Una experiencia llena de sorpresas  

Toda esta experiencia comenzó el 1 de julio cuando salimos de casa y las hnas. Sandra M. y Sandra F. nos llevaron a la casa postulantado de los padres OAR, aquí en la Ciudad de México, éste era el punto de reunión, al llegar nos despedimos de las hermanas y abordamos el autobús que nos llevó a Querétaro para reunirnos con el resto de los misioneros.

 

Cuando llegamos al seminario San Pio X, el postulante Eduardo Chávez nos impartió un curso introductorio sobre los puntos fundamentales de la misión y el objetivo de la misma, además se nos entregó el kit misionero. Después de la comida nos reunimos con fray Monroy, quien formó los equipos correspondientes y nos entregó el material que usaríamos; mi equipo quedo integrado por Luis Antonio, postulante, Abraham Monterrosa, un chico que venía de Chiapas y quería conocer a los Agustinos Recoletos, Oscar, postulante de Costa Rica que llegaría hasta el lunes, y yo. Tuvimos la Eucaristía de envió, presidida por fray Monroy, al final nos entregó la cruz misionera a los que por primera vez asistimos a las misiones, se hizo entrega de una vela a cada equipo para los momentos de oración durante la misión. Terminada la Eucaristía nos dirigimos al comedor para cenar.

 

Al día siguiente rezamos laudes, desayunamos y abordamos el autobús que nos llevó hasta Pinal de Amoles. Después de 3 horas de viaje llegamos. Nos estaban esperando el párroco y los representantes de las distintas comunidades. Nos prepararon una comida y al finalizar nos dirigimos a las comunidades que nos correspondieron, a mi grupo nos asignaron una comunidad llamada La Barranca. Nos despedimos del resto de los misioneros porque ya nos estaban esperando para irnos.

 

El camino para llegar a la comunidad era de terracería, con muchas vueltas, muy angosto y pasaba entre las montañas empinadas, además llovía mucho. Nos alojaron en una casa de dos habitaciones en la no vivía nadie, así que era solo para nosotros, tenía sanitario, pero no tenía agua, así que más tarde nos la proporcionaron, sin embargo, seguíamos sin agua para beber y para el aseo personal; nos instalamos y empezamos a organizar las actividades y ver los horarios.

 

Ese día había en la comunidad celebración de la Eucaristía, así que nos alistamos para participar, al finalizar el padre nos presentó ante la comunidad como los misioneros que estaríamos compartiendo con ellos por dos semanas. Las personas tienen la costumbre de llevar comida para compartir, así que aprovechemos la ocasión para ponernos de acuerdo con la encargada en los horarios de las actividades. Al final del día concretizamos los horarios, rezamos y descansamos.

 

El primer día de actividades, por la mañana nos preparamos, hicimos nuestra oración de la mañana, llegaron por nosotros para ir a desayunar, después nos dirigimos a las casas más retiradas de la capilla y comenzamos con el visiteo, desde las 9:00 de la mañana hasta las 13:30 de la tarde, para esa hora ya nos esperaba una familia para comer, después regresamos a la casa por materiales e irnos para la capilla para tener la catequesis con niños y adultos, citamos a los niños a las 4:00 de la tarde y los adultos a las 6:00, pero por ser el primer día hubo poca participación y más que catequesis tuvimos actividades de presentación y de ir conociéndonos, terminamos a las 7:00 de la noche y de allí nos llevaron a cenar con otra familia; regresamos a casa e  hicimos la evaluación del día, preparamos las actividades del día siguiente, de esta manera terminamos el primer día y así pasamos la primera semana, la diferencia era la catequesis con jóvenes y adultos que sea hacía en días alternos, con los niños teníamos todos los días a la misma hora. A medida que pasaron los días, la participación de la gente fue aumentado, más los días que no llovía porque muchos vivían un poco retirados de la capilla. Cuando íbamos visitar a las familias, en ocasiones teníamos que caminar por más de una hora para llegar, al final del día terminábamos muy cansados pero contentos.

 

El día sábado 9 de julio, todos los misioneros tuvimos reunión y evaluación de la primera semana, en Pinal de Amoles; a medida que íbamos llegando empezábamos a compartir nuestra experiencia, en la reunión oficial dirigida por Fray Víctor, cada equipo compartimos lo que más se nos había dificultado y lo que se nos había facilitado, teniendo en cuenta tres aspectos importantes: la comunidad, la oración y la misión. Fue un día de convivencia, de recargar baterías animándonos unos a otros e incluso, ese día, Fray Javier Acero, vicario de México y Costa Rica, se hizo presente para animarnos en la misión. Después de la comida y una convivencia fraterna partimos nuevamente a nuestras comunidades.

