«Y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.» Marcos 16, 15
Del 12 al 22 de diciembre del año 2021, tuvimos la gracia de poder vivir la misión en Trinidad, Casanare. Un día antes de viajar, las hermanas en la casa noviciado prepararon una oración especial de envío, para las que viajaríamos, que fuimos 5; las hermanas Delza y Nereyda, las novicias Gisela, Juana y Eduarda. En la oración se presentaron ante el Señor signos muy importantes entre ellos: una vela, Sal, un par de sandalias, un Rosario, la Biblia. Para que cada una se identificara con algún signo y así disponerse a la misión. Con esto también presentábamos el corazón reconociendo humildemente que la gracia de ir a acompañar a familias en el tiempo de adviento es solo del Señor. El permitía que pudiéramos ponernos en camino, pues la pandemia había dificultado poder salir.
El día del viaje nos dirigimos muy alegres hacia la terminal. El viaje fue largo, pero en el transcurso pudimos apreciar los hermosos paisajes de Colombia. Las hermanas de la comunidad de Yopal nos dieron la bienvenida que, junto con el calorcito del llano, fue un momento lleno de fraternidad. Pronto nos dispusimos para la organización de las compañeras de misión; la responsabilidad era cubrir 3 veredas: El Toro, El Convento y El Palmar.
Para llegar a tales veredas pasamos visitando a los padres Agustinos Recoletos que se encuentran en Trinidad, luego nos dirigimos hacia nuestro destino donde familias muy amables nos acogieron en sus hogares.
Para el siguiente día ya cada grupo estaba en la vereda correspondiente. Iniciamos la organización de las actividades, y las visitas a las familias a las cuales fuimos haciendo la invitación para la Eucaristía, la novena de navidad y para la catequesis de los niños. En los hogares nos recibían y compartíamos con ellos un momento fraterno, de escucha, de diálogo, de oración y cercanía con su realidad; muchas personas manifestaban el deseo de bautizar a sus hijos como también poder recibir los demás sacramentos. En esto hay colaboración de una laica muy comprometida.
Poder compartir unos días con todas las personas de la vereda “El Palmar” fue una experiencia muy hermosa llena de fortaleza; la fe sencilla que viven deja una gran enseñanza pues, aunque las oportunidades para la escucha de la Palabra de Dios y poder recibir el sacramento de la Eucaristía son escasas; estas personas no pierden la esperanza y la confianza en Dios, manifiestan el hambre y la sed que tienen de Dios. Fuimos testigos del mismo Dios que llama, para que sus hijos se reúnan; nosotras como misioneras, como instrumentos, hacíamos la invitación, pero era el Señor quien sembraba en el corazón de cada uno la inquietud de buscarlo.
NOVICIA MAR Juana Rosario Toc Rosales