El Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha hecho un llamado constante a vivir en la entrega alegre a la misión, una misión comprometida, sobre todo con los más pobres, en los que el Señor, dueño de todo tiene sus ojos. La respuesta de quienes nos hemos dejado consagrar por Dios, no puede limitarse a un solo campo o actividad misionera, nos consta que la disponibilidad inicia por las cosas más pequeñas y sencillas.

La palabra «disponibilidad» está formada con raíces latinas y significa «cualidad de que se puede colocar según un orden o posición adecuada». Sus componentes léxicos son: el prefijo dis- (de arriba abajo), ponere (poner), ible (que puede), más el sufijo -dad (cualidad). Esta palabra en su acción es todavía más grande, incluso comprometedora teológicamente hablando, ya que, de fondo está la palabra “libertad”, “ser libre”, y libre según la RAE viene del latín lîber, la misma raíz indoeuropea (*leudh- crecer, liberar). De ahí también las palabras: Liberar o libertar – Quitar obstáculos u obligaciones, del latín liberare, compuesto con la terminación -are usada para crear verbos.

Nuestro objetivo aquí no es un estudio lingüístico o etimológico, sino ser conscientes de lo que implica la palabra disponibilidad al día de hoy y ante todo, en un compromiso misionero como el nuestro. Disponibilidad y Libertad van de la mano sin ser sinónimos, y juntos, se tornan también en “responsabilidad”.

Todo esto tiene como resultado la acción humana bajo el carisma misionero agustino recoleto. Porque de origen nos viene la apertura a lo nuevo, la disponibilidad de quien se siente llamada por Dios para vivir en total libertad para anunciar la Buena Nueva a los más pobres, de arriba hacia debajo de izquierda a derecha, en todas direcciones como la cruz misma que abraza todo horizonte.

Aquí viene un ingrediente más a estas palabras: “alegría”, porque damos por hecho que, si nos disponemos con toda libertad, seremos responsables en lo que hacemos y donde estemos, pero con alegría, actitud marcada en Jesucristo en todo aquello que realizó. Esto es lo que sorprendía a los judíos “todo lo hace bien”, este hacer bien, implica la alegría no sólo del que realiza la acción, sino de lo que provoca en los otros, la alegría de sentirse escuchados, vistos, tocados, atendidos, valorados, dignificados, amados por Dios.

Disponibilidad, libertad, responsabilidad, alegría, allí entre creyentes y no creyentes, entre quienes gritan la injusticia y los que guardan silencio por opresión, entre los que están solos y olvidados, como en los que viven en la opulencia para hacerles caer en la responsabilidad que tiene con sus hermanos necesitados.

No es tarea fácil, aunque sabida, pero no es imposible para Dios cuando en su nombre acompañamos, formamos, educamos, discernimos y caminamos juntos por estos senderos que marca el Reino de Dios.

COMUNIDAD DE QUERÉTARO