Una buena convivencia solo es fruto del querer acoger y dejarse acoger por los demás, aceptando la forma de ser diferente del otro.

Después de un largo y caluroso camino hacia nuestro destino (Retiro), no hay nada mejor que un delicioso helado, compartiendo con todos, con alegría y fraternidad. Nuestro compartir no solo es al comer algo sino que lo más importante es compartir nuestra vida, nuestros pensamientos, ideas, conocer y escuchar a los demás, reír juntos; esto contribuye que cada uno se sienta parte y se haga parte de nuestra familia.

Las diferencias son riquezas; “cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiano” (Papa Francisco, Fratelli Tutti).

Cada uno forma una parte fundamental en una comunidad, en una sociedad; podemos aportar lo que somos y compartirlo con los demás, para construir juntos una familia con lazos profundos capaces de dar testimonio donde sea que nos encontremos, donde sea que seamos vistos compartiendo, de tal manera que la fraternidad que se testimonie sea como aroma o perfume fresco y suave que llega a todos y todos puedan sentir el deseo de también tener ese aroma.

Juana Rosario Toc Rosales

Postulante MAR