“Habías asaetado mi corazón con tu amor, y llevabas tus palabras como clavadas en mis entrañas.” 

San Agustín en las Confesiones, expresa cómo Dios se “apropió” de su corazón y de su vida. Es un sentirse rendido, entregado e inundado por esa fuerza que es mayor y más potente que él mismo. Qué bueno sería si todos nos sintiéramos así. Creo que es lo que Dios, paciente y bondadoso, siempre va esperar de nosotros, que sus palabras estén clavadas en nuestras entrañas, que nuestro corazón rebose de todo el amor que Él mismo nos da.

La experiencia de San Agustín con Dios, fue decisiva para su vida. Ese encuentro sucedió más de una vez, es decir, Agustín seguía encontrándose con Dios cada día por medio de las sagradas escrituras, de la oración, bebía del pozo.

Aunque vivía sus luchas internas seguía dejándose impregnar por las palabras de Jesús. Su carne, sus apegos, su vida pasada seguía llamándolo, pero él ya no les respondía, sino que luchaba y sufría, pues ya había encontrado la verdad que tanto buscaba.

Jesús quiere asaetar nuestro corazón con su amor, quiere hablarnos a lo más hondo de nosotros mismos y seguir acompañándonos y alimentándonos de Él mismo. Que seamos dóciles y abiertos a su acción.

Eduardo Bento

Novicia MAR