LECTIO DIVINA DEL XVI DOMINGO ORDINARIO 

 

INVOCAMOS LA ASISTENCIA DEL ESPÍRITU SANTO

“Ven Espíritu Santo y llena nuestros corazones del fuego de tu amor”

El texto 6,30-34

Leemos el texto despacio y entramos a la Palabra sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía como dice San Juan de la Cruz.

 UBICAMOS EL TEXTO EN SU CONTEXTO:

Recordamos según la lectio continua que el domingo pasado la Liturgia nos presentaba a un Jesús que toma la iniciativa,  envía de dos en dos a sus discípulos, dándoles unas recomendaciones para realizar la misión. El texto de hoy viene siendo el regreso de los discípulos de su experiencia evangelizadora. Sin embargo, más allá de una entrega de informes y la evaluación pertinente nos tenemos que apoyar en las lecturas del día de hoy pues ofrecen un fondo más profundo que nos ayudan a encontrar las claves de lectura.

Los reyes del pueblo bíblico, y así sus guías religiosos y políticos, son representados con frecuencia bajo la imagen del pastor, que guarda y apacienta su rebaño. El profeta Jeremías (primera lectura)  ve en el rebaño disperso el fracaso de los pastores. Y con la misma imagen despierta la esperanza de un pastor que no disperse, ni expulse, ni deje perder; sino que congregue y guíe a la vida. En él estará Dios como sabiduría, paz, justicia y seguridad para su pueblo.

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Los apóstoles se reunieron con Jesús: Es Jesús el que congrega, el que los espera y acoge. Los acoge en su cansancio, en sus alegrías y tristezas después de la gira misionera. Él es el Hesed: el compañero compasivo de fidelidad amorosa.

y le contaron todo lo que habían hecho: Jesús los escucha. Toma su tiempo escuchar y también les haría preguntas, como hizo con los doctores de la ley (Lc 2,46). Es el arte de discernir: escuchar y hacer preguntas. Y ellos les contaron todo. Todo es todo, sin tapujos, con claridad y pormenores, lo bueno y menos bueno, sin ocultar nada, como un acompañado con su acompañante; verbalizaron lo que vivieron y enseñaron.

Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario,… El misionero necesita volver a la contemplación, pasar por la oración lo vivido, tomar distancia para sopesar y discernir toda su acción. Jesús Maestro y Pastor, Padre y Madre, hermano y compañero se los lleva a la comunidad; no importa el lugar, sino el para qué; para descansar. No se descansa de cualquier manera, se descansa con el Señor; con él se calibra la experiencia, se confronta la vida, se cae en cuenta de las cosas.

Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. La barca para Marcos es uno de los lugares donde Jesús instruye, donde se congrega la comunidad. Y es que el misionero no se queda con la gente de fuera recibiendo los aplausos; el misionero vuelve a la comunidad, al lugar de la confrontación, donde nos vemos las caras, donde somos las que somos y los que somos. Jesús nos busca un lugar para estar con él pero no aislados, sino en la comunidad de hermanos. Dirá san Agustín, “Qué hermoso es vivir los hermanos unidos”, porque nuestra riqueza es el Señor que nos reúne, que nos conoce, que nos capacita con su gracia para vivir la comunión, de donde brota la misión. El primer proyecto de Dios es la comunión; y ese tiene que ser el proyecto del discípulo-misionero.

Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos…

Lo que aparentemente es un día de asueto, se convierte en una intensa jornada misionera.

Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Jesús tiene clara su misión de Pastor que que cuida, reúne, forma. El capta las necesidades de la gente. El ve el corazón. Y cuántos corazones fracturados, desorientados pasaron por su mirada que le activó el movimiento interior del corazón que ama y sale al encuentro. No, no los deja Jesús. Asume su condición de pastor enviado y enseña. ¡Qué importante es la formación!. Jesús les da criterios y les ofrece un proyecto común para que todos apunten en la misma dirección y nadie pueda quitarles ni dignidad, ni identidad, ni libertad como lo seguían haciendo los falsos pastores también de su tiempo que les imponían fardos pesados.

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

Hay varias preguntas que tenemos que hacernos a la luz de este texto. ¿Soy yo ese pastor/pastora que acoge tanto a los de casa como a los de fuera, sobre todo necesitados de misericordia y cuidado? ¿Busco la comunión en todo lo que hago y digo, o con mi actitud genero confusión y duda en las personas que me rodean? ¿Qué rasgos de Jesús Pastor puedo destacar en el texto? ¿Me identifico yo con esos rasgos? ¿Mi intimidad con el Señor me permite mirar las realidades de mis hermanas/os con sus ojos para sanarlas y acompañarlas? ¿Sé integrar en mi vida personal misión y oración, trabajo y descanso, servicio a los de fuera y vida comunitaria con los de dentro? ¿Qué nos enseñan las acciones de Jesús frente a la multitud? ¿La misericordia de Jesús reflejada en este pasaje toca  mi vida para que evalúe mi acción pastoral? ¿Qué papel juega la “enseñanza” en la formación de una verdadera comunidad?

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO?

Frente a ti Señor, Pastor Bueno, frente a esta Palabra de vida quiero agradecer:

Que me has llamado, enviado y me pides cuentas de mi acción misionera cada día.

Que me invitas al lugar solitario del sagrario, de mi interior, donde eres más íntimo a mí, que yo misma, para descansar en ti, para entregarte mis mejores energías y volverlas a poner al servicio de los otros.

Que me convocas con otros/as con quien reparto los éxitos, los fracasos, los sueños que suman siempre acciones para dar vida, enriquecernos y ayudarnos mutuamente.

Que me pides que mire más allá de mi ombligo y escuche el clamor de mis hermanos que sufren y que son tantos, sobre todo en esta sociedad tan fracturada que vive sin norte.

Que me das tu gracia, si quiero acogerla, para ser como tú, pastor o pastora amorosa que ve siempre con el corazón e intuye los deseos de los hombres y mujeres de esta tierra para darles instrucción  acerca de ti, y darles  el amor que proviene de ti,  porque la necesidad de trascendencia y comunión es una urgencia que  atender en el hoy de nuestra historia.

N.M.C.P.