El sábado 18 de enero de 1947 es un día memorable para las Misioneras Agustinas Recoletas, por ser aquel en el que la Sagrada Congregación de Religiosos las erigió como Congregación de derecho diocesano, separándolas de las Agustinas Recoletas Misioneras de Filipinas (a las que convenientemente se agregaron tanto las misioneras españolas de China como las de Brasil en la década de 1930), determinando, con ésta decisión, el nacimiento de un nuevo instituto religioso en la Iglesia y en la familia agustiniana.

Ese mismo día, a unos 100 km al norte de Roma (donde se expedía este documento), en la célebre Cascia, se producía otro nacimiento, pero para el Cielo: El de la superiora del Monasterio agustiniano de Santa Rita, la Beata Madre María Teresa Fasce.

Lo anterior nos muestra cómo, en un mismo día y en una misma familia, mientras una semilla retoñaba (sembrada casi 16 años antes en China), la otra ya era un fruto maduro y era cosechada. Desde otra perspectiva, se puede entender también esta circunstancia como una carrera de relevos, donde el “testigo” pasa de un corredor a otro hasta alcanzar la meta, pues fue, sin duda, la Madre María Teresa una persona cuya vida es un verdadero ejemplo a seguir, especialmente para las religiosas, y más aún para las misioneras, para las agustinas, y para las recoletas (aunque no perteneciese a la recolección), pues en ella se complementó la vida contemplativa con la activa, en un ambiente puramente agustiniano y en un contexto histórico muy convulsionado.

Su vida, (que no fue tan larga pues vivió apenas 65 años), se caracterizó por la presencia permanente de problemas y contrariedades, todos las cuales supo sortear y superar, del mismo modo que la santa cuya vida admiró (y he aquí que se repite el ejemplo de la carrera de relevos), cuyas virtudes emuló, cuyas obras continuó, cuya devoción promovió y en cuya Orden, comunidad y monasterio vivió: Santa Rita de Cascia.

Nació en Torriglia, provincia de Génova, Italia, el 27 de diciembre de 1881en una familia muy religiosa, circunstancia que le favoreció luego cuando decidió optar por la vida consagrada. Su nombre de pila era María Juana y la llamaban “Marietta”. Su padre, Eugenio, quedó viudo con tres hijos y se casó de nuevo con su cuñada de nombre Teresa Valente con quien tuvo 5 más. En esta numerosa familia, donde no faltaban los inconvenientes, vivió y creció “Marietta” forjando su carácter y fortaleciéndose en la fe por medio de la oración, todo lo cual irradiaba hacia sus hermanos exhortándolos con su ejemplo.

Estudió en un colegio de las Hijas de María Santísima del Huerto, donde maduró el deseo de hacerse religiosa, a lo que contribuyó también el ejemplo y las orientaciones de su hermana Luigia, quien, tras la muerte de su madre, optó por quedarse en la casa al servicio de su familia.

El contacto con la familia agustiniana lo tuvo a través de la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de los Agustinos en Génova, donde se desempeñó como catequista. En ese contexto, se presenta la canonización de Santa Rita de Cascia, por parte del Papa León XIII, el 24 de mayo de 1900. El conocimiento de su vida la inspira definitivamente a hacerse religiosa, tomando la determinación de entrar en el mismo monasterio donde vivió la “Abogada de los imposibles”.

A pesar de su firme decisión, al igual que Santa Rita, tuvo dificultades para ingresar al convento. Éste quedaba en un lugar apartado y era muy pobre, razones para pensar, tanto las monjas como sus familiares, que aquella muchacha de 24 años de familia acomodada no sería capaz de soportarlo, sin embargo, lo logró, ingresando al monasterio el 22 de junio de 1906 en la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Recibió el hábito agustiniano en la Navidad de ese año e hizo su Primera Profesión en la misma fiesta un año después, en 1907.

Pasados un par de años en el convento, el ideal de la vida religiosa que tenía se “estrelló” con la triste realidad del monasterio, cuya comunidad estaba en evidente declive, por lo que pidió al P. General un tiempo de exclaustración para reflexionar sobre su futuro. Diez meses estuvo con su familia, al cabo de los cuales volvió al monasterio en 1911, “decidida a realizar sus planes de ser agustina en Cascia y animada por un ferviente deseo de renovación comunitaria”[1], haciendo sus Votos Perpetuos el 22 de marzo de 1912 a los 30 años de edad.

En 1914 fue nombrada Maestra de Novicias. En 1916 el “carácter fuerte y voluntarioso”[2], el amor por “el recogimiento y la oración”[3] y su forma de ser “dinámica y vivaz, comprensiva y dispuesta a ayudar en cualquier momento en que se presentase la oportunidad de hacer el bien”[4], la impulsaron a tomar la decisión de mejorar la vida religiosa de su comunidad escribiendo tres cartas a sus superiores, donde denunciaba la realidad del convento.

En 1917 fue nombrada Vicaria de la comunidad, y en el capítulo conventual electivo celebrado en 1920 fue elegida superiora a sus 38 años, cargo para el que fue reelegida sucesivamente por unanimidad durante nueve veces y que ocupó por 27 años hasta su muerte en 1947.

El ejercicio del cargo como priora durante tanto tiempo, por el cual se ganó el título de “Madre” por antonomasia, hizo evidentes tres características de esta religiosa que, sin lugar a dudas, fueron los medios para su santificación: la contemplación, la acción y la mortificación.

