El día 30 de noviembre del 2019, llegué a la ciudad de México para una nueva misión. Cuando la Hna. Nieves María Castro, superiora general, estuvo en Brasil, me hizo una pregunta a la que rápidamente respondí: “sí, para eso me hice misionera agustina recoleta”

Confieso que después de responder eso, me dio un escalofrío en el estómago y pensaba en mis adentros: y si… ¿Y si no?. Cada vez que la Hna. Nieves me preguntaba que si estaba firme en mi respuesta, sufría.

Ahora, me comparo con el evangelio y, me veo reflejada en Pedro cuando Jesús por tres veces lo cuestiona y tres veces Pedro le responde que sí. Así estuve por un tiempo, hasta que me puse en las manos de Dios y dije con Pedro: “Señor, tu lo sabes todo, sabes para dónde voy, qué voy hacer, cómo lo voy hacer…” y a partir de allí, me vino la paz y  la serenidad.

Poco tiempo después, recibí un mensaje donde la Hna. Nieves me pedía para hablar, me vino la tentación de huir, pero al escuchar “Querétaro” en ese mismo instante, me puse a agradecer a Dios por ese gran regalo.

Le decía a Dios: ¿Cómo pensaste en esto? Si yo en ningún momento lo pensé; Él va preparando los caminos y yo agradezco por todo eso. La verdad, es que Dios lo hizo, así lo siento.

Cuando llegué a México, el recorrido, fue de la siguiente manera: del aeropuerto a la casa, en el almuerzo, me hicieron la propuesta para ir a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, es obvio que la acepté, pues, tenía que dejar a los pies de nuestra Madre toda mi gratitud con Dios  por todo lo que estaba pasando; por ella, llegan más rápido las plegarias.

El día 01 viajamos a Querétaro, a mi nueva comunidad, cuando llegué, “me sentí muy a gusto en el conventito” (parafraseando a madre Ángeles). Desde que llegué, los días van avanzando y con eso, van  llegando de todos los lados las fiestas. En diciembre la recolección, las despedidas de la Hna. Carmen Arbilla, las posadas, la Navidad, los reyes con sus regalos y roscas, el bautismo de Jesús, la presentación de niño Jesús en el templo, etc.

Así me encuentro, conociendo y llegando a la conclusión de que a los mexicanos  no les gusta solamente el chile, sino especialmente las fiestas. Todo es motivo para una buena comida y un compartir. Resalto aquí las posadas, donde los niños vestidos de María, José  y el ángel Gabriel salen al camino en dirección a las casas para pedir posada y cantando, cuentan la  historia del nacimiento de Jesús hasta que “convencen” a la dueña de la posada para abrir la puerta. Cuando lo logran, les dan comida, juegos y hasta piñatas. Los niños viven felices y encantados y yo también.

Otra fiesta muy hermosa es la del bautismo y la presentación de Jesús. No sé de donde salen tantos niños Jesús, diferentes tamaños, colores y estilos ¡Una cosa impresionante! ¡Incomparable! Todos ellos traen consigo muchas golosinas para que después de la bendición se le distribuya a la gente.

Después de bendecir a los niños Jesús, todos los pequeños son presentados y reciben la bendición de Dios por las manos  del sacerdote.

Bendito sea Dios por tantos regalos que nos da cada cultura.

Jacira da Silva, mar.