Los caminos del Señor están iluminados

Sólo hay que dejarse llevar por su palabra. Pedro, después de una noche de trabajo infructuoso, y siendo gran conocedor de la mar, se deja llevar por las palabras de Jesús: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”. Así lo hace Pedro y recogieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Jesús nunca te deja solo, al contrario: te sostiene y te da la fuerza para que puedas pescar; pescar la felicidad que se encuentra en un corazón colmado de paz, porque es consciente que late al ritmo que Dios quiere. Y aunque no siempre obtenemos resultados satisfactorios cuando finalizamos una tarea, no debemos preocuparnos porque el Señor nos pide que echemos las redes, que nos comprometamos, y el fruto de nuestro trabajo será visible a los ojos del Divino Maestro. 

Andar por el camino de la misión no es fácil si previamente no te pescas a ti mismo, y que mejor red para ser atrapado en este camino que aquella que nos llega del Espíritu Santo a través de la confirmación. Esa red entendida como la luz que nos envuelve para tener la palabra precisa en el momento justo; el gesto cariñoso que fortalece al que lo recibe porque está pasando por momentos de debilidad; para saber decir sin palabras de forma desinteresada, o muy interesada en el bien de los demás: “aquí estoy por si me necesitas”; la luz, que nos capacita para entregar amor y saber pedir ayuda a través de la oración. En definitiva para llenarnos de fe. EL Papa Francisco, en la carta encíclica Lumen Fidei nos dice textualmente:”…en la fe, el “yo” del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor. En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo”. Pero sin lugar a dudas debemos reconocer que somos personas que vivimos en una sociedad, en la que por unas causas o por otras nos vemos tentados a encerrarnos en nosotros mismos, pero como decía San Agustín: “Predicad a Cristo donde podáis, a los que podáis, como podáis. Se os pide a vosotros la fe, no la elocuencia; hable la fe en vosotros, y es Cristo quien habla”.

Entendiendo que gracias al Espíritu Santo, en el sacramento de la confirmación nos comprometemos a evangelizar con nuestras palabras y obras. El domingo treinta de julio de dos mil trece me he confirmado en Ecuador, después de un largo tiempo de espera. Jesús, que conoce en lo más profundo de nuestro corazón, sabe el porqué no lo hice antes, y en este día ha querido agraciarme ofreciéndome este don antes de empezar la actividad misionera. Con hechos así, es difícil no creer en Él y saber que este es el camino que tiene iluminado para mí en estos momentos; por lo tanto, nos dejaremos llevar por el Espíritu, viviendo la fe y hablando de lo que vivimos, recordando a nuestro padre San Agustín:”Preocupémonos no sólo de ser buenos, sino también de parecerlo. No sólo de vivir rectamente, sino también de que las demás personas vean nuestra rectitud”.

ALEJANDRO CONTRERAS

 

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