En cuanto a la contemplación, una de sus biografías lo resume en pocas palabras: “amaba la vida contemplativa”[5]. En ese sentido y en consecuencia, hizo todo cuanto estuvo a su alcance para “hacer crecer a su comunidad en este espíritu”[6]. Quería una comunidad bien formada, por lo que “con frecuencia exhortaba a sus hermanas diciéndoles: – leed, educaos, meditad -”[7]. En resumen, este aspecto fue la base, el fundamento, el motor de todo, especialmente de la recuperación (en todos los sentidos) del convento, llegando a afirmarse que “su dimensión espiritual fue la clave de esta reconstrucción moral”[8].

En relación con la acción, fue consecuencia de la contemplación. No solo impulsó la vida de la comunidad, sino que movida por la devoción a Santa Rita y su sensibilidad por los más desdichados emprendió interesantes iniciativas, determinando una “decisiva proyección exterior”[9], a través de varias obras: la Basílica, la Colmena, la Casa del Peregrino (hoy Hotel de las Rosas), el Seminario de San Agustín (hoy Hospital), la Casa para los Confesores y la ampliación del bulevar del Santuario. Cabe destacar aquí que algunas de las obras mencionadas las emprendió durante la Segunda Guerra Mundial, en la que, además, demostró su coraje y valentía “cuando se resistió por dos veces ante los nazis que habían ido al convento en busca de partisanos refugiados”[10]. Se propuso “llevar a cabo los proyectos hasta el final. Todo bajo la protección de Santa Rita” [11], de ahí que se afirma: “Rita de Cascia debe su popularidad a Teresa Fasce y M. Teresa Fasce debe su santidad a Rita”. [12]

 La mortificación va también de la mano de la contemplación, pues sin oración y sin una estrecha relación con Jesús, ésta no sería viable ni soportable. Así lo entendió y lo practicó Santa Rita, y, siguiendo su ejemplo, la Beata Madre Fasce. Si la espina en la frente fue para Rita motivo de dolor y sufrimiento, a la vez que una prueba de resistencia y fe ante la adversidad, para Teresa lo fue un cáncer de mama (al que llamaba “mi tesoro”), que la acompañó durante más de veinticinco años y que derivó en dos cirugías, una de las cuales, (si no las dos), según algunas biografías, soportó sin anestesia, por voluntad propia “soportando todos los dolores de la operación sobre ella”[13]. Tenía también problemas cardíacos, “sufría de diabetes y de un persistente dolor de cabeza, padeciendo, además, de un ardor en los pies tan feroz que, durante más de 30 años, la mantuvo despierta la mayor parte de la noche”[14]. De lo anterior dieron testimonio sus hermanas resaltando “su inalterable paciencia y la alegría con que, siguiendo los pasos de su gran hermana Rita, se preparaba para unirse al Esposo, sin por ello dejar de dirigir el Monasterio”[15].

Finalmente, su vida con todos sus sufrimientos terminó tranquilamente aquel benemérito y doblemente célebre 18 de enero de 1947. Su proceso ordinario diocesano de canonización se inició en 1968, pasando los documentos a la Congregación de los Santos en 1971 y lográndose su beatificación el 12 de octubre de 1997 por San Juan Pablo II, siendo ésta última fecha la escogida para honrarla en el Misal Agustiniano. “Su cuerpo es venerado en el relicario inferior de la Basílica que ella hizo posible”[16].

Terminado este relato, llaman la atención los “lugares comunes” de la vida de esta beata en relación con la historia y los elementos constitutivos de la identidad de la Congregación:

– La fecha tan significativa de su muerte.

– La profunda devoción a santa Rita de Cascia.

– La relación con los agustinos en la parroquia dedicada a Nuestra Señora de la Consolación.

– Su ingreso al convento en la festividad de Sagrado Corazón de Jesús.

Así mismo, se puede establecer un paralelo entre la experiencia de las Madres cofundadoras de la Congregación en la misión de China y las obras emprendidas por la Beata María Teresa Fasce, tomando las palabras de San Juan Pablo II el día de su beatificación, cuando la presenta como “brillante ejemplo de síntesis viva entre vida contemplativa y testimonio humilde de solidaridad con los hombres, especialmente con los más pobres, humildes, abandonados y afligidos”[17].

Ojalá ésta feliz coincidencia histórica se sume a las otras muchas razones de agradecimiento a la Providencia en la coyuntura de los 75 años de la Congregación, y sirva como ejemplo de fe, confianza y superación frente a las inevitables adversidades y retos que en cada época se presentan.

Alejandro Archila

[1] ORCASITAS, Miguel Angel. “Maria Teresa Fasce ed Elia Del Soccorso Nieves, due nuovi modelli agostiniani di santità Lettera del 12 ottobre 1997”. Pág. 2.

[2] http://vidas-santas.blogspot.com/2013/01/beata-maria-teresa-fasce-abadesa.html.

[3] Íbid. vidas-santas.blogspot.com.

[4] Íbid. vidas-santas.blogspot.com.

[5] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 2.

[6] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 2.

[7] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 2.

[8] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 2.

[9] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 3.

[10] http://hagiopedia.blogspot.com/2013/01/beata-maria-teresa-fasce-1881-1947.html

[11] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 3.

[12] ORCASITAS, Miguel Angel. Op. Cit. Pág. 3.

[13] https://it.gaudiumpress.org/content/la-vita-e-la-spiritualita-della-beata-maria-teresa-fasce-colei-che-ha-divulgato-in-tutto-il-mondo-la-devozione-a-santa-rita-di-cascia/.

[14] https://www.bloglavalnerina.it/sulle-orme-della-beata-fasce/.

[15] Íbid. https://www.bloglavalnerina.it.

[16] https://www.augustinian.org/saints-1/october-12

[17] SANTOSY BEATOS DE LA FAMILIA AGUSTINIANA. Pág. 15.