Pero yo os digo…

AMBIENTACIÓN

Las exigencias del evangelio son imposibles de cumplir humanamente. ¿Quién puede perdonar al enemigo? Sólo caminando con Jesús tendremos la fuerza del Espíritu para realizar lo que Él hizo. Los cristianos ya no podemos limitarnos a vivir con la ley del talión. La ley que nos dejó Jesús en su testamento fue ésta: Esto os mando: que os améis unos a otros como Yo os he amado. A más de veinte siglos de distancia, esta ley de Jesús la tenemos los cristianos todavía sin estrenar.

LECTURAS DEL DÍA

1ª lectura: Lev. 19,1-2.17-18.        2ª lectura: 1Cor. 3,16-23

EVANGELIO

Mt. 5,38-48

Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

REFLEXIÓN

1.- QUÉ ERA LA LEY DEL TALIÓN. Esta ley la encontramos en la Biblia como un remedio para humanizar los temibles códigos de venganza que existían entonces. Así en Dt. 19,21 se lee: »Vida por vida; ojo por ojo, diente por diente, mano por mano y pie por pie». Tú puedes hacer al otro el mismo daño que te han hecho, pero no te puedes propasar (Si te han arrancado un diente, tú no le puedes arrancar las muelas).

Hay que tener en cuenta que:

1) No existe perspectiva de vida futura.

2) No hay policías.

3) La ley era para todos, aunque fuera el hijo del rey.

4) es como la expresión del principio: no hagas a otro lo que no quisieras que te hicieran a ti.

2.-JESUS ELIMINA LA LEY DEL TALIÓN. «Habéis oído: ojo por ojo y diente por diente … pero YO OS DIGO». Aquí Jesús aparece como un nuevo Legislador. Y lo bueno es pensar que Jesús saca las leyes de su propio corazón. Nadie puede mandar el perdonar a sus enemigos si antes no lo hubiera realizado ÉL. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Los cristianos no nos situamos ante una ley, una norma, un Código sino ante la Persona de Jesús. La norma de Jesús fue ésta: “Yo hago siempre lo que al Padre le agrada» (Jn. 8,29). La norma del cristiano debe ser ésta: “Yo hago siempre lo que agrada a Jesús». Santa Teresita hacía su examen de conciencia diario con estas palabras: ¿y Tú, Jesús, ¿estás contento de lo yo he hecho en este día?

3.- JESÚS NO SOLO ELIMINA SINO TRASCIENDE LA LEY DE TALION

Podía haber dicho: «Si te abofetean en una mejilla, tú no le respondas con otra bofetada, pero dice: Tú, preséntale la otra. Podría haber dicho: «al que te pide el manto, la ropa exterior, deja que se lo lleve». Pero le dice: «dale también la túnica, es decir, la ropa interior» Y se queda desnudo. Desnudos, sin argumentos, sin razonamientos humanos, fiándonos plenamente de Él. Jesús quiere sanar nuestras raíces de pecado. El pecado siempre nos hace daño. El obrar como Jesús siempre nos hace bien. Yo no convenceré nunca al malvado si le digo que su actitud me hace daño a mí o a otros. Pero le podré ayudar si le convenzo de que su actitud le está haciendo un daño irreparable a sí mismo… En este Domingo se nos da lo mejor del evangelio. Tal vez Nietzsche tenía más razón cuando decía: «Sólo hubo un cristiano y ése murió en la cruz.»

4. SAN AGUSTÍN COMENTA

Quien te enseñó a orar es quien presenta tu súplica, puesto que eras el reo. Salta de gozo, porque entonces será tu juez quien ahora es tu abogado. Dado que tendrás que presentar tu súplica y defender tu causa con pocas palabras, llegarás a estas: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros las perdonamos a nuestros deudores. Dios te dice: «¿Qué me ofreces para que yo te perdone tus deudas? ¿Qué ofrenda haces, qué sacrificio de tu conciencia colocas sobre mis altares?». A continuación te enseñó qué suplicarle y qué ofrecerle. Tú pides: Perdónanos nuestras deudas; pero ¿qué le ofreces? Así como también nosotros las perdonamos a nuestros deudores. Eres deudor de aquel a quien no puedes engañar; pero también tú tienes alguien que te debe. Dios te dice: «Tú eres mi deudor; fulano es deudor tuyo; yo haré contigo, mi deudor, lo que hagas tú con el tuyo. La ofrenda que reclamo de ti es lo que has perdonado a tu deudor. Tú me pides misericordia; no seas perezoso en concederla». Presta atención a lo que dice la Escritura: Quiero misericordia antes que un sacrificio. No ofrezcas un sacrificio que no vaya acompañado de la misericordia, porque no se te perdonarán los pecados si no lo acompañas con la misericordia…

Escúchame y examínate si eres de aquellos pocos justos que pueden recitar en verdad la oración del Señor y decir con sinceridad: «Señor, perdóname, como también yo perdono». Hazlo sin engaño, sin fingir, con corazón noble, para que también en ti se haga realidad. Pues, si te pide perdón y se lo concedes a quien te hirió, a quien pecó contra ti, ya puedes decir confiado: Perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Pues si niegas el perdón a quien te lo suplica, te verás desoído cuando tú lo supliques. Cerraste la puerta a quien llamaba, la encontrarás cerrada cuando llames tú. Y si abres las entrañas de misericordia a quien te suplica perdón, Dios te las abrirá a ti cuando se lo pidas a él. Y ahora voy a dirigirme a aquellos que suplican el perdón a sus hermanos cristianos y no lo reciben. Si tú se lo concedes, podrás orar confiado. Mas si te lo suplica y no se lo concedes, ¿cómo puedes estar tranquilo? Seas quien seas tú que has pecado y no te han otorgado el perdón, no temas; interpela a Dios, Dios de él y tuyo. Están en medio unas deudas; ¿acaso podrá exigir el siervo las deudas que ha perdonado el Señor? (Sermón 386,1)

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy todavía en la ley del talión? ¿Pido la pena de muerte para los que hacen el mal?

2.- ¿Abrigo en mi corazón sentimientos de ira, venganza, revancha contra los que me han hecho daño?

3.- Convencido de que esta doctrina no la puedo cumplir, ¿pido a Jesús que me ayude con su gracia?

 ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

«Sabéis que también se dijo -aludiendo a la venganza-: «Saca sólo ojo por ojo y diente por diente arranca». Sin embargo, yo os digo que no os toméis la revancha contra el que os hace daño, os persigue o amenaza. Al contrario, si os pegan una fuerte bofetada en la mejilla, ponedle la otra mejilla sin falta.

Al que lucha por quitarte tu bella túnica blanca, cédele también el manto a gusto, de buena gana. Si algún soldado te fuerza para llevar una carga a lo largo de una milla, llévala dos, con gran calma.

Dale siempre al que te pide.,un favor, alguna gracia; y al que solicita un préstamo, nunca le vuelvas la espalda.

En la sociedad judía la «ley del talión» estaba vigente, al pie de la letra por todos interpretada.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

Fuente: https://www.iglesiaenaragon.com/domingo-7o-tiempo-ordinario-19-de-febrero-de-2023