Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo…

AMBIENTACIÓN

Los cuatro evangelistas insisten en que, al ser bautizado Jesús, descendió sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma. Es una de las más bellas imágenes de la Biblia para hablarnos de “libertad y amor”. No de un amor cualquiera sino de un amor esponsal, de cariño apasionado. “Paloma mía, déjame ver tu figura…déjame escuchar tu voz”. Así se expresa el esposo enamorado del Cantar de los Cantares. (Cant. 2,14). No se puede entender a Jesús sin el Espíritu Santo. Ni tampoco a la Iglesia.  El verdadero discípulo de Jesús es aquel que sigue a Jesús con un corazón apasionado.

LECTURAS

1ª lectura: Isa. 49,3.5-6.           2ª lectura: 1Cor. 1, 1-3.

EVANGELIO

Juan 1, 29-34

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

REFLEXIÓN

Este Domingo nos habla del Bautismo en el Espíritu. Y lo hace a través de tres imágenes: El Cordero, La Paloma y el Fuego.

1.– EL CORDERO. Muchas veces hemos entendido esta imagen del Cordero en sentido exclusivamente expiatorio, como si Dios Padre exigiera la sangre de su Hijo para pagar la deuda del pecado. Estaríamos ante la idea de un Dios externo, soberano y justiciero que se porta con Jesús y con nosotros como un tirano. Nada que ver con la experiencia del Abba que Jesús vivió. Debemos interpretarlo como el cordero pascual, que era para el judaísmo el signo de la liberación de Egipto. Se trataba de un recuerdo de la liberación de la esclavitud. Se mataba un cordero para comerlo y celebrar un acontecimiento. Quiere decir que por Cristo somos liberados de toda opresión. Y nada nos oprime y esclaviza tanto como el pecado. 

2.-LA PALOMA. La paloma, que había sido testigo de la muerte y de la destrucción en el diluvio, apareció después como anunciadora de nueva vida. Frente a lo muerto, lo petrificado o lo insensible, el Espíritu despierta siempre el amor a la vida. Por eso, vivir «espiritualmente» es «vivir contra la muerte», afirmar la vida a pesar de la debilidad, el miedo, la enfermedad o la culpa. Quien vive abierto al Espíritu de Dios vibra con todo lo que hace crecer la vida y se rebela contra lo que hace daño y la mata.  El Espíritu Santo es considerado por los evangelistas como «Espíritu de vida». Por eso, dejarnos bautizar por Jesús significa acoger su Espíritu como fuente de vida nueva. Su Espíritu puede potenciar en nosotros una relación más vital con él y con los demás. Nos puede llevar a un nuevo nivel de existencia cristiana. El Espíritu nos lleva a vivir una vida en plenitud. No podemos pasar por este mundo con una vida ramplona, achicada, mediocre.  Una vida así es vida frustrante, decepcionante, vacía. La vida de Jesús, animada por el Espíritu, es plena, bella, gozosa, ilusionante. Y a participar en esta vida estamos llamados todos los cristianos por la fuerza del mismo Espíritu.

3.- EL FUEGO. Los discípulos experimentaron al Espíritu Santo como “fuego”. Un fuego que en el día de Pentecostés se posaba sobre los discípulos hasta enardecerlos, entusiasmarlos. Un fuego, como a los discípulos de Emaús, que les hacía arder por dentro. Eran alegres, entusiastas, fervorosos. Este fuego nos hace falta hoy en la Iglesia. Todo esto lo hemos de descubrir por experiencia personal en Jesús. De lo contrario, a quien no lo descubra, “pronto notará que le falta fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie. “Como una persona que no arde no puede incendiar” (San Agustín)

SAN AGUSTÍN COMENTA

Jn 1,29-34: No es así como se interroga por las cosas eternas

El Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Entonces se manifestó más plenamente al mismo Juan la flor de la santidad en forma de paloma, forma de simplicidad e inocencia. De esa manera se cumplió el texto: Y sobre él florecerá mi santificación (Sal 131,18). 

