+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9,38-43.45.47-48
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros». Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Palabra del Señor.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Quizá en tiempos de Jesús, y bien seguro en los años posteriores, alguno de los muchos taumaturgos, exorcistas y curanderos del mundo judío o griego debió de usar su nombre en las prácticas de curación y expulsión de demonios. Los discípulos -o las comunidades cristianas posteriores- se creen en la obligación de impedirlo, como si se tratara de una usurpación. Con actitud intransigente y sectaria pretenden tener monopolio sobre Jesús. Se consideran los dueños de su causa, e intentan parar a los que actúan fuera del grupo, especialmente si triunfan. Es la tentación del exclusivismo, del monopolio, del capillismo.
En ese episodio del exorcista sin credenciales, Jesús sale al encuentro de esos primeros gestos de intransigencia entre sus discípulos. El relato nos descubre el egoísmo del grupo, el temor mezquino a la competencia de los otros, el creerse en posesión de la verdad; en fin, al discípulo ruin y cicatero, profundamente inseguro, que soporta con dificultad que el Espíritu sople donde quiera.
El sectarismo y la intolerancia no tienen sitio en la comunidad cristiana. No puede haber envidias porque otros hagan el bien. ¡Lo que interesa es que el bien sea hecho! Nuestros auténticos amigos y aliados son los que hacen el bien, los que expulsan demonios, aunque no sean de nuestro grupo. La sentencia que el evangelista pone en labios de Jesús es una llamada a la tolerancia, al respeto y a la alegría por el bien, lo haga quien lo haga. (Ulibarri, F).
SAN AGUSTÍN COMENTA
Mc 9,38-43.45.47-48: Intentas sobornar a Cristo juez
Como nada has traído a este mundo, nada te llevarás de él. Envía hacia arriba lo que has encontrado y no lo perderás. Dáselo a Cristo, pues él quiso recibir aquí abajo. Dáselo a Cristo, y no lo pierdes. No lo pierdes si lo confías a tu criado, ¿y vas a perderlo si lo confías a Cristo? No pierdes lo que has adquirido si se lo confías a tu criado, ¿y lo pierdes si confías a tu Señor lo que has recibido de él?
Cristo quiso padecer necesidad en este mundo, pero por nosotros. Cristo pudo alimentar a cuantos pobres veis, del mismo modo que, mediante el cuervo, alimentó a Elías. Sin embargo, también a él le quitó el cuervo para que lo alimentara la viuda. Por tanto, cuando Dios empobrece a unos, no queriendo que posean, lo hace para probar a los ricos. Pues así está escrito: Los pobres y los ricos se encontraron. ¿Dónde se encontraron? Aquí, en esta vida. Nació uno, nació el otro; salieron al encuentro el uno del otro y se encontraron. ¿Y quién hizo a uno y a otro? El Señor. Hizo al rico para que ayude al pobre, y al pobre para probar al rico. Cada cual obre según sus posibilidades, no de manera que él mismo se halle en dificultad. No es eso lo que os digo. Lo que tienes de superfluo es necesario a otro. Acabáis de oírlo cuando se leía el Evangelio: Todo el que dé un vaso de agua fría a uno de mis pequeños por causa mía, no quedará sin recompensa. Sermón 39,6
¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?
Hacerlo en comunidad. Juntarse y orar en comunidad y por la comunidad. Recordar que somos hermanos. Ver cuán diferentes somos por nombre, edad, raza, cultura, carácter…Y, a la vez, tomar conciencia de la inviolable dignidad de cada uno. Orar por cada uno, descubrir y acoger su carisma. Orar con una plegaria en común. Unir mi voz, mi alegría, mi silencio, mi oración, …a la de mis hermanos.
Ampliar horizontes y derribar barreras. Abrir los ojos y descubrir, en el amplio mundo, fuera de mi comunidad, la gran cantidad de grupos y personas que trabajan por la vida, siembran el Reino y ayudan a los demás. Descubrir a profetas, testigos, discípulos, amigos, hermanos…sin credenciales, sin papeles, sin títulos, extranjeros. Acogerlos y alegrarme con ellos y por lo que ellos hacen. Dar gracias.
Escuchar a Jesús. Leer despacio el evangelio y rumiar cada frase y sentencia. Quedarme con la que más me llega o toca en este momento de mi vida. Ver qué efecto produce en mí al acogerla.
Practicar la tolerancia. La vida y la misma oración están llenas de encuentros. Y los encuentros sólo dan vida y enriquecen si nos abrimos al Otro, al tú, a los otros. Y para abrirnos, para dar y recibir, necesitamos ser tolerantes. Recordar momentos de tolerancia recientes, y agradecerlos. Lanzar la mirada hacia delante y prever dónde vamos a tener que ser tolerantes: prepararnos, pedirlo, empezar hoy.
Soñar la comunidad. En compañía de Jesús, soñar cómo quiero la comunidad, la comunidad que necesitamos y que necesita el mundo. Ver qué quiero que me aporte y lo que yo estoy dispuesto/a aportarle. Soñar y programar los primeros pasos. Empezar hoy, a recorrer el camino de la comunidad que quiero.
Una jarra con agua, un vaso, un salero. Poner todo ello en el centro. Mirarlo y mirarlo. Descubrir que son cosas pequeñas, elementales, pero necesarias y enormemente significativas. Dar de beber un vaso de agua a los compañeros que crea necesario. Decir por qué comparto, cuándo…Terminar la oración dejándonos salar por un amigo, hermana, acogiendo la sal para ser personas con sal. Orar es empezar a ser personas con sal.
¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?
Soy lo que soy gracias a muchas personas pequeñas y grandes, amigas y anónimas. Aquel que siempre esperó de mi la transparencia de mi yo. Aquel que siempre me enseñó a ver lo positivo. Aquel que me quiso como soy animándome a creer. Aquel que con su expresividad me hizo más transparente. Aquel que con su vida profunda me hizo más libre. Aquel que con su desacuerdo me ayudó a descubrir la verdad. Déjame darte gracias por quienes me han marcado, para siempre, con su vida y frescura. Déjame darte gracias, cantarte y alabarte por todos ellos, hijos tuyos y hermanos míos. (Ulibarri, F).
Oración
Dios nuestro, que manifiestas tu poder
sobre todo en la misericordia y el perdón,
derrama sin cesar tu gracia sobre nosotros,
para que, deseando tus promesas,
nos hagas participar de los bienes celestiales.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.