«Iluminados por la vida de Jesucristo maestro y pedagogo”.

Damos gracias a Dios por este nuevo año escolar que comienza y por cada uno de los docentes que se disponen con alegría para esta desafiante y apasionante misión de educar.

El viernes 12 de septiembre de 2014, se realizó un taller para los docentes en el Colegio Nuestra Señora de la Consolación, Caracas-Venezuela, en el cual se tuvo como centro a Jesús maestro y pedagogo.

La jornada comenzó a través de una dinámica y espacio de integración para tocar con nuestra realidad de vida y a partir de ella descubrir que Dios nos llama a sembrar y al mismo tiempo tomar conciencia de lo que necesito que Dios siembre en mi. Cada docente compartió cómo se sentía y por medio de una oración personal, que tuvo como texto iluminador la parábola del sembrador, se ofreció lo que cada uno desea sembrar este nuevo año escolar.

Luego de la oración se profundizó en la persona de Jesús, recordando que como Hijo de Dios hecho hombre, creció en una cultura propia y realidad concreta, donde fue aprendiendo muchas cosas en la escuela de la vida que luego colocó en práctica en su misión. Desde allí, nos dispusimos a ir mar adentro en el tema central de “Jesús maestro y pedagogo”, analizando las actitudes que tuvo como maestro, la forma de relacionarse con las personas y las consecuencias de su pedagogía de amor testimonial, liberadora, creativa, de inclusión y crítica.

Por medio del trabajo grupal se buscaron acciones concretas para vivir durante el año escolar, iluminadas por las actitudes pedagógicas de Jesús. A continuación se festejó todo lo compartido y aprendido en la jornada con una profunda e íntima celebración de la Palabra:

Escuchamos la lectura de los hechos del Colegio Nuestra Señora de la Consolación en cada docente.

Cantamos el salmo de acción de gracias de nuestras vidas.

Escuchamos la Buena Noticia  de Jesucristo en la parábola del sembrador.

Compartimos nuestras peticiones, expresadas en lo que queríamos sembrar este nuevo año escolar.

Ofrecimos  nuestras vidas, tomando con nuestras manos un poco de tierra fecunda diciendo nuestros nombres, para que Dios siembre según su voluntad en cada uno.

Comulgamos a Jesús, con el gesto de dejarnos lavar los pies y comulgamos con el hermano con el compromiso de estar al servicio de los demás.

Finalmente terminamos con la bendición final, envío y abrazo de paz unos a otros con la señal de la cruz.

¡Confiados en la presencia del Maestro que es Camino, Verdad y Vida, comenzamos con alegría nuestra misión de ser evangelizados y

y evangelizadores!

 

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 evangelizadores!