(…) Como el Padre no tiene comienzo, así tampoco el Hijo, pero el Hijo es el resplandor del Padre. El resplandor del fuego existe desde el momento en que existe el fuego, y el resplandor del Padre desde que existe el Padre. ¿Desde cuándo existe el Padre? Desde siempre y por siempre. Así, pues, también el resplandor del Padre existe desde siempre y por siempre; y, con todo, puesto que es su resplandor, su Hijo tampoco comenzó con el tiempo en el ser engendrado por el Padre. ¿Quién puede ver esto? Lima tu corazón, sacude el polvo, lava la mancha. Sea curado y sanado cuanto perturba la mirada interior, y aparecerá lo que se dice y se cree antes de ser visto.

Ahora, hermanos, lo creemos. ¿Qué creemos? Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se anteceden en el tiempo. Aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se anteceden en tiempo alguno, no he podido nombrar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo sin que estos nombres retuviesen el tiempo y fuesen retenidos por él. El Padre no es anterior, ni el Hijo posterior, y, sin embargo, no he podido no decir uno antes y otro después, y todas las sílabas ocuparon su propio tiempo, y la segunda no pudo sonar en mis palabras hasta que no pasó la primera. Pasó tiempo al pronunciar mis sílabas para expresar lo que no tiene tiempo.

Por tanto, hermanos míos, cuando aquella Trinidad se manifestó sensiblemente en la carne, apareció la Trinidad entera en el río en que Juan bautizó al Señor. Una vez bautizado, salió del agua, descendió la paloma y sonó la voz desde el cielo: Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido (Mt 3,17). El Hijo se manifiesta en el hombre; el Espíritu en la paloma; el Padre en la voz. Algo inseparable se ha manifestado separadamente; supuesto el caso de que pueda hablarse de cosa y no más bien de la causa de todas las cosas, y eso si se puede hablar de causa. ¿Qué es lo que decimos, cuando hablamos de Dios? Hablamos de él, y lo permite él mismo, que no es como se le piensa y del que no puede hablarse ni siquiera en el modo como se le piensa. Mas he aquí que en atención a los hombres, hermanos, se manifestó sirviéndose de una paloma, y así se cumplió: Sobre él florecerá mi santificación. Florecerá, se dijo; esto es, se manifestará claramente, pues nada hay más resplandeciente y más visible en un árbol que su flor. ¡Ea!, hemos llegado ya a las últimas palabras de la antífona: Sobre él florecerá mi santificación.

Sermón 308 A, 4-5

PREGUNTAS

1.- ¿Me siento libre por dentro? ¿De qué ataduras me quisiera liberar?  ¿Qué medios voy a emplear?

2.- ¿He descubierto la alegría de la fe? ¿Le creo a Jesucristo capaz de hacerme a mi plenamente feliz?

3.– Si Dios es fuego, ¿Por qué mantengo con él unas relaciones tan frías? ¿Por qué las personas me importan tan poco? ¿No será que estoy lejos del fuego, es decir, lejos de Dios?

 ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ

Para los justos judíos, el manso y dócil «cordero» era un símbolo sagrado de la historia de su Pueblo.

Un «cordero» se cenaban, en Pascua, como recuerdo de su salida de Egipto, «libres» del yugo extranjero.

En el «Día del Perdón» soltaban, por el desierto, otro «cordero», cargado con sus pecados y miedos.

E inmolaban, cada tarde, los «corderos», en el Templo, como ofrenda de sus vidas, al Señor de tierra y cielo.

Como «CORDERO» JESÚS `por nosotros, se hizo «SIERVO»: Cargó con nuestros pecados, dio su vida en un madero. JESÚS es para nosotros, el «CORDERO VERDADERO»:

Nos perdona, nos libera, se hace, en el pan, «compañero». También nosotros, Señor, al comulgar, hoy, su Cuerpo, seremos, como Jesús, «un pedazo de pan tierno».

(José-Javier Pérez Benedí)

Fuente: https://www.iglesiaenaragon.com/domingo-2o-tiempo-ordinario-15-de-enero-de-2023