El tema del aborto es bastante complejo en medio de una realidad mundial donde la vida se relativiza, es decir, la vida vale tanto en cuanto se esté bien en todas las dimensiones que integran a una persona, siempre y cuando no se convierta en un estorbo en medio de “mis proyectos” personales, laborales, sociales o familiares. El aborto toma fuerza en el hoy de nuestras diferentes realidades sociales, ya no es un tema escondido, oculto, se convirtió para muchos países en una opción política, entre esos, Colombia.

Cuando escuché por noticias que se puede abortar a un bebe en gestación de 24 semanas, sentí dolor en el corazón, como si me estuvieran enterrando una puntilla o algo así, es que no es para menos, estamos hablando de cortar a pedazos a un ser humano ya muy bien formado en el vientre materno, en las entrañas de una “mujer”, que ya es madre, que lo empezó a ser desde la fecundación, es muy triste saber que este horror ya sea legal en nuestro país. ¿Qué hacer para defender la vida de tantos chiquitines que no tienen la culpa de nada, de librarlos de una muerte dolorosa, deshumanizante? mi respuesta como religiosa es orar, y fortalecer mi convicción sobre el respeto y la defensa de la vida en cualquiera de sus manifestaciones, pero ante todo, del ser humano.

Basada en lo anterior se me dio la oportunidad de participar durante el mes de octubre y parte de noviembre del presente año, de las jornadas de oración del movimiento de “40 días por la vida”, el cual se hizo presente en Yopal hace más de dos años; su objetivo es montar una tienda de campaña visible ante el público, frente algún lugar donde se practica el aborto, para orar por el “fin del aborto”, por la conversión de médicos y enfermeras que asisten estas prácticas y por supuesto ser una opción pro-vida para las mujeres o parejas que se acercan a estos lugares; son 12 horas ininterrumpidas que se ora con Palabra de Dios, Santo Rosario, reflexiones, y diversas oraciones.

Me pareció una acción muy bonita y acertada, me conmovió mucho conocer tantas personas comprometidas con la causa del “fin del aborto”, las cuales con mucho calor o frio, a pesar de la lluvia y quizá insultos de muchos, no se cansaban de orar; conocí niños, abuelos, parejas, que se turnaban de hora en hora, para cumplir con el compromiso de defender la vida, la verdad es una experiencia muy bonita La Fe y la Oración son armas poderosas para defender la vida, son instrumentos de aquellos que son conscientes de su ser-pro-vida.

Luz Elena Londoño, MAR