 

Comenzamos la segunda semana de misiones con nuevas actividades. El domingo por la mañana nos dirigimos a la comunidad Puerto de Guadalupe, que estaba en la cima del cerro en que nos encontrábamos; para llegar nos tardamos más o menos unas dos horas y media, una vez allí empezamos con el visiteo desde las 11 de la mañana hasta las 5 de la tarde, porque a las 6 de la tarde habíamos citado a la gente a la celebración de la palabra en la capilla de la comunidad. Hubo una buena respuesta de la gente porque llagaron casi todas las familias, cabe mencionar que era una población pequeña, que tenía aproximadamente unas 20 casas.  Nos quedamos esa noche allí, para al día siguiente terminar con el visiteo. Ese mismo día, por tarde, Oscar se puso muy mal del estómago, por lo que al día siguiente tuvimos que terminar lo más pronto posible el visiteo para bajar a la otra comunidad y que lo pudiera ver un médico, que por esos días llegaba a la comunidad de la Barranca; afortunadamente no era nada grave.

 

El día martes, los alumnos de la escuela de la comunidad, desde kínder hasta preparatoria, tuvieron la ceremonia de fin de curso y el egreso de alumnos de las diferentes etapas, nosotros asistimos a la ceremonia académica y compartimos el convivio con toda la comunidad, nos regresamos a casa para preparar la visita de los frailes que llegarían al día siguiente.

El miércoles por la mañana seguimos visitando y sobre la una y media regresamos a casa a recibir a los padres. Cuando llegaron nos dio mucha alegría verlos, compartimos la comida en la casa de una familia que nos recibió con gran emoción y alegría, después nos dividimos en dos grupos para que los padres pudieran visitar a los enfermos de la comunidad y llevarles los sacramentos, ya que las casas estaban distantes unas de otras. Como a las 5 de la tarde se citó a la gente que quisiera recibir el sacramento de la confesión, pues los padres estarían en la capilla confesando, además de la celebración de la Eucaristía, presidida por Fray Víctor, hubo una buena respuesta por parte de la comunidad,  a pesar de la distancia se hicieron presentes. Compartimos la cena con los frailes y nos despedimos con cierta nostalgia. Agradecimos este día tan especial.

 

El jueves por la mañana seguimos con el visiteo, por la tarde catequesis con los niños y más tarde con los adultos, por la noche programamos una fogata con los jóvenes, pero, esa tarde había llovido mucho, así que pensamos que no llegarían, sin embargo, llegaron más de los que normalmente asisten a las reuniones pasadas, ésta fogata era para ir concluyendo nuestro encuentro con ellos y convivir un rato sanamente, tuvimos dinámicas, dulces, cantos, etc., todos nos divertimos.

 

El viernes seguimos visitando las familias y por la tarde tuvimos el cierre de nuestro encuentro con los mayores que, durante las dos semanas estuvimos compartiendo temas sobre el manejo de la Biblia y el cómo hacer que ésta sea vida en nosotros, además de orar con la Palabra, ya que éste era un tema que el mismo párroco pedía que se impartiera. El sábado por la mañana terminamos el visite de las familias, después de la comida tuvimos la oportunidad de ir a conocer un arroyo que pasa por este lugar muy hermoso; cada uno buscó un lugar para tener un momento de encuentro personal con Dios; por mi parte fue un momento de hacer un alto y ver lo vivido durante las últimas dos semanas y dar gracias a Dios por tantos momentos en los que se hizo presente, nos acompañó y nos dio fuerzas para llegar el término de la semana y de la misión en esa comunidad, fue un momento que no estaba programado, solamente se fue dando, de manera espontánea, después de este momento nos regresamos a casa y empezamos a empacar todo, dejando limpia la casa para al día marcharnos. En la comunidad tenían la visita los padres y celebración de la Eucaristía, aquí nos despedimos oficialmente de la comunidad y dimos por terminada nuestra misión, la mayor parte de las personas se acercaron a nosotras para despedirnos y muchos de ellos deseaban que nos quedáramos más tiempo.

 

El domingo por la mañana nos llevaron a Pinal de Amoles para celebrar allí la Eucaristía de clausura presidida por Fray Víctor y concelebrada por Fray Monroy. En la homilía, fray Monroy, teniendo como referencia el Evangelio del día, nos decía que en la vida es necesario tener la actitud de Marta, ser serviciales, como también el tener la actitud de María, estando a los pies de Jesús, que la misión y la oración tienen que ir de la mano. Después de la Eucaristía tuvimos el ultimo convivió con las comunidades y de allí abordamos el autobús de regreso a Querétaro. En el seminario tuvimos el cierre como grupo con una pequeña celebración y un momento de oración.

 

Al terminar las misiones, Jasmeiry y yo nos quedamos en Querétaro para colaborar en la comunidad, Claudia se fue hasta la Cuidad de México, por eso nos despedimos de ella y de los que iban también allá.

 

Después de haber vivido toda esta experiencia no me que más que decir: ¡Gracias Señor por haberme permitido tener esta experiencia, en la que fueron días de mucho aprendizaje, de cansancio físico, de desánimo, pero con mucha gratitud porque solo tú haces posible todo esto que siento en estos momentos, GRACIAS SEÑOR!

CRUZ MATILDE AJPAJÁ, POSTULANTE MAR

 

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