Semana santa en boca del pao

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos”. Mt 11,25

La gente sencilla es la gente más feliz, porque es la gente que no tiene apegos superfluos ni preocupaciones estériles. La gente sencilla habla de Dios con naturalidad. En esta Semana Santa, pude descubrir y ser testigo de esta realidad. Logré comprender, que la sencillez es para toda persona, de cualquier condición social, hombres y mujeres. La gente sencilla se sabe creatura en manos de su Creador, hijo en manos de su Padre.

Tomando una vez más, Dios la iniciativa; me llamó y me envió a esta tierra de Misión, llamada Atapirire, específicamente en el pueblo de Boca del Pao, (Anzoátegui-Venezuela)el Señor me concedió acompañarlo en su Pasión, Muerte y Resurrección por medio de la celebración de la Palabra, catequesis con los niños, visitas a las casas, hablar con la gente, brindar algo de mi tiempo y de mis cualidades dando un mensaje de esperanza y de paz, fue una gran oportunidad para encontrar a Dios, un Dios encarnado en cada vida, rostro, gesto, palabra de esta sencilla gente.

Esta experiencia misionera, me confirmó que “Hacer el bien me produce felicidad”, una felicidad plena que procede únicamente de Dios, una satisfacción que compensa todo sacrificio y esfuerzo realizado. Como dice Proverbios 29. “Hacer el bien trae alegría”. Hacer el bien comienza con un pequeño paso y puede terminar cambiando momentos e incluso vidas.

 “Boca del Pao”, fue una gran oportunidad para hacer el bien, agradecida estoy con el Señor por seguir contando conmigo en la construcción del Reino, destinados a los pequeños, sencillos y humildes de corazón.Pues, los misterios del Reino de Cristo sólo los sencillos lo saben apreciar y vivir.

Hna. Ilianis Marval.

Misionera Agustina Recoleta

 

 

“El Dios del cielo y de la tierra tiene preferencias por los humildes y los pequeños»

Cuando supe que debía plasmar por escrito mi experiencia de esta Semana Santa, pasaron mil cosas por mi mente, pero sobretodo rondaba en mí como iniciar… Y bueno, sin duda debo hacerlo expresando cuan agradecida, bendecida e inmensamente feliz me siento de haber vivido esta Semana Santa de una manera tan especial y diferente. Porque sí, aunque no es mi primera misión, ninguna es igual, cada una tiene su toque que la hace única e inolvidable. Este año Dios me encomendó misionar en un pueblito llamado Boca del Pao, en el Edo. Anzoátegui en Venezuela junto a unas personas muy especiales, las cuales también fueron pieza fundamental para que ésta se desarrollara de tan buena manera.

Una misión donde todos los días tuve la dicha y bendición de estar rodeada de gente que para mí representaba la nobleza, humildad y alegría de ese pueblito hermoso. Que a pesar de las carencias, igual tenían una sonrisa y un buen recibimiento para con nosotras. Siendo muchos de ellos muestra y reflejo vivo del amor de Dios y de que si se puede ser feliz viviendo desde la sencillez.

De las cosas que más me enamoraron y llenaron fue el compartir con los niños, traviesos pero con un corazón gigante, dispuesto a conocer a Dios y con las manos siempre abiertas para ayudarnos o simplemente sacarnos una sonrisa. Y una experiencia que viéndola más allá de haberles dado a ellos toda mi entrega, amor y dedicación para que crecieran en la fe, también me dejó mucho a mí, fueron diez días donde uno tras otro pude renovarme en la fe, encontrarme conmigo misma y reafirmar pasión y amor por poder servirle a mi Dios, dándole una mano a aquel que la necesita.

Nuevamente Señor quiero darte gracias por haberme elegido una vez más para ser instrumento de ti y seguir construyendo tu reino, por permitirme dar desde el corazón hasta darme a mí misma como dice nuestro Padre San Agustín, por tu amor infinito e incondicional y también por darme la oportunidad de descubrirte en esta experiencia de tantas maneras diferentes y maravillosas. Gracias, Señor, gracias.

Stephany Soto. Misionera JAR

Estudiante de Administración de Empresas.

Edad, 19 años

 

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