El pasado 12 de diciembre, desde la comunidad de Segue, distrito de Cochabamba, tuvimos la oportunidad de compartir con los niños de primera comunión, sobre la interioridad y la misión. Interioridad entendida como la búsqueda constante, nuestra verdadera misionera y la fuente de nuestra vida, MAR, en dónde compartimos con ellos la alegría de la misión y  la evangelización, como hizo nuestra M. Ángeles García en China, una mujer entregada y entusiasmada con los niños chinos que supo escuchar y enseñar a los más pobres el amor de Cristo. Es por eso que nosotros tenemos la dicha de compartir la palabra de Dios a nuestros hermanos necesitados.

Y en el mismo día también celebramos la liturgia de la Palabra del tercer domingo de adviento, próximos a la navidad. Durante los tres domingos les hemos hablado sobre la importancia del adviento, que es un tiempo de espera, de estar atentos, de vivir en una conversión continua, de escuchar la voz de Dios en la palabra y por último, de vivir con alegría. Sentirse amado y salvado por Dios es un gran gozo; sabernos que somos hermanos de Jesucristo que ha dado su vida por nosotros es el motivo principal de la alegría.

Dios está donde alguien sufre, donde se lucha por la justicia, donde se busca el bien para todos. Dios está presente en la fuerza de los débiles: en una palabra de ánimo, en un trozo de pan partido, en la esperanza, el gozo y el amor de cada día. Si aceptamos esta realidad y vamos por estos caminos, se acrecentará la luz en nosotros y seremos en el mundo “testigos de la luz”.

Señor nos llamas a dar testimonio de la luz, como a Juan. Que sepamos dar testimonio de ti de forma valiente y que sepamos también retirarnos para señalarte y que otros te sigan. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a aportar el don de la luz. Más allá de esas palabras, el mejor testimonio, es y será el ejemplo de una vida fiel.

Comunidad Cochabamba, Perú