Ejercicios Espirituales Agustinianos En El Noviciado

“Levantad al corazón a  Dios: Levantad el corazón. No lo tengáis en el suelo; el corazón se pudre al contacto con la tierra; levantadlo hacia el cielo”.  San Agustín.

 Con un corazón agradecido les comparto el gran regalo que Dios Padre me hizo en estos días, de haber podido vivir por primera vez los “Ejercicios Espirituales Agustinianos”.

Cada día reflexionábamos un tema:
I.    El Fundamento de la Comunidad Hech 2, 42- 47; Hch 4, 32- 35.
II.    Comunidad y Oración Lc 11, 1-13.
III.    La Comunidad y la Caridad Fraterna 1Jn 4, 7-21.
IV.    La Comunidad y el Perdón-  Mt 18, 21-35.
V.    La Comunidad y la Eucaristía 1 Cor 12, 12-30.

El día lo comenzábamos con el rezo de Laúdes y  la Eucaristía. En la  la mañana y en la tarde la hermana Nieves Mary Castro nos daba la charla correspondientes al tema del día, en donde nunca faltaba el aporte de alguna hermana que enriquecía con sus experiencias vividas. 

En el desayuno y almuerzo se hacía una lectura de biografías mínimas de santos/as de nuestra familia Agustiniana. Todas las jornadas fueron en completo silencio.

Por la tarde teníamos el rezo de Vísperas junto con el Santo Rosario.  Y para cerrar el día compartíamos lo que cada una había rezado y reflexionado. Era un momento muy enriquecedor ese compartir y evaluar a la luz de lo recibido.

Agradecida a Dios por estos días de tanta gracia y regalos. “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas los sabios y a los prudentes y haberla rebelado a los pequeños”. Lucas 10:21.
Si, Padre porque así lo has querido que haya vivido esos días… En donde una de las invitaciones fue la de perseverar en la oración. “Levantad el corazón a Dios”. Y para eso fue necesario tener lugar en el corazón para poder rezar, escuchar y poder permanecer en silencio escuchando la voz del Maestro que habla directo al corazón.

Como muy bien lo expresa la Madre Mariana de San José: “La oración no tiene fuerza ni es eficaz si no se hace con espíritu contrito y humillado, y orando así se bebe el vino espiritual que alegra el corazón del hombre; y ésta es la unción del Espíritu Santo que emborracha el alma e infunde olvido de las cosas del mundo”.   

Para así haberme podido sentar frente a Dios  cara a cara, para pedirle primero perdón por las veces que no le respondo de la manera que debería hacerlo. Y también agradeciéndole  por todo lo que me regaló en la vida y por todo lo que me sigue regalando en esta etapa del noviciado. Por ser ese Padre Misericordioso que a pesar de mi infidelidad, él me sigue llamando, alentando y amando. Pido también que  cada día me vaya vaciando más y más, para así ir muriendo a mí misma e ir dejándolo a Él que es mi alfarero, que vaya trabajando mi barro para hacer un mejor vaso e ir llenándolo con su Espíritu.

Gracias una vez más Padre por haber podido vivir estos Ejercicios Agustinianos, bebiendo de nuestra misma fuente espiritual.

Gracias por habernos dejado de herencia la vida de San Agustín.

Gracias por haberlos podido vivir con mi comunidad.

Y gracias a nuestra congregación MAR por brindarnos esta posibilidad dentro de nuestra formación en el noviciado.

“En la comunión me he ofrecido de nuevo al sagrado corazón de Jesús, que latía junto al pobre corazón mío, rogándole haga de mí  de nuestra estancia en la misión, lo que Él quiera. ¡Enséñame a cumplir tu voluntad, porque Tú eres mi Dios! Amén.» Madre Ángeles García. 

Agustina Rodríguez. Novicia MAR