Hoy quiero compartirles una pequeña reflexión sobre la alegría de entregar nuestra vida en comunidad, porque es allí donde vamos aprendiendo a salir de nosotros mismos, nos vamos enriqueciendo con lo que las hermanas aportan para nuestro crecimiento personal, siendo un espacio de libertad, donde podemos recrearnos y dar la alegría que el Señor nos ha regalado.

La misión primera es la comunidad, en donde vamos compartiendo, amando y sirviendo a Dios en las hermanas, dando paso a que el Señor actué en nuestra vida y en medio de la comunidad.

Es una experiencia profunda, alegre y que vale la pena vivir.

Yessica Victoria, Novicia MAR.