Vivir la experiencia del tiempo de navidad, es un don de Dios. Pero lo solemos pasar distraídos, por todo lo que nos ofrece el mundo, mientras la gracia pasa en nuestra vida, sin darnos cuenta. Por eso, poder meditar y reflexionar el tiempo de la venida de nuestro Señor al mundo es un gran regalo donde se muestra una y otra vez el amor de Dios Padre que desea que sus hijos estén junto a Él, y los que están lejos lo conozcan y vuelvan a su encuentro.

En mi experiencia, les comparto el siguiente pensamiento y sentimiento.

De alegría y gozo se llenó el corazón

al contemplar a su Dios en el pesebre,

donde se confirma el gran amor del Dios Creador

que en su bondad infinita nos da la salvación.

 

¡La esperanza está aquí! ¡no hay tiempo que perder!

Ya no hay motivo para vivir en la oscuridad,

El Dios del cielo abre las puertas

Para que estemos en comunión con Él.

 

El cielo, la tierra, ríos y montañas saltan de alegría,

Pues todo encuentra sentido y plenitud

ante la presencia de la Verdadera Vida.

 

Abrir los ojos, es la mejor decisión; la luz verdadera esta entre nosotros.

Ya no carecemos de fuerzas.

Somos testigos del Dios que no olvida a su pueblo,

Somos testigos del Amor hecho carne frágil,

pero poderoso en su ser AMOR, que con todo su esplendor

desborda toda la tierra y cuanto en ella habita.

 

Juana Rosario Toc Rosales

Novicia MAR