Cuando hablamos de misión, en seguida nos viene la figura de aquel que pone en práctica la misión: tantos misioneros entregados por el anuncio del Evangelio.

Pero, ¿de dónde surge y de dónde nace el misionero? A veces se tiene la impresión de que un misionero surge de una generación espontánea, pero no, ¡el misionero es alguien concreto, nacido, generado, creado, educado y acunado por una familia!

El Papa Francisco nos dice: “Las familias, y sobre todo los padres, han de ser conscientes de que deben dar una contribución particular a la causa misionera de la iglesia, cultivando las vocaciones misioneras entre sus hijos e hijas” R.M, N° 80.

En el mismo número siguen algunas pistas de cómo poner en la práctica diaria la “educación del misionero”. Los padres deben estar dispuestos a “donar” sus hijos para la misión y a mantener una oración intensa para que ellos estén atentos a la llamada de Dios.

Por otro lado, nos recuerda que: “A los mismos jóvenes, ruego que escuchen la palabra de Cristo”, “Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres…” (Mt.4, 19); “Tengan la valentía de responder, igual que Isaías: “Heme aquí, estoy dispuesto, envíame” (Is.6,8).

Al leer y a escribir esto, me viene a la memoria todo lo que aprendí de mi familia, especialmente de mi mamá que, con su ejemplo y orden, arrastraba a todos a la Iglesia y a la participación activa en ella. ¡Ella estaba siempre pendiente de los vecinos más pobres! Cuando preparaban los dulces y comidas de navidad, siempre decía “hagamos doble cantidad para compartir con aquellos que no tienen nada”. Estos gestos quedaron para siempre en mi corazón y en mi memoria.

También decía “los hijos son para los que Dios quiere de ellos”. Yo hablo de mi familia, pero conozco y conocemos familias que vivieron y viven en esta misma dinámica de oración, entrega y diálogo y ¡los frutos son abundantes!

Así que: ¡Ánimo! ¡Adelante! ¡Dios se hace caminante con cada una de las familias que se disponen a caminar en el mismo camino de Dios! Como nos dice el Papa san Juan Pablo II, y que hoy repito: “Recen mucho! ¡Ámense mucho! ¡Ustedes son familias escogidas y amadas por Dios, un Dios que se hizo hombre y que vino a vivir en una familia:  la familia de Nazaret!

 Comunidad MAR, Querétaro