¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

INTRODUCCIÓN

         San Mateo, en esta parábola, intenta advertir a los cristianos de su comunidad, que no es ningún privilegio haber accedido a la fe antes que los demás. Este sentimiento de superioridad estaba muy arraigado en el pensamiento judío. Ellos eran los elegidos y los privilegiados. Dios no podía tratar a los demás como tenía obligación de tratarlos a ellos. Es una advertencia para los cristianos de todos los tiempos que, por el hecho de haber nacido dentro de una familia creyente, nos creemos superiores a los que no creen y, con nuestros méritos, exigimos nuestros derechos ante Dios.

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Is. 55,6-9.     

2ª lectura: Fil. 1,20-24.

EVANGELIO

San Mateo 20, 1-16:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: «Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.» Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: «¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?» Le respondieron: «Nadie nos ha contratado.» Él les dijo: «Id también vosotros a mi viña.» Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: «Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.» Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.» Él replicó a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?» Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.» Palabra del Señor

REFLEXIÓN

1.– Una parábola desconcertante.  Al principio, todo parece normal. Se trata de un buen propietario que contrata a los jornaleros con un denario y después quiere que su finca produzca más. Por eso contrata a lo largo del día a otros, incluso en la última hora.  Podemos pensar en su aspecto social: le preocupa la gente en paro, la pobre gente que no tiene para dar a sus hijos el pan de cada día.  Pero, a la hora de pagar, da a todos el mismo jornal. Y esto sorprende y hasta escandaliza.  Podría el propietario haber comenzado a pagar a los primeros y después a los demás. Se habían ido marchando poco a poco y no se hubieran enterado de lo que pagó a los últimos.  ¿Por qué no lo hizo?  Lo que Jesús pretende en las parábolas es la parte “sorpresiva”, la parte “novedosa»‘, porque ahí está el centro del mensaje que nos quiere trasmitir.   Jesús no quiere hablar de jornaleros, de trabajo ni de sueldos. Quiere hablarnos del Reino de Dios.  Y en ese Reino no basta con la justicia. Dios es justo, pero es muchísimo más que justo.  Es un Padre maravilloso que nos desborda con su bondad.  Jesús está hablando de cómo es el corazón de Dios.  Es un Padre y no puede tolerar que unos hijos suyos, que no han podido encontrar trabajo durante todo el día, se queden sin comer. Dios es como el padre del hijo pródigo, que no hizo justicia, no exigió restitución, no actuó sensatamente; se volvió loco de alegría porque había recuperado al hijo que ya daba por perdido.

2.- Parábola provocadora. Para caer en la cuenta de la novedad de esta parábola debemos tener presente una parábola rabínica del tiempo de Jesús. Dice así· Un rey contrató a sus obreros. Había uno que se esforzó mucho en su trabajo. ¿Qué hizo el rey? Se lo llevó a pasear cien pasos con él. Cuando llegó la tarde los obreros fueron a recibir su salario y el rey le pagó también un salario completo a aquel obrero (que había estado paseando). Los otros se quejaron diciendo: Nosotros nos hemos cansado durante todo el día mientras que ése sólo se cansó dos horas y se le da un salario completo como a nosotros. El rey les dijo: “Ése se cansó en dos horas más que vosotros durante toda la jornada”. Aquí se premia el esfuerzo de ese obrero que, en dos horas, hizo el trabajo de todo un día. Pero en la parábola de Jesús no se dice que el que fue contratado a última hora trabajara más que los demás. La razón por la que el patrono le da el salario completo es porque es bueno”. Se destaca la bondad de Dios.  Según Jesús, la bondad de Dios es insondable y no se ajusta a los cálculos que nosotros podamos hacer. En realidad, sólo podemos entender la parábola si caemos en la cuenta de que el nombre de Dios es Gracia, Amor, Benevolencia, que permanece fiel incluso cuando es rechazado y tiene –como diría Francisco de Asís- una «voluntad de amar que no se retira».

3.– Parábola alucinante. Lo que más nos urge en estos momentos es descubrir el verdadero rostro de Dios, revelado por su Hijo-Jesús. El gran teólogo Karl Rahner designaba a Dios de esta manera: “el Misterio que de ordinario llamamos Dios”. Dios es un misterio, pero no para nuestra razón, sino para nuestro corazón. Un misterio de amor que nos desborda. ¡El que ha visto el mar por primera vez, queda fascinado por su grandiosidad y dice! ¡Ya he visto el mar! ¡Vana ilusión! Sólo has hecho asomarte un poco al mar. El mar es inmenso y los que lo disfrutan de verdad son los “buenos buceadores”. El que sabe bucear en ese mar es feliz y salta a la playa de la tierra dispuesto a contagiar el mundo de tanta belleza, de tanta grandeza, de tanta bondad. Vivir y transmitir ese amor a los demás, he ahí la verdadera fiesta del creyente en Jesús.  

SAN AGUSTÍN COMENTA

Mt 20,1-16a: Soy obrero como vosotros

Pensad que sois vosotros quienes habéis sido conducidos a la viña. Quienes vinieron siendo aún niños, considérense los conducidos a primera hora; quienes siendo adolescentes, a la hora tercia, quienes en su madurez, a la de sexta; quienes eran ya más graves, a la nona, y quienes ya ancianos, a la hora undécima. No os preocupéis del tiempo. Mirad el trabajo que realizáis; esperad seguros la recompensa. Y si consideráis quién es vuestro Señor, no tengáis envidia si la recompensa es para todos igual. Sabéis cuál es el trabajo, pero lo recordaré. Escuchad lo que ya sabéis y realizad lo que oísteis.

Sermón 49,2.

PREGUNTAS

1.- ¿Me siento felizmente desbordado por la bondad del Padre?

2.- ¿En qué Dios estoy creyendo? ¿En el Dios de los filósofos y los sabios? ¿O en el Dios revelado por Jesús?

3.- ¿Me fascina un Dios tan bueno?   ¿Me llena de gozo el poder anunciar   a un Dios tan sorprendente y tan encantador?

Esta parábola, en verso, suena así:

Los que ahora son

últimos, brillarán altos;

y los que son los primeros

después estarán abajo

Jesús contó esta parábola

para rechazar a saco

la actitud de fariseos

engreídos, endiosados,

que lo criticaban mucho,

por ser en su trato diario,

amigo de pecadores

y de ricos publicanos.

Jesús explica su gesto

de atención a marginados,

porque imita al Padre Dios,

misericordioso y santo.

Dios es el amor que rompe

todos esquemas humanos.

Dios es el “patrono bueno”.

A sus hijos va pagando

el mismo jornal de amor,

porque están necesitados

de caricias, de perdón

y de besos de sus labios.

Dios es todo corazón

sin puestos privilegiados.

Todos, primeros con últimos,

nos sentamos a su lado.

En una comunidad

sobran todos los hermanos

envidiosos, descontentos,

cizañeros y amargados.

(Escribió estos versos José Javier Pérez Benedí)

Lectio tomada de la web de la Diócesis de Aragón