Es necesario servir para que Él reine

 

 

Con este lema fueron convocadas las Superioras Mayores para el Encuentro que marcan nuestras Constituciones en el  N° 111 del Directorio General. También ha sido realizado en el marco de los 50 años de aprobación Pontificia de la Congregación. El encuentro tuvo lugar en la Casa General en Leganés, MADRID, del 5 al 15 de Agosto de 2014. La metodología propuesta de la lectio divina  ayudó a realizar el camino del encuentro: Día de retiro; Lectura ¿Qué dice la realidad?; ¿Qué me dice a mí la realidad?; ¿Qué me hace decir?; Iluminaciones a la luz de Espíritu; Acciones prácticas para construir el futuro. Fue así como se comenzó a compartir la realidad de las jurisdicciones, descubrir las sombras y los logros: los nuevos caminos emprendidos, las obras de las cuales se ha retirado la congregación y los horizontes que se abren en estas realidades que viven nuestros pueblos.

 

La Eucaristía de apertura la presidió el P. Simón Puertas, o.a.r,  quien animó a emprender este camino en el que Dios guía, vislumbra el norte, es providente y llevará a buen término su obra.

 

Durante todo el día seis acompañó el P. Rafael Mediavilla, o.a.r en el retiro espiritual desde la reflexión: Jesús, como prototipo de la superiora en el anuncio del Reino. A la luz de los números 264-267 de la Evangelli Gaudium y la carta a los Efesios 1-4. El Señor llama  a ser luz y guía. Sobre todo a ser fuente de ánimo e impulso a las comunidades y religiosas. Sin olvidar que es una tarea, recibida pero conscientes de formar parte de la comunidad con una vocación, compromisos comunes con todas las hermanas. Es un servicio peculiar y transitorio. Todo esto enmarcado dentro de un momento concreto de la historia y vida de la Iglesia: situación crítica de la vida consagrada, situación de la Iglesia, revitalización de la vida consagrada y nueva evangelización.

 

Los días siete y el ocho estuvieron dedicados a mirar la realidad de las jurisdicciones. Cada provincia y viceprovincia presentó su vivencia. Fue un compartir franco, transparente, abierto, libre en clima de fraternidad. Allí se constató la realidad y sus contextos. Fue la ocasión para caer en la cuenta que se vive en un mundo globalizado y que en todas partes se está sufriendo casi los mismos males. 

 

El día nueve les tocó el turno a las presidentas de los secretariados, la ecónoma general y la encargada de la página web; cada una presentó los avances de la andadura de la animación que tienen entre manos y se pudo tomar el pulso de cómo va la congregación  en la vivencia de las determinaciones y en la comunión de bienes de formación. Continua vigente el reto de salir de la barrera de lo mío para pasar a lo nuestro.

 

Iluminaciones: 

El día diez se recibió al P. Enrique Eguiarte, o.a.r quien compartió sus excelentes y profundas reflexiones sobre Reestructuración y revitalización desde la dimensión agustiniana. Precisó que ésta tiene un doble nivel: el interior (revitalización) y el exterior (reestructuración). La primera nace del amor e implica que todas las hermanas se pongan con humildad en el camino de la conversión continua. Y la humildad está relacionada con el autoconocimiento que es verse a la luz de Dios. Como fuentes de la revitalización según San Agustín citó: la Sagrada Escritura, la oración y la Eucaristía. Concluyó diciendo que si no hay una revitalización interior, todo lo exterior (reestructuración) carecerá de base y fundamento. 

 

Un agradecimiento muy grande a la Orden de Agustinos Recoletos, por su ayuda, sus orientaciones tan oportunas y ajustadas al carisma. 

 

El día once, en la mañana, visitó el P. César Valero, o.p con el tema: La alegría del Evangelio. Orientaciones del Papa a la vida religiosa (Evangellii Gaudium). El sacerdote partió del supuesto que este no es un documento dirigido a la vida religiosa, fue escrito para toda la Iglesia. En este texto el Papa Francisco se dirige en un tono materno eclesial y tiene como objetivo motivar a los cristianos a una evangelización iluminada por la alegría, en estrecha comunión con Jesucristo. Es de una extraordinaria riqueza pastoral con un grito profético. Lanza varios desafíos para que la Iglesia se ponga en camino de evangelización. Por la tarde Mons. Mario Alberto Molina Palma, obispo de Totonicapán (Guatemala) nos visita y ofrece su reflexión por medio del internet (Skype) con el tema: Nueva Evangelización y Reestructuración. Nos indica que ambas van de la mano y la segunda no es un mero acto administrativo es una reflexión larga que ha hecho la Iglesia y tiene su origen en el Vaticano II. Afirma que la vida de la Iglesia está en juego en la Nueva Evangelización. Enfatiza que las mediaciones para el encuentro con Jesús están: el Evangelio, la liturgia y los pobres, la comunidad. Invita a pedir a Dios Padre el don de la revitalización. Advirtió del peligro de la secularización, que invita a asimilarnos a la cultura del entorno que se olvidó de Dios. Se agradece a Mons. Mario su fraternidad y el compartir estas reflexiones que ayudan en el camino de la consagración al servicio del Reino.

 

El día once acompañó el P. Felicísimo Martínez, o.p con el tema: Nuevos desafíos de la vida consagrada en el momento actual. Dio varias pautas y su reflexión sobre la dirección que debería tomar la vida religiosa, resumidas de la siguiente manera: 1. El desafío de la sinceración; 2. El desafío de priorizar la dimensión teologal, la experiencia de fe como fuente de sentido, la dimensión contemplativa en la vida religiosa y recrear la dimensión carismática de la propia congregación; 3. El desafío de la misión profética; 4. La misión entre los pobres y excluidos; 5. El desafío de la reestructuración; 6. El desafío de la inculturación y la interculturalidad; 7. Una espiritualidad para el cambio y la reestructuración. Para abordar todos estos desafíos se requiere una espiritualidad, una actitud de cambio o de desinstalación. “Pero el cambio no es una moda o una forma de luchar contra el aburrimiento o una inestabilidad de inconstantes. Es una actitud de búsqueda del verdadero rostro evangélico de la vida religiosa. Implica siempre una renuncia a ciertas seguridades que vienen del lugar, de la costumbre, de la rutina, de los convencionalismos, de lo conocido… El cambio siempre implica un riesgo, un desplazamiento hacia lo desconocido, pero también implica una posibilidad de crecimiento y enriquecimiento. Por lo tanto, debe estar inspirado por la búsqueda y la esperanza, pero también tiene que contar con la renuncia.

La situación actual de la vida religiosa y los desafíos de la reestructuración requieren una disponibilidad para el cambio, en varios sentidos: cambio de mentalidad, de hábitos, de comunidad, de obra, de servicio…. Esto supone someterse al discernimiento comunitario y no depender solo de la programación personal de la propia vida.

 

Los cambios están siempre muy relacionados con los miedos. Hay resistencia al cambio porque se tiene miedo. Pero la mayor parte de los miedos son gratuitos y falsos. Después de aceptar el cambio se suele reconocer con frecuencia que ha sido una oportunidad para el crecimiento. Quizá el miedo mayor es el miedo a la conversión, como le sucedió a San Agustín”.

 

 

 

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