Solidaridad, ayuda, agradecimiento, perdón, amor
Al pisar tus puertas, el corazón se ensancha,
un aire diferente llena el ambiente,
se escuchan voces, gritos, cantos.
Avanzamos y vamos encontrando caras bellas,
hay sonrisas amplias y ojos brillantes.
De pronto te abrazan y no puedes sino abrazar.
Muchos: “buenos días hermanita
te iluminan más el rostro.
¿Dónde está el hermano? Donde siempre.
Sonrisa amplia, acogida doblemente calurosa.
Con su cucharón revuelve el puchero.
“Pruébelo hermana”, me dice con ojos de alegría.
A pesar de estar delicioso, algo más le agrega
Ya sea queso, chorizo o atún…
Es como para resucitar a un muerto, sabor y contenido.
Me ofrece algo de tomar
y mientras la señora continúa con amor y dedicación
la preparación del alimento
el hermano comprueba si ya los niños desayunaron.
En segundos, por cursos y en orden
están sentados en el suelo
a la sombra de los árboles o de la malla.
Empieza la oración al Sagrado Corazón;
continúa lo que yo llamo “las pinceladas de formación”.
Me encanta; pocas palabras, invitando a los niños
a ser mejores cada día, a cuidar su colegio,
a sentirse en casa.
En los salones no cabe un niño más.
Los hay atentos, participativos, juiciosos;
otros inquietos, charlatanes, distraídos.
Muchas historias duras hay detrás de cada uno.
Admiro a las “Seños”, amorosas, pacientes, entregadas.
En mis ratos, los jueves
les digo a los niños cómo Dios nos ama,
y a ellos especialmente pues son sus predilectos.
Dios quiere que sean felices
y para esto nos mostró un camino,
ser como Jesús, hacer todo bien como Jesús:
Orar, jugar, estudiar, bailar, reir, perdonar, ayudar…
En el recreo no falta el fútbol
y están James y Falcao, además de una buena merienda.
Como niños, no faltan las quejas
y vienen las palabras serias del hermano:
Vé y dile a… que si sigue así, le voy a morder un ojo.
“La escuelita”, como la llaman en el barrio,
es un lugar de acogida, de amor,
donde se conoce a cada niño por su nombre
e importan sobre todo los valores cristianos:
Solidaridad, ayuda, agradecimiento, perdón, amor.
Es un lugar de salvación.
Dios nos salva, no por los muchos títulos,
No por mucho conocimiento y muchas oraciones,
Sino por acoger como hacía Jesús
a los más pobres y necesitados.
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