IV DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

JORNADA MUNDIAL POR LAS VOCACIONES

Hoy, en este cuarto domingo de Pascua, llamado también del Buen Pastor, celebramos la Jornada mundial de oración por las vocaciones y por las vocaciones nativas. La Iglesia no se cansa nunca de llamarnos a la oración y que cada cristiano sea un hombre o una mujer de oración.

El papa Francisco en la Exhortación Apostólica, Cristo Vive, nos dice acerca de ella: “Con el amigo hablamos, compartimos las cosas más secretas. Con Jesús también conversamos. La oración es un desafío y una aventura. ¡Y qué aventura! Permite que lo conozcamos cada vez mejor, entremos en su espesura y crezcamos en una unión siempre más fuerte. La oración nos permite contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús derrama en nosotros su propia vida. Rezando le abrimos la jugada a Él, le damos lugar para que Él pueda actuar y pueda entrar y pueda vencer” (ChV 155).

Cuando tenemos este encuentro con Jesús, como dice el Papa podemos: “Contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos”; hoy, nosotros, con esta confianza, le contamos nuestros deseos de que nos conceda vocaciones y nos ponemos confiados en sus brazos. Oramos para que nos conceda vocaciones a la vida sacerdotal, a la religiosa y a los distintos estilos de vida consagrada. Especialmente hoy se debe hacer más intensa nuestra oración por esta intención.

EL TEXTO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 1-10

Jesús dijo a los fariseos:

«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz.» Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.» Palabra del Señor.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

COMENTARIOS

Lo que Yahvé era para su pueblo en el al Antiguo Testamento (Sal 23), Jesús lo es para los suyos. Como Jesús, sus seguidores también están llamados a ser pastores. Juan hace un contraste primero entre el pastor y los ladrones y asalariados, para pasar a hablar directamente del buen pastor y su relación con las ovejas. Jesús sigue hablando en presencia de los fariseos de 9,40s. Los fariseos ciegos son los ladrones y bandidos que pueden llevar las ovejas a la ruina (6). Jesús es a la vez la puerta y el pastor de las ovejas. Solamente en Jesús y con Jesús se encuentra la verdadera vida. El buen pastor está dispuesto al sacrificio, conoce íntimamente a sus ovejas y se sacrifica por ellas (11.15.17s); así les revela su amor. Hay otras ovejas que no pertenecen al rebaño de Israel; Jesús las va a recoger en el rebaño de su Iglesia. El sacrificio de Jesús será el punto de atracción y de reunión de su rebaño (12,32). Los judíos seguían divididos. No eran capaces de aceptar a Jesús y de convertirse en ovejas suyas (L. A. Shökel).

SAN AGUSTÍN COMENTA

Jn 10, 1-10: Hay que distinguir dos cosas: que somos cristianos y que somos pastores vuestros

Me fue dirigida la palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel (Ez 34, 1). Acabamos de escuchar este pasaje de boca del lector. Sobre él me he propuesto decir algo a vuestra santidad. Él me ayudará a hablar la verdad, si no digo cosas de mi propia cosecha. Pues si hablara de lo mío, sería un pastor que me apaciento a mí mismo, no a las ovejas. Si, en cambio, son de él las cosas que os diga, es él quien os alimenta, hable quien hable. Esto dice el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan sólo a sí mismos! ¿Acaso los pastores no apacientan ovejas? Es decir, los pastores no se apacientan a sí mismos, sino a las ovejas. Este es el primer motivo por el que se censura a estos pastores: se apacientan a sí mismos, no a las ovejas.

¿Quiénes son los que se apacientan a sí mismos? Aquellos de quienes dice el Apóstol: Pues todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo (Flp 2, 21). En nosotros, a quienes el Señor nos puso -porque así él lo quiso, no por nuestros méritos- en este puesto del que hemos de dar cuenta con gran peligro, se dan dos aspectos que hay que distinguir: uno, que somos cristianos; otro, que estamos al frente de vosotros, en atención a vosotros mismos. En el hecho de ser cristianos miramos nuestra propia utilidad; en el hecho de estar al frente de vosotros, la vuestra. Son muchos los que, siendo cristianos, sin estar al frente de otros, llegan hasta Dios, quizá caminando más ligeros, al llevar una carga menor. Nosotros, por el contrario, dejando de lado el hecho de ser cristianos, razón por la que hemos de dar cuenta a Dios de nuestra vida, estamos también al frente de vosotros, razón por la que debemos dar cuenta a Dios de nuestro servicio.

