Hoy quiero hablar de Santiago el hijo mayor de Zebedeo y su esposa Salomé, su hermano, Juan el discípulo amado de Jesús. Santiago nació en Betsaida (Galilea), se dedicó a la pesca con su padre y hermano; fue llamado por Jesús cuando se encontraba arreglando las redes a orillas del mar con su hermano Juan y un poco antes de ello, llamó también a Pedro y a su hermano Andrés.

Santiago apóstol, el discípulo del Señor, siempre estuvo a su lado; es uno de los apóstoles que más confianza y trato tiene con Jesús; estuvo presente en la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5, 37 ss). Fue testigo en la transfiguración (Mc 9, 2ss). Acompañó a Jesús en Getsemaní (Mc 14, 33 – 35). Y en Hechos 15, 13 – 21 tiene Santiago su discurso.

Pero lo que yo quiero resaltar es la grandeza y responsabilidad que le veo a este hombre. Según la tradición consiguió que su mensaje calara en la población, obteniendo siete varones apostólicos, que siguieron los pasos de Santiago el Mayor.

Según la tradición, poco antes de la muerte de María, se le apareció su Hijo Jesús y ella le pidió que en su muerte estuvieran todos sus apóstoles rodeándola; eso no pudo ser porque todos andaban por el mundo evangelizando. Por tal motivo, Jesús le permitió a su madre aparecerse a Santiago en Caesaraugusta en el Pilar, hoy Zaragoza.

Después, Santiago Apóstol habría regresado a Jerusalén para encontrarse con María y ya no regresaría. Cuenta la tradición que hacia los años 41 y 44 Santiago el Mayor, murió mártir a manos de Herodes Agripa, rey de los judíos y nieto de Herodes el Grande.

Sus discípulos habrían conseguido conservar su cuerpo y trasladarlo por el mar Mediterráneo hasta Galicia, en Iria-Flavia, enterraron sus restos. Después de varios sucesos en la historia, los restos del apóstol Santiago el Mayor, y según la tradición cristiana, se encuentran en un mausoleo romano en la Catedral de Santiago de Compostela.

España le ha nombrado patrón de sí misma y con mucho orgullo y alegría le celebramos la fiesta el 25 de julio. Estamos muy agradecidos, primeramente a Dios por enviar a evangelizarnos a uno de los más cercanos de su Hijo, Jesús.

Nos encontró en un pueblo manso y humilde de corazón y también esto es de agradecerle. Así también, nuestros antepasados, fueron apóstoles en América cuando le conocimos en el año 1492. Las primeras comunidades de frailes fueron: dominicos, franciscanos, mercedarios, agustinos y jesuitas. Ahora en este momento estamos unidos americanos y españoles evangelizando por el mundo.

Doy infinitas gracias a Dios y pido que seamos incansables, con ilusión y mucha alegría, llevando el mensaje de Él a los más alejados y necesitados, enseñándoles a valorar la vida, haciendo un mundo más divino y más humano para la gloria de Dios y bien de todos.

Hermana María Carmen Arbilla Azcurra.mar