Vosotros sois la sal de la tierra

AMBIENTACIÓN

Vosotros sois la sal. Vosotros sois la luz. No se trata de tener luz para   iluminar las tinieblas del mundo. Ni de tener sal para sazonarlo Es algo más profundo. Se trata de “ser sal” y “ser luz”.  Esto se relaciona con las palabras de Jesús: “Vosotros sois mis discípulos”. Y el discípulo se identifica en todo con el Maestro. Éste ha ganado la vida “perdiéndola por los demás”. Así el que es sal se pierde para sazonar. Y el que es luz “arde “para alumbrar”Como dice San Agustín: “El que no arde no puede incendiar” (San Agustín). 

LECTURAS DE ESTE DOMINGO

1ª lectura: Is. 58,7-10.       2ª lectura: 1Cor. 2,1-5

EVANGELIO

Mt. 5,13-16

“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.

REFLEXIÓN

1.– Este mundo nuestro está en tinieblas, está desorientado, está triste. NECESITA LUZ. Si no ardes no podrás emitir luz; pero si estás ardiendo, como los discípulos de Emaús cuando se encontraron con Jesús, no podrás dejar de emitirla.  Solo si vivo a tope, puedo “ser luz” y ayudar a los que viven en la oscuridad.  La tarea fundamental de cada uno está dentro de él mismo, no fuera. La preocupación de cada uno debe ser alcanzar la plenitud humana. Si eres luz, todo quedará iluminado a tu alrededor. La luz sirve para saber dónde está cada cosa, por dónde moverme… La oscuridad me paraliza. Esa pequeña luz  me orienta, pone las cosas en su sitio. Cuando alguien ofrece un cirio al Señor o a la Virgen, no quiere que se lo apaguen, quiere que esté encendido hasta que se consuma del todo. Nuestra vida es ese cirio encendido y, en tanto es vida, en cuanto está encendido. Un cirio apagado no tiene sentido. Un cirio a medio consumir, es un cirio malogrado. Así también nuestra vida. Y no olvidemos que el cirio no se enciende a sí mismo. La luz la recibe de otra llama. En nuestro caso “sólo podemos ser luz” si la recibimos de Aquel que dijo: YO SOY LA LUZ”  

2.– Este mundo nuestro es demasiado corrupto y demasiado soso. NECESITA SAL. Las dos características de la sal son: preservar y sazonar. En la vida siempre ha habido corruptos, gente sin conciencia que se aprovecha de los demás, pero el mal de nuestros días es que la corrupción se ha metido en las Instituciones: en los partidos políticos, en los sindicatos, en la Corona y, por desgracia, también en la Iglesia. Hoy más que nunca los cristianos debemos ser transparentes y preservar a nuestro mundo de la corrupción. Debemos ser sal.  También es común entre los hombres de nuestro tiempo la pérdida de sentido, el aburrimiento, la apatía, la poca ilusión por vivir. Lo decía muy bien Cox en su famoso libro de “Fiesta de locos”: “el hombre moderno ha ganado el mundo, pero ha perdido el alma”. Al hombre moderno le han subido a un coche con todo lujo de servicios por dentro, con una preciosa carrocería por fuera, pero “sin motor”.  Y la chispa de la vida, por más propaganda que hagan, no la da la “Coca-cola”. La chispa de la vida la da “la sal del evangelio”. Hay que volver a bautizar con sal, con más sal que antes.  Con Jesús la vida tiene otro color y otro sabor. Y esto los cristianos lo tenemos que hacer no con protagonismos sino, como la sal, desapareciendo sazonándolo todo. Jesús es un Maestro, pero no de ciencias ni de historia, sino Maestro de vida. Con Jesús se aprende a vivir, se aprende a saborear la vida, con todas las maravillas que Dios ha puesto en ella.

PREGUNTAS

1.– Como cristiano, ¿sé que sólo el que ama está en la luz?  ¿soy luz para los demás? ¿Cuándo? ¿Cómo?

2.– Como cristiano, ¿soy sal?  ¿Me encanta la vida? ¿Disfruto de la vida sin necesidad de gastarme dinero?  ¿Ayudo a vivir a los demás?

3.– Como cristiano, ¿soy sal?  ¿Busco protagonismos en lo que hago?  Al hacer el bien, ¿sé desaparecer?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Jesús dijo que nosotros

somos la «sal de la tierra»

y la blanca «luz del mundo»

que elimina las tinieblas.

La sal, carnes y pescados

de la corrupción preserva,

sazona los alimentos,

los adereza y conserva.

Sale suave del salero,

con humildad y modestia,
y «se disuelve», dejando,

en las comidas, su «esencia».

La luz, colocada en alto,
nos ilumina y alegra;

sus rayos son como besos,

que acompañan nuestras fiestas.

También la luz, como sal,

«se desgasta» y «se dispersa»,
brindando calor y vida

con su callada «presencia».

Así somos los cristianos:

Personas siempre dispuestas
a «servir», a «dar la vida»,
a «gastarnos» sin reservas.

Señor, acepta, gozoso,
nuestra generosa ofrenda:

«Queremos ser sal y luz

para el mundo y nuestra Iglesia».

(José Javier Pérez Benedí)

Fuente: https://www.iglesiaenaragon.com/domingo-5o-tiempo-ordinario-5-de-febrero-de-2023