(…) Escucho al Apóstol que dice: Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo (2 Tim 4, 2). ¿A quiénes a tiempo? ¿A quiénes a destiempo? A tiempo a los que quieren; a destiempo a los que no quieren. Indiscutiblemente soy importuno, me atrevo a decirlo. Tú quieres errar, tú quieres perderte; yo no quiero. En última instancia, no quiere aquel que me atemoriza. Si yo lo quisiera, mira lo que me dice, mira cómo me increpa: No habéis hecho volver a la descarriada, no habéis buscado a la perdida. ¿Tengo que temerte a ti más que a él? Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo. No te temo a ti, pues no puedes sustituir el tribunal de Cristo por el de Donato. Llamaré a la oveja descarriada, buscaré a la perdida; quieras o no, lo haré. Y aunque, al buscarla, me desgarren las zarzas de los bosques, me deslizaré por cualquier angostura, derribaré toda valla; en la medida en que el Señor, que me atemoriza, me dé fuerzas, recorreré todo. Llamaré a la descarriada, buscaré a la que está a punto de perecer. Si no quieres tener que soportarme, no te extravíes, no te pierdas. Sermón 46, 2.14

¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?

Me fijo en las palabras de Jesús, las interiorizo y las hago mías. Dejo que resuenen en mí y me dejo interpelar por su palabra.

“El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas”. Puerta y pastor se identifican. ¿Por qué Jesús es puerta y pastor? ¿Qué rasgos presenta Jesús para que sea puerta y pastor?

“El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz”. ¿Cómo y cuando escucho al Señor? ¿Qué tiempo dedico a escucharle?

“Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir”. ¿Qué significa que el pastor llame por nombre a las ovejas? ¿Qué tipo de relación se da entre el pastor y las ovejas?

“Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”. ¿Por qué caminos siento que me lleva Jesús al ir delante de mí para que le siga? ¿Es la voz de su palabra la que cada día me anima a seguirle?

“Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”. ¿He afinado el oído suficientemente para no seguir a “otros extraños” que no me conducen a la vida verdadera?

“Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento”. ¿Qué invitación me hace esta afirmación de Jesús?

“Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”. ¿Qué significa tener vida abundante? ¿A qué vida se refiere? ¿Nuestra humanidad ha recibido esta vida o está esperando el anuncio para que conozcan al Señor de la Vida? ¿Cómo llevo esta vida a los demás en estos momentos de dolor y drama que vive la humanidad?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Señor Jesús, mi buen pastor, tú me conoces, sabes mi nombre, me das alimento, me buscas cuando me salgo del redil, curas mis heridas, me cargas a los hombres, me enseñas la puerta y el camino.

Señor Jesús, Tú me llamas cada día, yo quiero escuchar tu voz, ya la conozco, pero a veces, hay otros pastores y otras voces que tratan de engañarme; quiero seguirte porque tu vas delante de mí y siguiéndote, no me pierdo, estoy seguro.

Señor Jesús, Tú eres la puerta. Para entrar al redil y cuidar bien de las ovejas hay que seguir primero tu ejemplo. Antes de ser pastor, fuiste cordero. Te inmolaste, te entregaste por mí, porque me amaste hasta el extremo. Enséñame a ser puerta, a ser como Tú, primero cordero humilde, para cuidar el rebaño, pequeño o grande que me has encomendado y no buscar mi gloria sino la tuya.

No permitas Señor que falte la vida verdadera a cada hombre. Tu eres alimento que sacia. La humanidad necesita de este alimento. Haznos misioneros de la vida, y llama a muchos jóvenes para que al “perder” su vida por Ti, la encuentren en “Ti”.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno,
condúcenos hacia los gozos celestiales,
para que tu rebaño, a pesar de su debilidad,
llegue a la gloria que le alcanzó la fortaleza Jesucristo, su pastor.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.