+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 35-40

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.

Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!

Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada». Palabra de Dios

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Existe una riqueza que consiste en acumular más y más buscando seguridad ante la vida, porque ésta se presenta como incierta, problemática y campo de rivalidad y prestigio (Cf. 12,13-21). Es una riqueza que nos lleva a la avaricia, al agobio y a la tensión, y que nos quita la paz y hasta el sueño. No nos deja dormir. Y existe otra riqueza que consiste en darse y compartir. En la medida en que uno experimenta que dar no es perder, se va vaciando de preocupaciones materiales y va llenándose de la fe en la vida y de confianza en el presente de Dios (el futuro para Dios no existe, como tampoco el pasado). Es la riqueza de la que nos habla Jesús.

Sobre este fondo hay que entender el pasaje evangélico que comentamos. Son frases llenas de confianza ante el misterio de la vida. Confianza que se refleja y surge, para quien mira con amor, en infinidad de detalles. Las comparaciones, más allá de su belleza y sensibilidad, nos quieren transmitir algo nuclear: No hemos sido arrojados a la vida; no estamos sometidos a un oscuro e inconsciente destino; hay un Dios Padre que nos quiere y vela por nosotros. Para él, nosotros valemos, somos lo mas valioso. Con agobio, tensión y avaricia no se puede vivir la presencia del reino con gozo, ni se puede asumir la tarea de extenderlo. Po eso, el que busca y anhela asegurar su vida y felicidad en el dinero y pone su afán en acumular y poseer, aunque siga creer en Dios, es pagano. Sin embargo, quien busca por encima de todo que Dios reine y pone su confianza y felicidad en Dios, ese tal es discípulo de Jesús, pertenece a la nueva comunidad del reino. (…) La espera vigilante del retorno del Señor es la actitud que han de tener los discípulos y la comunidad. Al principio, los cristianos esperaban esa vuelta muy pronto. Poco a poco y ante el retraso, hay comunidades que se relajan, que pierden la tensión, que se vuelven tibias. El evangelio de Lucas nos invita a mantenernos activamente vigilantes en el momento presente, aquí y ahora, en este lugar y tiempo histórico.

El juicio de Dios no llega al final de los tiempos como una sorpresa, sino que se da en el interior de cada día, ya que el hombre se siente juzgado desde su interior según la fidelidad a su conciencia. Ulibarri, F

SAN AGUSTÍN COMENTA

Lc 12, 35-40: Este deseo y esperanza son los que nos hacen cristianos

Nuestro Señor Jesucristo vino a los hombres, se alejó de ellos y a ellos ha de volver. Y, sin embargo, aquí estaba cuando vino, y no se alejó cuando se retiró, y ha de volver a aquellos a quienes dijo: He aquí que estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos. Luego, según la forma de siervo que tomó por nosotros, en un determinado momento nació, y murió, y resucitó, pero ya no muere ni la muerte dominará en adelante sobre él. En cambio, según la divinidad por la que es igual al Padre, estaba en este mundo, y el mundo fue hecho por él, pero el mundo no le conoció. Sobre esto acabáis de oír la exhortación del evangelio, dirigida a hacernos precavidos con el propósito de que estemos dispuestos y preparados para los últimos acontecimientos de la historia. De forma que, a esos últimos acontecimientos que hay que temer en este mundo, siga el descanso que no tiene fin. Bienaventurados los que participen de él. Entonces estarán seguros quienes ahora carecen de seguridad y, a su vez, entonces temerán quienes ahora no quieren temer. Esta espera y esta esperanza da razón de nuestro ser cristianos. ¿Acaso nuestra esperanza se refiere a este tiempo? No amemos el tiempo presente. Del amor de este mundo hemos sido llamados a esperar y amar otro mundo. En este debemos abstenernos de todos los deseos ilícitos, es decir, debemos ceñir nuestros lomos y arder y brillar en buenas obras, que equivale a tener encendidas las lámparas. Pues en otro lugar del evangelio dijo el Señor mismo a sus discípulos: Nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Y para indicar por qué lo decía, añadió estas palabras: Luzca así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Sermón 108,1

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

¿Me preparo para ser servidor del Señor? ¿Qué implica o qué debo hacer para ser servidor del Señor? ¿Soy un servidor del Señor?, decir del Señor, es decir de todo aquello que me rodea, hermanos en mi familia, en el trabajo, en la comunidad, etc. ¿Soy servidor del Señor porque verdaderamente me nace del corazón o porque sé que solo con ello me beneficio?

¿Tengo una actitud de vigilancia ante la tentación, el pecado, el mal espíritu? ¿Confío plenamente, mi vida al Señor?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Me gusta el hombre que se abandona en mis brazos como el bebé que se ríe y que no se ocupa de nada y ve el mundo a través de los ojos de su madre. Pero el que pone a hacer cavilaciones para el día de mañana, ése trabaja como un mercenario, trabaja tonta y terriblemente como un esclavo que da vueltas sin fin a una rueda que gira y gira.

Péguy, Ch.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno,
a quien, movidos por el Espíritu Santo
nos animamos a llamar Padre,
confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos,
para que podamos  entrar en la herencia prometida.
Por nuestro Señor Jesucristo…