Creo que muchos de nosotros, cuando niños, llamábamos a nuestras madres, en momentos de necesidad, de tristeza, de alegría, y también de miedo. Llamar a nuestra mamá es un gesto de alguien que sabe que ella siempre va a venir a nuestro encuentro, y siempre va escucharnos y ayudarnos con profundo amor, aunque a veces no percibimos.

La Virgen María, es madre, de Dios y nuestra, y así como hacíamos cuando niños, podemos hacer ahora como adultos, pues para la madre, para cualquier madre, continuamos siendo niños, y no nos hace mal buscarla como niños, pues es justo lo que necesitamos.

La experiencia de sentirnos hijos/as de nuestra Señora, es una de las experiencias más lindas, es sentir consuelo, amor, cariño, es sentirnos seguros sabiendo que tenemos una madre que no cesa de cuidarnos.

Yo, viniendo de una familia católica, fui enseñada a siempre hablar con María, a llamarla en mis dudas, en mis dolores, y en tantas situaciones de la vida. La verdad es que no existe hora cierta de llamar a María, sino que en todo momento ella nos ampara, siempre nos escucha, nos ama.

Antes de entrar al convento, yo recé el rosario, pidiendo discernimiento, pidiendo coraje y consuelo, pues no es fácil dejar la familia, amigos, comunidad. Ella fue para mí una gran fuerza y continúa siendo para mí, mi mamá, mi compañera y formadora.

Hace poco en el mes pasado, mayo, estuvimos conmemorando el mes de María, donde el Papa Francisco hizo y pidió que hiciéramos una “maratón de oración” a la Virgen María, para pedir por el fin de la pandemia,  y cada día del mes se rezaba en un santuario mariano diferente, cada uno en un país distinto, cada día por una intención o un tema diferente, pero siempre con un gran deseo, que era el fin de la pandemia.

Con eso el Papa nos invitó a todos a volver nuestros ojos a María y déjanos acoger por ella que fue madre y discípula, y que sabe lo que es el dolor, el sufrimiento, ella comprende y consuela.

 Que podamos siempre tener ese corazón de niño que confía su vida a su madre, que podamos, principalmente en este momento de pandemia, pedir por tantas personas que están sufriendo las  consecuencias del covid-19, enfermos, desempleados, familias rotas, personas que están en depresión, familias carentes y tantas más que están necesitando de oración, del regazo de una madre.

Eduarda Bento Ramos

Pre-Novicia, MAR