Estamos todos llamados a vivir una fraternidad universal, ir más allá de nuestra propia vida, de nuestros caprichos; vivir todos unidos sintiéndonos como hermanos que es lo que somos, hijos del mismo padre, creados y modelados por las mismas manos y el mismo barro.

Los motivos históricos, culturales y eclesiales nos hacen volver a San Agustín, y su experiencia puede ayudarnos a responder al reto de construir efectiva y realmente la fraternidad empezando en el ámbito de la Iglesia.

La comunidad según la entendía San Agustín, se hace fraternidad desde la contemplación para la misión. En su tiempo fue el maestro de la interioridad y continúa siéndolo, en esa dimensión profunda en el ser y en el amor y en la hondura contemplativa de la vivencia de Dios en el hombre y en el mundo.

El papa Francisco en su nueva encíclica FRATELLI TUTTI, habla claramente de esta fraternidad, de la dignidad y derechos que tenemos como seres humanos, hijos de Dios, y que hace mucho tiempo vienen siendo violados por los poderes opresores y por la falta de fraternidad y empatía. Una mirada lejana y egocéntrica, que no debemos dejar que se apropie de nuestro ser.

En la semana pasada las postulantes MAR tuvimos un taller de 5 días de encuentro con nosotras mismas y con Dios. Había varios jóvenes de diferentes edades, lugares, etapas de formación y congregaciones, pero con un algo en común, el deseo de seguir a Jesús Resucitado. En esos días intentamos construir fraternidad, con la empatía, la dignidad, el amor, el respecto hacía los demás y sus historias, sus heridas, sus sufrimientos y sus victorias.

Estoy muy contenta de saber que en un futuro bien próximo la vida religiosa tendrá estas caras, estos deseos de construir fraternidad, de cuidado y empatía hacía los demás, que a pesar de las diferencias nos hace sentir hermanos y responsables los unos de los otros, que tiene una mira distinta del mundo; jóvenes que no quieren acomodarse, que quieren embarrarse por el Reino.

Seamos constructores de la fraternidad universal, seamos todos hermanos, seamos una sola alma y un sólo corazón orientados hacia Dios. Les coloco una parte de la encíclica para que todos reflexionemos sobre nuestra actitud de contribución con la fraternidad a nuestro alrededor.

“(…) Porque una cosa es sentirse obligado a vivir juntos, otra es apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida común que hay que buscar y cultivar juntos».

La tecnología avanza constantemente, pero «¡qué bueno sería si, con el aumento de las innovaciones científicas y tecnológicas, también hubiera una equidad e inclusión social cada vez mayores! ¡Qué bueno sería si, mientras descubrimos nuevos planetas distantes, también descubriéramos las necesidades del hermano y la hermana que orbitan a nuestro alrededor!».

(CARTA ENCÍCLICA, FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE EL PAPA FRANCISCO )

Camila Souza

Postulante MAR