En Adviento, en el tiempo de las novenas de Navidad, tuve la oportunidad de estar en misión en Trinidad, Casanare. Fui en compañía de la hermana Luz Elena Londoño, para una vereda llamada “El convento”. Allá se encuentran familias sencillas, que viven de lo que siembran, de sus ganados, de sus trabajos en el campo y fuera de él. Allí pude ver y experimentar otras realidades.

Con las personas que pude compartir y escuchar, veía  cuán importante es el mensaje de Dios para la vida. En cosas simples Él está, pero el mundo hoy quiere destruir ese mensaje con tantas ofertas: dinero, borracheras, las nuevas tecnologías, el sexo, la autoimagen y muchas cosas.  Veía reflejado en las diferentes familias la preocupación por sus hijos, por sus amigos y conocidos, el deseo del bienestar y salud, el sentido de comunión, de amistad. Veía en los abuelos, en los papás, la fe, que los fortalecía y les daba esperanza; al mismo tiempo, veía en algunos rostros la desesperanza.

Dios quiere reinar en el corazón de todos, por medio del amor, del respeto, del cariño, de la solidaridad, de la escucha, de su palabra, y cuenta con nosotros para eso. Lo que viví en esta misión me dejó muchas enseñanzas. Y creo que la principal es que hay que ser testimonio de Dios y hacer con que otros también lo sean y vivan con la certeza de que Dios los cuida, los ama y está presente y pendiente de sus hijos a todo momento.

Eduarda Bento.

Novicia MAR