“Jesús los eligió para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. (Mc 3, 14)

Siendo elegidas por el Señor en un encuentro profundo, es posible una respuesta profunda donde el ser se compromete en su totalidad a una donación humilde, que permite una transfiguración con el Señor y que después del encuentro nos envía para predicar a su pueblo para continuar con la misión que él realizó cuando estuvo entre nosotros.

El encuentro significa tener un centro que mueve toda la vida, en todo momento, en cualquier lugar, con quien sea; significa ser misioneras obedientes por amor, caminando sostenidas, interpeladas e iluminadas por la Palabra de Dios y con el corazón contemplando al Señor en la cruz, fuerza y motor para que cada paso a dar tenga sentido.

La vida es con Cristo, en Cristo y para Cristo. Él, que nos envía, es nuestro centro, pero llega a ser el centro cuando hay una verdadera entrega de un corazón dócil, sincero, disponible a la voz de Dios y un corazón enamorado que es capaz de darlo todo por quien lo dio todo por amor para nuestra salvación. En conclusión, la vida es Cristo, y poder hacerlo realidad, es Gracia.

Juana Rosario Toc Rosales, Novicia MAR