Mujer, ¡qué grande es tu fe!

INTRODUCCIÓN

El domingo pasado Jesús decía a Pedro: ¡Qué poca fe! Hoy dice a una pagana: ¡Qué grande es tu fe! Es una diferencia muy notable que debe hacernos pensar. Mateo quiere dejar muy claro que lo verdaderamente importante es la fe-confianza, y no la pertenencia a un pueblo o religión. El relato es muy parecido al de la curación del criado del centurión. En aquel relato, Jesús le dice: en verdad no he encontrado en Israel tanta fe.

LECTURAS DEL DÍA

1ª Lectura: Is. 56, 1, 6-7.        2ª Lectura: Ro. 11, 13-15. 29-32.

EVANGELIO

San Mateo 15, 21-28.

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ¡ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”. Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”. Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”. Ella respondió: “¡Y, sin embargo, ¡Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”. Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó curada.

REFLEXIÓN

La primera lectura ofrece un punto de contacto con el evangelio (por su aceptación de los paganos), pero también una notable diferencia. En ella se habla de los paganos que se entregan al Señor para servirlo, observando el sábado y la alianza. La cananea no observa el sábado ni la alianza, no piensa ofrecer un novillo ni un cordero en acción de gracias. Experimenta la fe en Jesús de forma misteriosa, por caminos nuevos y desconocidos.

1.– Jesús se deja ganar por los argumentos de una mujer pagana. En el evangelio aparecen muchas veces los hombres (fariseos, escribas, etc.) discutiendo con Jesús. Jesús siempre les gana, de modo que dejan de preguntarle. Y en este caso se deja ganar por una mujer. En los dos primeros asaltos le gana por puntos. A la súplica de una madre atormentada por la enfermedad de su hija, Jesús se calla. ¿Se puede uno callar ante los gritos de una persona? Cuando los discípulos le piden que la atienda, dice lacónicamente: “Yo he sido enviado a las ovejas de Israel”. Ante una necesidad concreta ¿se puede responder con teorías? Todavía más grave.  La mujer insiste y se le pone de rodillas y Jesús contesta con una frase muy dura: “No está bien tomar el pan de los hijos para dárselo a los perros” Así consideraban los judíos a los paganos. La mujer, le retuerce el argumento:” está bien, pero también los perros tienen derecho a comer, aunque sólo sean las migajas que caen de la mesa de los dueños”. Y aquí la mujer gana no sólo por puntos sino por K.O. Jesús se rinde. ¡Tienes razón! “Jesús le enseñaba con la doctrina oficial del judaísmo. Pero la madre le respondía con la vida, le habló de la necesidad de su hija enferma, y Jesús aprendió y se dejó cambiar. Era Mesías, supo escuchar y aprender” (Pikaza). Que se cumpla lo que deseas. Jesús no sigue. Acepta la verdad, aunque venga de una mujer, aunque esta mujer sea pagana.  Debemos reconocer, que Dios nos ama a todos, no por lo que somos, sino por lo que Él es. Esta simple verdad bastaría para desmantelar todas nuestras pretensiones de superioridad

2.– Dios es amor. A Dios se le conoce mejor a través del corazón. Cuando el Papa Juan Pablo I (que sólo vivió en el trono pontificio 33 días) se asomó a la ventana en la plaza de San Pedro y dijo“Dios es Padre, pero, sobre todo, es Madre” nos reveló el verdadero rostro de Dios. Apenas tuvo tiempo para dos cosas: “Decir que Dios es también Madre y sonreír. “Las mujeres están más capacitadas para descubrir este aspecto de cariño y ternura por parte de Dios. Tanto esta mujer cananea como María en las bodas de Caná consiguieron cosas que no entraban, de momento, en el plan de Jesús. Y lo consiguieron porque supieron tocar a Jesús en la fibra más íntima: la del corazón. Siempre que en el evangelio entran en conflicto “la razón” y el “corazón” Jesús da la razón al corazón.

3.– Dios nos ama a todos por ser sus hijos; no por pertenecer a ningún grupo.   Jesús no se limitó a curar a la hija de la Cananea, sino que fue “más allá”. El que poco antes hablaba de un pan para unos hijos concretos, de una misión para un pueblo determinado, ahora “se sorprende” de la fe de una mujer pagana.   Se puede tener mucha fe sin necesidad de estar inscrito en los libros parroquiales. Hay mucho Reino de Dios fuera de la Iglesia.

SAN AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO

Mi 15,21-28: Pidiendo las migajas que caen de la mesa, luego se encontró sentada a la mesa

¡Cómo clamó también aquella mujer cananea que iba dando gritos detrás del Señor! Su hija padecía un demonio; estaba poseída por el diablo, pues la carne no estaba en concordia con la mente. Si ella clamó tan intensamente en favor de su hija, ¡cuál debe ser nuestro clamor en favor de nuestra carne y nuestra alma! Veis lo que consiguió con su clamor. En un primer momento fue despreciada, pues era cananea, un pueblo malo que adoraba ídolos. El Señor Jesucristo, en cambio, caminaba por Judea, tierra de los patriarcas y de la Virgen María, que dio a luz a Cristo: era el único pueblo que adoraba al verdadero Dios y no a los ídolos. Así, pues, cuando le interpeló no sé qué mujer cananea, no quiso escucharla. No le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su perseverancia. Sermón 154 A, 4

PREGUNTAS

1.- ¿Acostumbro a leer el evangelio comenzando por el final de la escena?  En algunos casos como éste es imprescindible.

2.- ¿Estoy convencido del valor de lo femenino para descubrir mejores aspectos maravillosos de Dios?

3.- ¿Estoy demasiado encerrado en mi grupo? ¿Descubro valores en otras personas que no tienen mi fe?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Llama mucho la atención,

nos sorprende y nos extraña

que, al grito de la mujer,

Jesús no responda nada.

Como también nos asombra

que se vaya por las ramas,

cuando los doce le piden

la curación inmediata.

La postura de Jesús

en esta concreta causa

refleja la reticencia,

la ambigüedad reservada

que exigían los judíos

frente a la gente pagana.

“Malditos hijos de perra”

con rencor los motejaban.

No querían admitirlos

en la familia cristiana.

Rechazaban sus deseos

y les negaban la entrada.

Pero Jesús no es así.

Por eso, con gozo alaba

la fe de aquella mujer

que el Reino de Dios abraza.

Ha descubierto “otro pan”

que comerá a rebanadas.

No se quedará en “perrito”

que sólo migajas tragan.

Con la fe en Jesús recoge

lo que más necesitaba:

contemplar a su hija sana,

nueva, feliz, liberada.

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