ORACIÓN INICIAL

 

Que mi oído esté atento a tus susurros.

Que el ruido cotidiano no tape tu voz.

Que te encuentre, y te reconozca y te siga.

Que en mi vida brille tu luz.

Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.

Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.

Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.

Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco,

Padre.

(José Mª R. Olaizola, sj. Fragmento)

TEXTO BÍBLICO Jn. 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.

Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

El Espíritu nos abre a la comunidad, a la eclesialidad. El seguimiento no lo hacemos en solitario. Si en Jesús se revela la Paternidad y Maternidad de Dios, a este Dios se le acredita, se le testifica, se hace verdad y se santifica su Nombre en la medida que nos abrimos a la comunidad. Es un Espíritu que nos quiere libres y diversos, cada uno tiene su don, su “chispa de gracia”, no anula la diversidad porque eso sería muerte, no anula las particularidades culturales y personales porque eso sería totalitarismo, sino que es un Espíritu que une lo diverso para que nos reencontremos en nuestra radical dignidad de hijas e hijos de Dios. La unidad está en nuestra misma humanidad ¡Gracias, Jesús!

Han sido necesarios cincuenta días, y toda una vida, para disfrutar de la Buena Noticia de la Pascua del Señor Jesús, para ahondar en todo lo acontecido en Él. Si hoy después de tantos siglos seguimos sintiendo que nuestros corazones arden, aunque sea un poquito, cuando nos acercamos a Él, es porque su Santo Espíritu sigue aleteando. (Fuente: Toni Catalá. Cuadernos Ciclo A. C. Arrupe. Valencia).

MEDITACIÓN

Fuente: Papa Francisco

  • El Espíritu desciende sobre nosotros, a pesar de todas nuestras diferencias y miserias, para manifestarnos que tenemos un solo Señor, Jesús, y un solo Padre, y que por esta razón somos hermanos y hermanas. Empecemos de nuevo desde aquí, miremos a la Iglesia como la mira el Espíritu, no como la mira el mundo. … La mirada mundana ve estructuras que hay que hacer más eficientes; la mirada espiritual ve hermanos y hermanas mendigos de misericordia. El Espíritu nos ama y conoce el lugar que cada uno tiene en el conjunto: para Él no somos confeti llevado por el viento, sino teselas irremplazables de su mosaico.
  • El secreto del Espíritu es el don. Porque Él es don, vive donándose a sí mismo y de esta manera nos mantiene unidos, haciéndonos partícipes del mismo don. Es importante creer que Dios es don, que no actúa tomando, sino dando. …Examinemos nuestro corazón y preguntémonos qué es lo que nos impide darnos. Decimos que tres son los principales enemigos del don: tres, siempre agazapados en la puerta del corazón: el narcisismo, el victimismo y el pesimismo. El narcisismo, que lleva a la idolatría de sí mismo y a buscar sólo el propio beneficio. El narcisista piensa: “La vida es buena si obtengo ventajas”. Y así llega a decirse: “¿Por qué tendría que darme a los demás?”. …también el segundo enemigo, el victimismo, es peligroso. El victimista está siempre quejándose de los demás: “Nadie me entiende, nadie me ayuda, nadie me ama, ¡están todos contra mí!”. Y su corazón se cierra, mientras se pregunta: “¿Por qué los demás no se donan a mí?”. …Por último, está el pesimismo. “Todo está mal, la sociedad, la política, la Iglesia…”. El pesimista arremete contra el mundo entero, pero permanece apático y piensa: “Mientras tanto, ¿de qué sirve darse? Es inútil”. …Cuando se piensa así, lo que seguramente no regresa es la esperanza. En estos tres —el ídolo narcisista del espejo, el dios espejo; el dios-lamentación: “me siento persona cuando me lamento”; el dios-negatividad: “todo es negro, todo es oscuridad”— nos encontramos ante una carestía de esperanza y necesitamos valorar el don de la vida, el don que es cada uno de nosotros. Por esta razón, necesitamos el Espíritu Santo, don de Dios que nos cura del narcisismo, del victimismo y del pesimismo, nos cura del espejo, de la lamentación y de la oscuridad.

ORACIÓN ¿QUÉ RESPÒNDO A DIOS QUE ME HABLA EN EL TEXTO?

Señor, hazme un instrumento de tu paz:

donde haya odio, ponga yo amor,

donde haya ofensas, ponga yo perdón,

donde haya discordia, ponga yo unión,

donde haya error, ponga yo verdad,

donde haya duda, ponga yo fe,

donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

donde haya tiniebla, ponga yo luz,

donde haya tristeza, ponga yo alegría

COMTEMPLACIÓN: ¿CÓMO REFLEJO EN MI VIDA LO QUE ME DICE EL SEÑOR?

  • Salgamos fuera al descubierto, a la intemperie y dejemos que la alegría de vivir y el fuego de amor embriaguen y perfumen los lugares donde existimos. Sonriamos a los otros, dejemos que vibre y estremezca la emoción, que haya una con-moción, un gesto espontáneo en nuestro entorno que alguien se sienta querido, amado y aceptado más allá de su pensamiento, sólo por ser la imagen de aquel que nos enciende. Dejemos que la variedad de dones de Aquel que nos mueve, nos enciende y nos ama se expresen en su prodigalidad y se distribuyan sin pedir autorización. El viento y el fuego se divierten, sirviéndose de nosotros como instrumentos gozosos de la vida. Son incontrolables, imprevisibles, no programables…, son el Espíritu de Dios. (L. d S. de Jesucristo).

ACCIÓN: ¿A QUÉ ME COMPROMETO?

  • La presencia de Jesús nos trae la paz., vive en la paz que da Jesús y transmítela.
  • El Espíritu es derramado sobre cada uno de nosotros. Examina que “paraguas” utilizas en tu vida para que no cale la llovizna de su santo Espíritu.
  • En Pentecostés escuchamos en boca de Jesús “paz a vosotros” Identifica que cosas te perturban la paz.
  • Como Jesús envío a los discípulos así lo hace también con nosotros, sus discípulos de hoy. Descubre que el Señor hoy te invita a ti para que seas su testigo en tu realidad de cada día.
  • Ahora más que nunca, necesitamos la presencia del Espíritu para que todos hablemos el mismo lenguaje: el lenguaje del amor.  Sólo entonces nos entenderemos todos. Pídelo al Espíritu y comprométete a utilizar este lenguaje.
  • Con María recógete en oración, ábrete al Espíritu, déjate llenar por Él y agradece su venida

 

FUENTE: https://catequesiscadizyceuta.wordpress.com/2023/05/22/lectio-divina-domingo-de-pentecostes-ciclo-a-jn-20-19-23-28-mayo-2023/