La juventud es una etapa de suma importancia como personas, definimos nuestros valores y principios, nuestra forma de pensar y opinar, nos formamos, erramos, aprendemos… Es un pequeño pero vital momento donde todo esto marca quien seremos y cual es el camino que seguiremos.

Decidir ser jóvenes cristianos no es una decisión sencilla, es todo un reto. Vivimos en una sociedad cada vez más hostil para practicar las enseñanzas de Jesús, una sociedad que nos satura de información, de ideales y de cuestionamientos. Ser un joven cristiano es un continuo nadar contracorriente, con constantes señalamientos y desafíos. Cuesta amar de verdad, tener fe y estar al servicio de la Iglesia ante todo lo que la sociedad de hoy en día, nos ofrece.

Pero sabemos que, sin importar todas estas cosas, seguir el camino de Jesús dará un valor real a nuestra existencia; y no habrá cabida en nuestro corazón para todo aquello que mancha a los jóvenes: desolación, rechazos, adicciones o aislamientos. Siempre valdrá la pena encontrarle un sentido a nuestra vida y ser herramientas para edificar el Reino de Dios.

1 Timoteo 4, 12 “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”

Jesús vivió su juventud para poder ser ejemplo para todos nosotros, de saber que si se puede llevar una juventud santa, como Él mismo la vivió. Y una de las principales claves para lograr una juventud y vida llena de dicha, es escuchar y confiar en el Señor. Mantenernos siempre atentos a sus llamados, pues son los que nos guían en cada momento de nuestras vidas. Poner toda nuestra confianza en aquel que nos creo y que su principal deseo es que seamos felices, con una juventud que camina a su misericordia.

Confiando en el Señor, es que los jóvenes podremos enfrentar todos los desafíos de la sociedad.

Salmos 71, 5 “Porque tu eres mi esperanza; oh Señor Dios, tú eres mi confianza desde mi juventud”

Reconozcamos entonces la luz de Jesús, que aparece en la oscuridad que nos envuelve la sociedad. Una luz que nos ilumina el camino, nos sirve de ejemplo y guía para caminar en nuestra juventud y que la vuelve santa. Esa luz, que también nos es otorgada para poder iluminar la oscuridad de otros jóvenes.

Seamos luz, seamos esperanzas y seamos siempre ejemplos de amor y de santidad.

Maria Betania, JAR del Colegio Santa Rita, Maracaibo