La reconciliación, camino para la paz

COMUNICADO DE LA ASAMBLEA DE SUPERIORES MAYORES

CONFERENCIA VENEZOLANA DE RELIGIOSAS Y RELIGIOSOS

Caracas, 11 de Mayo 2015

            Nosotros, religiosos y religiosas en Venezuela, hombres y mujeres comprometidos con la Vida desde el Evangelio, deseamos expresar nuestra solidaridad y nos negamos a permanecer indiferentes ante los innumerables hechos de violencia que tienen sumido a nuestro pueblo en la angustia, el terror y la desesperanza. Ese clamor de la realidad, nos hace pedir perdón por las veces que hemos alimentado la división en nuestro país y también nos llama a sostener en la fe y la esperanza a este pueblo que, ya en otros momentos, ha caminado a oscuras y ha sabido levantarse desde la fe en Jesucristo Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6).

            Alzamos nuestra voz no desde una parcialidad política. Nuestra preocupación nace esencialmente de la fe, que nos permite descubrir en el otro a un hermano, creado también a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Por eso, nos duele hondamente cómo en nuestro país vivimos un proceso de deshumanización que nos obliga a huir y defendernos de los demás. Un proceso potenciado en forma decidida por la violencia, en todas sus manifestaciones. Esta sigue despojando de su dignidad a miles de hombres y mujeres atrapados en una espiral de muerte. Ante ello, los religiosos y religiosas deseamos proponer caminos de encuentro, reconciliación y comunión como país.

            Agradecemos el Don del Evangelio dado en Jesucristo, Nuestro Señor, que nos hace hombres y mujeres de fe para acoger y optar por el perdón y la reconciliación. Todos sabemos que el dolor de las víctimas no se mitiga con la muerte de los victimarios. El único camino para superar el dolor y la angustia producidos por la muerte de los que amamos es la reconciliación que conduce a la paz. Es imposible pensar en el perdón y en la reconciliación desde el dolor de las víctimas. Pero sí es posible pensar en ello si decidimos perdonar desde Jesucristo, el Hijo de Dios, que nos permite a todos ser hijos/as y hermanos/as en él. 

 

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