+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 2, 1-11

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿Qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Cuando los evangelios sinópticos hablan de los hechos prodigiosos de Jesús utilizan el vocablo griego “dynamis”, que podríamos traducir por “acciones prodigiosas” o “milagros”. El cuarto evangelio, en cambio, se refiere sistemáticamente a esos hechos prodigiosos con la palabra “semión”, cuyo significado es “signos” o “señales”. Esto puede servirnos de pista para no reducir el hecho milagroso a un simple prodigio más o menos espectacular. El milagro es siempre un signo de Dios que libera al ser humano de la enfermedad, del miedo, de la tristeza, de la ceguera, de la lepra, de la opresión, de la muerte…

El episodio de Caná es de una gran riqueza para quien se adentra en la estructura e intención teológica del relato. Tomando pie de un hecho, una boda en un pueblo, Juan construye una narración llena de símbolos para transmitirnos uno de los mensajes centrales de su evangelio: la sustitución de la antigua alianza, fundada en la Ley mosaica, por la nueva, fundada en el amor leal (1,14-17). El signo realizado por Jesús es, a la vez, un milagro de epifanía: Dios se manifiesta definitivamente en Jesús. Esto se pone de manifiesto mediante el recurso a una serie de elementos simbólicos dentro de la historia narrada: la boda, la falta de vino, las tinajas vacías el pueblo de Caná, el cambio de agua en vino…

El marco de la boda. En la narración de Israel, sobre todo en los escritos de los profetas, la relaciones entre Dios y su pueblo se describen como unas relaciones matrimoniales.

La falta de vino. Elemento indispensable en las bodas como señal de alegría, el vino es símbolo de amor entre el esposo y la esposa. El que se haya acabado significa la incapacidad de la antigua alianza, tal como se vive, para mantener la relación de amor entre Dios y su pueblo…

Las tinajas vacías. La descripción es minuciosa: se precisa su número (seis; número imperfecto), el material de que estaban hechas (de piedra; referencia a las tablas de la Ley), su capacidad (de unos cien litros; denotan su incapacidad para moverlas), su finalidad (destinadas a la purificación de los judíos; expresa que estos ritos dominaban la Ley antigua, ya no sirven, pues no alcanzan su objetivo de unir al hombre con Dios). Ellas son símbolo de la antigua alianza que ya no da vida ni alegría, pues están vacías.

Los personajes:

Jesús. Es el único designado con nombre propio y es el centro de la narración. Por primera vez entra en escena a la cabeza de un grupo de discípulos. Ahora comienza el día de su actividad: entra en la boda (en el pueblo que vive bajo la antigua alianza), pero como invitado. No pertenece a ella, a la antigua alianza. Su presencia va a poner en movimiento la escena.

La madre de Jesús y el maestresala. Ambos pertenecen y viven bajo la antigua alianza; pero el evangelista los contrapone. Ella representa al Israel fiel que reconoce al Mesías y espera en él; el maestresala, a los judíos que no lo esperan ni lo necesitan ni saben apreciar la novedad del don mesiánico. Son figuras-tipo, estarán representado más adelante en el evangelio por las multitudes que adoptan ante Jesús actitudes contrarias.

Los sirvientes: Se ponen a disposición de Jesús y ejecutan su encargo. Ellos hacen lo mismo que pedirá Jesús a todo aquel que quiera ser su discípulo y seguirle (12,26) (Ulibarri, F).

SAN AGUSTÍN COMENTA

Jn 2, 1-11: El agua se convirtió en vino

El signo por el cual Nuestro Señor Jesucristo cambió el agua en vino no sorprende a los que saben que Dios es el autor del prodigio. Él es quien, en las bodas, convierte el agua de las seis jarras en vino, él mismo que cada año renueva este prodigio en las viñas. Aquello que los servidores vertieron en las jarras ha sido cambiado en vino por la acción del Señor; del mismo modo, la lluvia que cae de las nubes es cambiado en vino por la misma acción del Señor. No obstante, no nos extrañamos de ello porque se repite cada año. La costumbre hace desaparecer el asombro. Es más sorprendente lo que pasó con el agua en las jarras.

¿Quién es capaz de considerar la acción de Dios que gobierna y conduce todo el universo? ¿No nos lleva a un asombro aplastante ante tantos milagros? Si uno considera la fuerza que está contenido en un solo grano de la primera especie, descubrirá una realidad tan grande que deslumbra al que lo observa. Pero los hombres, ocupados en otros asuntos, se han vuelto insensibles al espectáculo de las obras de Dios y olvidan la alabanza divina del creador. Así, Dios se ha reservado el hacer algunos prodigios extraordinarios para despertar a los humanos de su sopor y conducirlos a su alabanza.

Comentario al evangelio de San Juan, 8,1

 ¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

Sitúate en Caná y colócate junto a una de las enormes tinajas de piedra llenas de agua destinadas a la purificación de los judíos. Es la manera de Juan de hacer ver la rigidez pétrea y la inutilidad del agua para animar una fiesta. Siente todo lo que hay de agua encerrada e inmóvil en tu vida, todo aquello a lo que quizá das valor de purificarte o acercarte a Dios, pero que te deja frío y es tan incapaz como la piedra de movilizar tu vida.

Contempla después la sala de bodas. Después de haber circulado entre los invitados el vino que contienen ahora las tinajas; la preocupación se ha convertido en júbilo, hay una comunicación expansiva, se brinda por los novios… Reconoce y agradece todo lo que en tu vida se parece al vino, lo que te dilata y anima, lo que te da sentido de fiesta.
Contempla a María como se preocupa e intercede por los demás y mírate a ti mismo/a: ¿Estas atento/a a las realidades concretas (sufrimiento, pobreza, necesidades, etc.) que te rodean? ¿Qué haces al percibir estas situaciones, eres indiferente o te comprometes? ¿Eres como María, que al percibir la necesidad se la comunicas a su Hijo? ¿En qué circunstancias recurres a Él?
¿Cuál es el «vino» que te falta para vivir en plenitud, con sabor cristiano? ¿Cuáles son tus «tinajas» vacías? ¿Buscas que estas sean llenas solo por Dios, y no por momentos, cosas materiales, etc.?
Acércate a María y cuéntaselo. Pídele que te acompañe hasta donde está Jesús y que le susurre: «No tiene vino…, pero quiere hacer lo que tú le digas». Quédate un rato bajo la mirada de los dos.

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Señora de la escucha atenta. Madre del buen oído. Mujer del corazón abierto. Virgen de los ojos profundos. María de la total disponibilidad. Arca de guardar palabras y secretos. Patrona de la sorpresa y el desconcierto

Camino recto de encuentro con él. Lámpara encendida siempre. Diccionario del silencio, sin palabras. Enciclopedia de recuerdos y memoria. Teóloga del sí.

Estáte a mi lado en la espera, leyendo conmigo. Acompáñame en la senda,
escuchando la Palabra. Préstame tus palabras y tu fe, modelando mi respuesta. Entréname en la total disponibilidad, para que la Palabra se cumpla en mí. Enséñame a decir Amén.
(D.González Cordero).

 ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno,
que gobiernas el cielo y la tierra,
escucha las súplicas de tu pueblo
y concede tu paz a nuestro tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…