No, no hemos desistido, ni tirado la toalla, ahora menos que nunca. La llama sigue encendida, y el camino es largo por recorrer. Hacemos un alto en el camino, sólo para tomar impulso, para escuchar al que es nuestra única Verdad y Vida.

Seguimos para contar lo que hemos visto en medio de un mundo que vive acelerado y sin parar, somos oasis que se mantienen de una fuente que no es de esta tierra y que se disponen a ser agua para otros, para todos.

Nuestra misión sigue en pie, nuestro objetivo cobra vida, se transforma, es revitalizado por un Espíritu que no descansa ni cesa en su inspiración. Ahora más que nunca seguimos siendo llamadas e interpeladas por la realidad que en su silencio grita pidiendo paz, amor, misericordia, alegría, esperanza. Que en su ruido pide acogida, serenidad, verdad y ante todo fraternidad.

Seguimos siendo misioneras en la situación que nos encontramos, en comunidad de hermanas que mantienen su centro en Cristo Jesús que no apaga el pábilo vacilante ni la caña cascada y manifiesta toda su fuerza en nuestra debilidad.

No, no hemos renunciado a seguir siendo anuncio de Buenas Noticias en medio de los que sufren, no renunciamos a nuestro ser misionero, porque fuimos llamadas por alguien que no tiene fin y que mantiene su promesa infinita de permanecer con nosotras y en medio de todo aquel que cree.

Continuamos conociendo nuestras comunidades y su trabajo, su misión, su pastoral, su entrega en el día a día. Porque el conocernos como comunidad y reconociendo nuestros dones a la luz del que es la Vida, nos sentiremos unidas, perseverantes y entregadas en aquello que realizamos, sabiendo que toda nuestra fuerza viene de Aquel que nos llama como Misioneras Agustinas Recoletas.

Secretariado de Misión y Secretariado de secretaria y Comunicación