“Hay, lo sabemos por experiencia, un tiempo vivido y un tiempo medido.

El tiempo como medida no cambia, es el común a todos;

el experimentado como placer o como dolor, como vida…

ese sí cambia, es cambio”. (Hugo Mujica)

El 31 de enero, nos unimos en una sentida oración de Acción de gracias al Señor, como congregación religiosa y como Provincia San Agustín. Congregación religiosa, para celebrar un aniversario más del nacimiento de nuestro Fundador Monseñor Francisco Javier Ochoa Ullate, razón que nos motiva a elevar nuestro corazón a Dios, para agradecer la obra, el testimonio y todas las acciones que él realizó en su entrega y dedicación a la misión en la Iglesia, a la que amó y en nuestra Congregación, por la que trabajó sin descanso hasta verla constituida como una hija de la Iglesia.

Esta es una oportunidad grande que nos da el Señor, para agradecer el don de la vocación y la respuesta generosa, que Monseñor y las hermanas Cofundadoras dieron, dejándolo todo, abrazaron las dificultades, para responder al Proyecto de Cristo, que quiso contar con ellos y les invitó para encomendarles una misión especial, lo que significó abandonar la barca de las seguridades, para atender y escuchar a Dios y dejarle hacer su proyecto.

Su preocupación era dejar cimientos sólidos, que sostuvieran el edificio de la Congregación, por eso siempre fueron y han sido, para nuestra vida, la esperanza profética, la disponibilidad y compromiso con los pueblos y sus culturas, la experiencia hecha sabiduría de vida, la alegría expresada y vivida, en todo lo que significó darle vida a la Congregación, que ha caminado a lo largo de 70 años de historia, siguiendo las huellas de Jesús, en el carisma Misionero Agustino Recoleto, que su Fundador quiso llevar adelante, con el lema que reza en nuestro escudo “Solo a Dios el Honor y la Gloria”, este es nuestro anhelo, este es el sueño, que buscamos hacer realidad, en los diferentes lugares donde estamos presentes.

La Congregación en ese abrir caminos, siempre en búsqueda de responder a lo que Dios nos pide y espera de nosotras, en el año 1991, determinó organizarse por Provincias y es este otro de los motivos de celebración en este año. A raíz de esta determinación, pasamos a ser Provincia San Agustín, de Colombia y Perú, eligiendo como fecha de erección el 31 de enero de 1992. Estamos celebrando en este año 2017, 25 años de vida como Provincia.

¿Al volver la vista y mirar el camino recorrido, surgen varios cuestionamientos, tales como: ¿qué rápido se han pasado, en qué momento? También nos preguntamos, ¿qué nos queda de avances o retrocesos en estos 25 años?: Balances., ajustes., revisiones., fiesta…, pérdidas…, gratitud…, dolores…, cambios…, transformaciones…, desastres naturales…, crisis económica…, de valores…, de paradigmas…, la vida toda atravesada por la contradicción, los contrastes, la posibilidad y el límite…? Y algo muy importante nos queda:  LA GRATITUD.

De corazón misionero, peregrinas y buscadoras, porque nos sentimos llamadas a ser voz profética y a dar razón de la importancia de seguir a Jesús, renovando el espíritu de riesgo y disponibilidad, en éstos 25 años de la Provincia, en el que hemos experimentado, el tiempo que nos plenifica más allá de edades, tareas, lugares, logros o fracasos. Este tiempo el vivido, nos enseña y nos mantiene en camino, atentas a lo que sucede, alertas al querer de Dios siempre presente en nuestra historia, aún en formas a veces poco comprensibles para nosotras.

Han cambiado los tiempos sí, es verdad, en aquella época había un florecimiento exuberante de vocaciones, había juventud, había salud y se visionaban campos de evangelización, con propuestas claras para ir y sembrar fe, alegría y esperanza en los corazones de los niños, en el campo de la educación y así mismo en la salud y en las parroquias.

Hay nostalgia sí, pero hay que convertirla en anhelo, de crear situaciones donde  Él reine en todos los lugares y en todas nosotras donde nos encontremos;  también hay alegría y mucha, por la respuesta que en el momento dio la Provincia y por el caminar que sigue realizando, para seguir generando vida en las obras, que a la luz del discernimiento comunitario, hay que  potenciar, con el personal que tenemos, teniendo presente siempre que la vivencia de los votos son signo de entrega, de liberación y de fuerza, para hacer realidad el evangelio en el corazón de cada cultura.

Por tanto “no tengamos miedo” de continuar llevando esperanza a los límites y a las fronteras, donde nos esperan nuestros hermanos, hay que Avanzar para abrir nuevos horizontes, no tengamos miedo de seguir corriendo riesgos, pues nuestra consagración religiosa es señal profética y testimonio del Reino.

Conmemorar estas efemérides, es volver los ojos y el corazón agradecidos al Señor y expresar con el salmista “El Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres”. Hemos caminado, pero aún queda mucho por hacer, el Dueño de la Mies, necesita obreros en sus campos, la misión es aquí y ahora.

Comunidad MAR Casa Provincial.

Provincia San Agustín.

 

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