El sábado 19 de marzo, las hermanas Luz Elena Londoño, Miriam Viviana Horta, Santa Isabel Mojica y Juana Maricela Hernández empezamos el curso para la preparación de nuestros votos.  En la tarde de ese día las hnas. Nieves María Castro y Olga Lucia Peréz nos dieron la bienvenida de una manera cercana y sencilla, orientada y cimentada en un Dios que nos acompañaría en esta aventura y que sería luz en medio de todo.

Al comienzo se nos hacía una invitación a releer nuestra vida a la luz de Dios y a dejar que Él pasara por nuestra vida como una luz que encendería esa llama y permanecería al final con nuestra ayuda.

Estar aquí es una decisión libre y de fidelidad al gran amor que Dios nos tiene, pero también exige un compromiso.

Al día siguiente comenzamos con el taller de sexualidad y afectividad que estuvo dirigido por la hna. Guadalupe Labrador, franciscana.  

Creemos y estamos conscientes de que estas dos dimensiones son esenciales en nuestra vida como consagradas, ya que, si no nos conocemos, ni tratamos ciertas emociones o afectos, no podemos responder con madurez a la misión.

A través de algunas actividades de interiorización de la Palabra de Dios, trabajar la arcilla, y presentación de símbolos, fuimos abordando el tema. Compartimos algunas conclusiones:

Es muy importante, el saber reconocer, aceptar y darle nombre a eso que vamos sintiendo; saber modificar ciertas conductas y así tener buenas relaciones fraternas centradas.

También es fundamental saber lo que nos pasa, no negarlo, ni engañarnos y comenzar este proceso de autoaceptación, sabiendo interpretar los acontecimientos vividos para decidir modificar conscientemente las reacciones desajustadas por acciones maduras, armónicas que generan crecimiento personal y comunitario.  

Somos seres sexuados y con capacidad de amar y relacionarnos con los demás. El principio de unidad nos ayuda a percibirnos como mujeres en relación y libres que, sentimos, pensamos, deseamos, soñamos movidas por el amor de Dios.

Estamos llamadas a vivir desde Dios; que Él sea el centro que unifique la vida y le dé sentido; no podemos vivir desde el “yo”, porque si no, tendemos a caer en el mundo de las carencias afectivas y estar buscando ser “amadas “o buscar personas específicas para “amar”.

Finalizamos esta semana de formación de cara a nuestra realidad vocacional y con el gran compromiso de vivir los votos, centradas en Dios integrando nuestra realidad de mujer y persona. Además, fue un tiempo de compartir no sólo nuestra historia personal y los procesos que se han ido dando, sino también hacer camino en comunidad de hermanas.

Luz Elena, Miriam, Juanita e Isabel