Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo

INTRODUCCIÓN

Lo de Jesús es una fiesta; es de gente bien alimentada, que dispone de agua abundante y vino a discreción, a plena luz, en medio de amigos, disfrutando de la invitación y la presencia del Padre. Esto es una imagen del mundo definitivo, y Jesús alude a ese Banquete definitivo en varias ocasiones, pero es también una imagen de la situación interior de los que siguen a Jesús: tener la vida llena de sentido, sentirse liberado de tantas necesidades que no hacen más que encadenarnos, sentirse estimulado por el amor, no por el miedo, saberse querido, útil, necesario, atender a valores válidos para la humanidad entera, vivir comprometido, compartiendo, humanizando y humanizándose, fundar la esperanza de vida eterna en el amor de un Padre (J. E. Galarreta).

LECTURAS BÍBLICAS

1ª lectura: Dt. 8, 2-3.14b-16ª

2ª lectura: 1Cor. 10, 16-17

EVANGELIO: San Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

REFLEXIÓN

La Eucaristía está íntimamente unida al amor. “Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo”.

CUALIDADES DEL AUTÉNTICO AMOR:

1.EL AMOR NO SE VA. EL AMOR SE QUEDA.

Los enamorados apuran todo el tiempo que pueden estar juntos. Y, cuando se separan, se llevan en el corazón las palabras, los signos de afecto, el recuerdo de aquellos momentos bonitos. La madre que lleva a su hijo al hospital no se separa del hijo hasta que no la echan o le dan el alta.… Se dice, con mucha razón, que estamos más cerca donde amamos que donde vivimos. A miles de kilómetros de distancia podemos estar muy unidos. Estando muy juntos, podemos estar muy distantes… (Matrimonios que se llevan mal)… El amor tiene tanta fuerza que ni la muerte puede con él. Nos arrebata a la persona que tanto amamos, pero no puede arrebatarnos su cariño. Jesús, como era Dios, inventó la manera de quedarse siempre con nosotros a pesar de irse definitivamente al cielo. Eso es el Sacramento de la Eucaristía. Se quedó para estar con nosotros, para ayudarnos, para consolarnos, para alimentarnos, para abrazarnos íntimamente. Siempre que celebramos este Sacramento le hacemos presente y recordamos todo lo que nos amó.

2.EL AMOR DA Y SE DA

Es el día de la Caridad. Es el día en que recordamos que nadie debe ser extraño ni forastero en la gran familia humana. En este día el Señor nos pone en guardia frente a las excusas de siempre. Las que dieron los discípulos a Jesús cuando les dijo que les dieran ellos de comer a la gente en el desierto: ¡Manda que se vayan!… En esto no hemos avanzado. Los pobres, los emigrantes, los descartados…nos estorban.  El amor consiste también en darse. En esa bonita parábola del Samaritano, éste dio lo que tenía: el aceite, el vinagre, el dinero… Pero ¿Qué hubiera pasado si sólo hubiera dado eso? Que aquel que estaba tendido en el suelo se hubiera quedado con el aceite, el vinagre, y la cartera, pero se hubiera muerto. Tuvo que ser Él quien lo montara a caballo, lo llevara al posadero, se preocupara personalmente de él. El amor no es estático, sino dinámico. El corazón tiene la función de enviar constantemente al organismo sangre arterial, roja, purificada.  En el momento que deja de cumplir su función, se para y se muere.

3.EL AMOR SE MANIFIESTA

Y éste es el sentido de la procesión. Jesús hoy sale por las calles y las plazas del pueblo para bendecir a todos: a los niños, a los mayores; a los sanos, a los enfermos; a los que creen y a los que no creen; a los que le adoran y a los que blasfeman contra Él. El Señor sólo sabe amar. Por eso manda la lluvia y el sol sobre buenos y malos.  A este derroche de amor sólo se puede contestar con amor. Y eso es lo que nosotros queremos hacer: manifestar nuestro amor con las flores de los niños inocentes que han hecho su primera comunión. Las flores son besos en la distancia. Hoy la Misa es completa. ¡No decimos! ¡Podéis ir en paz! Continuamos en una procesión. A este respecto son bonitas las palabras del Papa: El paso de la Eucaristía «entre las casas y por las calles de nuestra ciudad», explicó el Papa Benedicto XVI, es «para quienes viven en ellas una oferta de alegría, de vida inmortal, de paz y de amor». De este modo, dijo, la Iglesia quiere «llevar idealmente al Señor Jesús por todas las calles y barrios de Roma». Con este gesto el Papa quiso sumergir a Cristo «en la cotidianidad de nuestra vida para que Él camine donde nosotros caminamos, para que viva donde vivimos», según había dicho en la homilía. «Caminamos por las calles del mundo sabiendo que Él va a nuestro lado, apoyados por la esperanza de poderle ver un día con el rostro descubierto en el encuentro definitivo», afirmó.

4. SAN AGUSTÍN COMENTA

Cuando se come a Cristo se come la vida

¿Qué palabras habéis oído de boca del Señor que nos invita? ¿Quién nos invita? ¿A quiénes invitó y qué preparó? Fue el Señor quien invitó a sus siervos, y les preparó como alimento a sí mismo. ¿Quién se atreverá a comer a su Señor? Con todo, dice: Quien me come, vive por mí (Jn 6, 58). Cuando se come a Cristo, se come la vida. No se le da muerte para comerlo; al contrario, él da la vida a los muertos. Cuando se le come, da fuerzas, pero él no mengua. Por tanto, hermanos, no temamos comer este pan por miedo a que se acabe y no encontremos después qué tomar. Comamos a Cristo: aunque comido, vive, puesto que habiendo muerto resucitó. Ni siquiera lo partimos en trozos cuando lo comemos. Así acontece, en efecto, en el sacramento. Sermón 132 A

PREGUNTAS

  1. ¿Agradezco a Dios su presencia en medio de nosotros? ¿La descubro como un regalo de amor?
  2. ¿Acostumbro a dar sin darme? ¿Caigo en la cuenta de que el pobre espera de mí más mi persona que mi limosna?
  3. ¿Soy como el corazón que no puede retener la sangre, sino que necesita enviarla a todo el organismo para seguir vivo?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Fiesta del Cuerpo de Cristo 
y de su preciosa Sangre: 
Presente en el pan y el vino, 
Dios brilla en nuestros altares.

Jesús, en la comunión, 
nos da su Cuerpo, su carne: 
Toda su vida «prensada», 
como el vino en los lagares.

Al comulgar con Jesús, 
firmamos los comensales 
un profundo compromiso 
de vivir sus ideales:

Ser también nosotros «pan», 
que se rompe y se comparte, 
creando fraternidad, 
sin que nadie pase hambre.

Es bonito que la gente, 
en procesión, te acompañe 
y que los niños te cubran 
con rosas de los rosales.

Pero, es mejor adorarte 
en los que viven «al margen», 
esas «custodias vivientes», 
que vagan por nuestras calles.

Señor, «lo que Tú has unido, 
que el hombre no lo separe». 
Que te amemos en los «pobres», 
como a nuestra misma madre.

(Versos de: José Javier Pérez Benedí)

Fuente: web de la diócesis de Aragón