Buenas tardes: Congregación Religiosa de Misioneras Agustinas Recoletas, familiares y amigos de nuestra querida Tita Lucrecia.
Hoy ha sido el día elegido por Dios para despedir, aquí en la tierra, a nuestra querida Tita Lucrecia.
Al sentarme y pensar en la Tita, me he remontado con mis pensamientos, a los primeros recuerdos que tengo sobre ella; era mi infancia, mis padres, mi abuela y mis titos, me hablaban mucho de ella, pero yo no la conocía; la Tita Lucrecia, siguiendo su vocación, se marchó de misionera a Brasil el año que yo nací, y por ello también llevo su nombre. Más tarde volvió después de muchos años y es cuando empecé a tener contacto con ella, empecé a sentirla, a notarla en mi corazón.
Pero ¿cómo era ella, Lucrecia? Era una de esas personas que se ha ganado a pulso el estar en un lugar de nuestras vidas. Siempre prestando ayuda cuando se le ha necesitado, en todos los momentos, en los difíciles o en aquellos otros en que simplemente nos acompañaba brindándonos su amor incondicional.
Queremos, mis hermanos y mis primos, darle a través de estas palabras nuestra gratitud, por toda ella, por ser tan especial, pero no siempre se puede expresar con palabras la gratitud tan inmensa que hoy sienten nuestros corazones.
También queremos agradecer a cuantas personas han venido desde Alhendín y de otros lugares demostrando el cariño que le tenían a nuestra Tita. Gracias de todo corazón, os podemos asegurar que con vuestra actitud, a lo largo de su vida, la habéis hecho muy feliz. GRACIAS.
Asimismo, cómo no dar las gracias a esta Congregación de Misioneras Agustinas Recoletas a la que ella dedicó su vida; dar las gracias a cada una de las hermanas que la forman y a la que ella ha querido tanto; sus sobrinos tenemos constancia de ello; Congregación que, a la hora de la enfermedad, la han cuidado con gran esmero que nos ha llenado el corazón; les hemos visto cuidarla, pero no un cuidado cualquiera, han sido ustedes muy cariñosas y atentas con ella. Hemos podido comprobar cómo le demostrabais vuestro amor en cada uno de los cuidados que le habéis estado haciendo. Para nosotros ha sido un ejemplo; ejemplo que nos ha dado fortaleza; todo ello ha sido una gran demostración de amor, de un amor incondicional, un amor que no es egoísta, es amor fraternal, aquél que lo da todo sin esperar nada a cambio.
HEMOS APRENDIDO MUCHO DE USTEDES. GRACIAS DE TODO CORAZÓN.
LOS SOBRINOS DE LUCRECIA.