible estar aislados y cerrados. Todos somos enviados: “Ve a mis hermanos y diles” (Jn 20, 17) ¿Pero sé yo acercar mi barca a la de los demás? ¿Sé verter en la existencia de los otros hermanos y hermanas los dones y las riquezas, que el Señor ha querido confiarme en depósito?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

“Verdaderamente es admirable ver la providencia que tiene el Señor con nosotras y cómo nos ayuda en todo. Ya podemos agradecérselo siendo muy santas. Es el mejor medio de decirle que estamos dispuestas a pagar esa deuda con la moneda de una vida santa (M. Esperanza, pensamientos).

ORACIÓN

Dios nuestro,
cuida a tu familia con incansable bondad,
y, ya que solo en ti ha puesto su esperanza,
defiéndela siempre con tu protección
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…