“Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: Él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar .” (Papa Francisco)

 

 

El pasado sábado ocho de Octubre, alrededor de las ocho de la mañana junto a trece jóvenes monitores y premonitores de Infancia Misionera, las hermanas Luisa Ortiz, Herlinda García, Carolina Mushi y Karen Polanco, junto al grupo de monitores y premonitores de la Infancia Misionera, nos dirigimos hacia Pinos del Valle una localidad del municipio del Pinar, perteneciente a la provincia de Granada, España; para vivir un retiro convivencia, como preparativo para el inicio de la Infancia Misionera.

Al llegar a la parroquia fuimos recibidos muy fraternalmente por el padre Javier, quien nos acogió y explicó la historia del Cristo del zapato, (aquí colocamos un fragmento):

“…se cuenta que reunidos los devotos del Santo Cristo pensaron hacer una colecta para comprarle unos zapatos de oro en agradecimiento a los muchos favores recibidos. Un domingo después de calzarle los zapatos, con mucha devoción comenzaron la Eucaristía. Entre todos los devotos se encontraba una pobre viuda, en silencio oraba al Señor pidiéndole ayuda para alimentar a sus hijos. El Señor escuchó su oración y se despojó de su zapato depositándolo sobre el cáliz; intentaron retirarlo y solo pudo hacerlo la pobre viuda. Todos entendieron el mensaje: lo que deseaba el Señor más que unos zapatos para él era socorrer a esa mujer y así hicieron. Desde entonces le llamaron Santo Cristo del Zapato.

Una copia de esta imagen del Santo Cristo del Zapato, acompañada de los patronos San Roque y San Sebastián, se veneran en Pinos del Valle desde el 9 de Octubre de 1791

En este pueblo hay una fuerte devoción al Cristo, que mueve a personas de hasta 80 años a subir cada 03 de mayo, a la Ermita, en peregrinación.

Luego de desayunar y acomodar nuestras cosas en la parroquia, iniciamos nuestra difícil subida de peregrinación, se nos invitó a escoger una piedra, como símbolo de quién soy yo, hoy; en silencio, disfrutando las hermosas vistas que la montaña nos iba regalando, reflexionando diversos aspectos de nuestra vida con los cuáles no nos sentimos conformes, aquello que no nos gusta, que no construye; intentando desde allí, descubrir qué nos da Dios para cambiar.

Al llegar a la Ermita, nos quedamos en las escaleras y contemplando el valle de Lecrín, cada uno recibió el texto de la Transfiguración (Lc 9,28b-36) para aprovechar y orar, preguntarnos quién nos invita y cuáles son los compromisos que Jesús espera que asumamos con Él y con nuestros hermanos en este nuevo año escolar. Después subimos las escaleras rezándole a la Virgen, nuestra madre, en diferentes idiomas. Al llegar a la capillita de la Ermita como un gesto final del retiro, compartimos nuestro compromiso ofreciendo nuestra piedra al Cristo del zapato.

Estando allí aprovechamos el paisaje para sacarnos fotos. Seguido bajamos hacia un merendero que se encuentra en el pueblo, allí descansamos, jugamos fútbol y compartimos.

Compartimos la comida en un salón de la parroquia que nos facilitó el párroco, cada uno puso en la mesa lo que había traído para compartir. Al terminar de comer, la hicimos un recorrido por lo que serían Pinos del Valle alto y Pinos del Valle bajo.

Damos gracias a Dios por esta experiencia tan enriquecedora y le pedimos que nos ayude a ser conscientes a cada momento de lo que nos pide, y ser generosos para responderle sin medida. Amén

Karen B. Polanco MAR 

 

 

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